Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Hoy es la memoria del cardenal de Toledo, beato Ciriaco Mª Sancha y Hervás

Beato Sancha y la Congregación Mariana de Talavera

por Victor in vínculis

Hoy celebramos en la Archidiócesis de Toledo la memoria libre del beato Ciriaco María Sancha y Hervás. Tuve el privilegio, por mandato del cardenal Antonio Cañizares Llovera, entonces nuestro Arzobispo Primado, de realizar la exhumación de sus venerados restos el 28 de febrero de 2008, año y medio antes de ser beatificado en la Catedral, el 18 de octubre de 2009. Desde la época visigoda no había sido declarada solemnemente por la Iglesia la santidad de un arzobispo de Toledo. Las Letras Apostólicas que se leyeron en dicho acto lo calificaban como diligente e infatigable testigo de Cristo, padre de los pobres y servidor de la unidad de la Iglesia.

BEATO CIRIACO MARÍA SANCHA Y HERVÁS

Nacido en Quintana del Pidio (Burgos) el 18 de junio de 1833; fue ordenado sacerdote en 1858 y estuvo en Cuba como secretario del arzobispo Calvo y Lope; en 1869 fundó la Congregación de Hermanas de la Caridad llamadas actualmente del Cardenal Sancha. Ordenado Obispo auxiliar de Toledo en Madrid en 1876, es trasladado a Ávila en 1882 y a Madrid-Alcalá en 1886; luego fue nombrado arzobispo de Valencia en 1892 y en 1894 fue designado Cardenal arzobispo Primado de Toledo y Patriarca de las Indias, llevando a cabo una inmensa labor pastoral y social. Murió en Toledo el 25 de febrero de 1909.

En nuestra página podéis leer su extensa vida:

Arzobispo Beato don Ciriaco María Sancha y Hervás - Archidiócesis de Toledo (architoledo.org)

LA CONGREGACIÓN MARIANA DE TALAVERA DE LA REINA

Fueron tantas las cosas que hizo el cardenal Sancha que si reseño este es porque se trata del movimiento apostólico más antiguo de la Archidiócesis de Toledo.

Una Congregación Mariana es una agrupación de fieles católicos que procuran formarse como cristianos íntegros y realizar apostolados de todo tipo. La mayoría de las congregaciones estuvieron vinculadas a la Compañía de Jesús y a congregaciones religiosas femeninas de espiritualidad afín a esta, como es en este caso la Orden de Hijas de María Nuestra Señora del colegio “Compañía de María” de Talavera de la Reina (Toledo).

Las monjas de la Enseñanza de Tudela, que fueron las que fundaron el convento-colegio de Talavera, se decidieron por la ciudad de la cerámica por contar entonces la ciudad con la presencia de los padres de la Compañía de Jesús, lo que garantizaba la asistencia espiritual de la Comunidad.

El grupo de fundadoras estuvo formado por trece religiosas. El 22 de noviembre de 1899 Talavera recibió con alborozo y esperanza a las religiosas, que venían acompañadas por el obispo de Tarazona, don Juan Soldevila [como hemos relatado en las dos últimas entradas]. El día 19 de enero de 1900 se celebró la apertura del Colegio. Aquel día hubo Misa solemne acompañada por la orquesta de la ciudad. Las niñas matriculadas eran 400 externas y 7 internas, pues el centro tenía distintas secciones. En los años siguientes el número de alumnas fue aumentando, manteniéndose en torno a las 600, con unas 60 internas. Un mes antes ya se había establecido en nuestra iglesia la Congregación Mariana, cuyos miembros habían pertenecido a la que dirigían los jesuitas, que recientemente habían dejado Talavera [cuando las monjas llegaron en 1899, la Compañía de Jesús había sido expulsada de la ciudad por el “motín del pan” producido el dos de mayo de 1898, acusados falsamente de fomentar con su dinero la exportación del trigo].

Así que hoy recordamos como la Congregación Mariana de la Inmaculada llegó a Talavera de la Reina de la mano del Beato Ciriaco María Sancha y Hervás. No hacía un mes de la llegada de las monjas de la Orden de Nuestra Señora a la ciudad, el 22 de noviembre de 1899, cuando solicitaron del arzobispo de Toledo, el Cardenal Sancha, la aprobación de la Congregación Mariana, que fue conseguida con toda prontitud el 16 de diciembre de 1899 de ese mismo año: ¡122 años!

El fundador de las Congregaciones Marianas fue el jesuita de origen belga Juan de Leunis, cuando en el año 1563, funda en el Colegio Romano de la Compañía de Jesús la Congregación de "la Anunciata", con la idea de formar en los Colegios de la Compañía grupos de selectos que sirvieran de fermento en medio de la masa, alentados por un espíritu de iniciativa y superación y con la ayuda de la Madre del Cielo, a quien debían honrar y venerar de un modo especial. Y en ello estamos.

Santos, mártires, papas… ¡una responsabilidad!

Se trata de una seria responsabilidad para el camino de nuestra santidad. A lo largo de su historia, ha habido muchos santos de la Iglesia que han sido congregantes marianos. Entre los cuales se pueden mencionar: san Carlos Borromeo, el reformador entusiasta de la disciplina eclesiástica, san Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia, san Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia por su teología moral y fundador de los Redentoristas, san Camilo de Lelis, patrono de los hospitales católicos, san Leonardo de Puerto Mauricio, predicador franciscano, san Giovanni Battista de Rossi, san Vicente de Paul, San Pedro Claver, apóstol de los esclavos, el humilde hermano jesuita, san Alfonso Rodríguez, santa Magdalena Sofía Barat, fundadora de las Religiosas del Sagrado corazón, santa Julie Billart, la fundadora de las Hermanas de Notre Dame de Namur, santa Teresita del Niño Jesús, santa Bernadette Soubirous de Lourdes y santa Teresa de Calcuta. Congregantes marianos el venerable Pío XII y los santos Juan XXIII y Pablo VI. Con quince años san Juan Pablo II fue admitido en la congregación mariana. También lo es el papa Benedicto XVI.

A lo largo de los últimos siglos, además, del seno de algunas Congregaciones Marianas han nacido nuevas realidades como el movimiento Schoenstatt en 1914 o la Asociación Católica de Propagandistas.

Responsabilidad ante la diócesis por ser los más antiguos y ante la Iglesia por conservar con fervor, responsabilidad y santidad el carisma heredado.

Termino con este texto del padre José Ramón Bidagor, SJ [publicado en Horizontes, año XIV, número 76, mayo 1993] que tanto hizo por la Congregación.

SE BUSCAN MÁRTIRES

Ya no sirven las palabras bonitas. Espero que a nadie le guste este artículo, que todo el que lo lea lo critique, que nadie diga: “Oh, qué bonito”, porque…no, no se trata de eso, se trata de decir la verdad, la verdad de Cristo, que molesta, y moleta porque es como la luz que ciega.

SE BUSCAN MÁRTIRES, más que se buscan se necesitan, mártires de los de verdad, no de lo que dicen que sí, que ellos si llegara la ocasión… ¡pues a ha llegado la ocasión!, ya está  aquí, mírala, se acerca en ese recado de tu madre que te hace perder tiempo, en ese compañero de Universidad con el que hablas todos los días, pero con el que nunca tratas de temas un poco elevados, porque claro, “hay que ir poco a poco”, ya no, ahora hay que ir a toda prisa,  MORIR POR CRISTO,  a morir en las aulas de las Universidades, a morir en las mesas de estudio, en las capillas, en los pasillos… No, Cristo no necesita tu “prudencia” aparente (que en realidad es falta de amor), necesita tu juventud, tu corazón joven entregado a Él, gota a gota y, ojalá, de una vez, sí, ojalá, sería mejor que nos persiguieran, que nos crucificaran por anunciar a Cristo, entonces ya no habría “tibiorros” ni falsos “beatorros”, habrías solo Congregantes auténticos, mártires concrucificados con Cristo.

La congregación NECESITA MÁRTIRES, hombres como Fernando (Menéndez Ros), que aprendan del corazón desgarrado de Cristo, que reparen por tanto pecado de este mundo de hoy, que den el mejor testimonio que se puede dar: el de la cruz. Solo los mártires transformarán el mundo de hoy, porque tienen algo que ellos no tienen: mejor aún lo tienen todo y este mundo no tiene nada. El mártir es el Congregante auténtico, comprometido en sus labores de apostolado, que hace cambiar la vida de la gente de su alrededor. Es un hombre que predica, pero no solo con su vida ejemplar de estudiante clavado en su mesa de estudio, sino con su palabra: que invita a otros a Ejercicios, que los quiere con locura, que les habla de la Virgen, sin rodeos, quizá con algo de precipitación, pero es que ¡así tiene que hablar un enamorado! Pero un hombre de oración, que no se conforma con su “media horilla” de oración, que en cuanto puede, en cuanto encuentra un rato libre se lanza a la Capilla, que busca como un enamorado, solo, reunirse con la persona a la que más quiere y por la que da su vida.

¿Cómo? ¿Qué esto es mentira? ¿Qué esto no es vivir? ¿Qué soy un exagerado? ¿Qué “bueno, sí, se intentará, pero…”? Mira, o te quedas o te lanzas. Si te quedas esto es una exageración, y puedes quedarte sin intentarlo… si te lanzas, darás tu vida, para recibir aquí el ciento por uno y en el cielo la eternidad, y entonces verás que esto es poco, que puedes llenar tu vida más, más y más. Lánzate, ven con nosotros a morir con Él. El mundo, la Iglesia, la Congregación necesitan que te entregues al martirio. Entonces ya no te quedarás en el intento, entonces gritarás pro las calles y por los pasillos de tu Universidad o de tu empresa, que merece la pena, MERECE LA PENA DAR LA VIDA POR CRISTO.

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