¿Cómo decimos "pesebre" en Papúa Nueva Guinea?
¿Cómo decimos pesebre en Papúa Nueva Guinea? Decimos así: Bokis kaikai bilong bulmakau. Es demasiado largo. Pero su significado es hermoso, y vale la pena conocerlo...
El pidgin, que es la lengua que se habla en Papúa Nueva Guinea, tiene muy poco vocabulario. Eso tiene sus ventajas y sus desventajas. Una de las ventajas es que uno la aprende relativamente rápido, porque no debe estudiar e incorporar demasiadas palabras a su vocabulario. La desventaja es que pocas veces uno puede decir lo que realmente quiere decir, y, al encontrarse sin palabras, uno está obligado a dar un rodeo para tratar de explicarse lo mejor posible. Así, por ejemplo, la palabra “laplap” quiere decir “cortina”, “mantel”, “sotana”, “pollera”, “pañuelo” o cualquier otra cosa hecha de tela. Y entonces uno debe explicar de qué está hablando, y en lugar de decir “mantel” uno debe decir “el laplap que se usa en la mesa”. Al final, terminó expresando con una frase lo que en otras lenguas se expresa con una sola palabra. O peor aún, en muchos casos el rodeo y la explicación que uno debe dar para expresar una palabra es sencillamente interminable. Y así, por ejemplo, para decir “viuda” uno debe decir: “meri man bilong em i dai na em i no marit gen”, que traducido significa “mujer cuyo marido murió y no volvió a casarse”. La palabra “viuda” no existe, y entonces uno está obligado a describir lo que quiere expresar, y no pocas veces sucede que al terminar de dar el rodeo para explicar el concepto, uno ya se olvidó de lo que estaba hablando.
Pero otras veces, esta limitación del vocabulario ayuda a comprender un poco mejor la naturaleza de las cosas. Y eso es lo que sucede con la palabra “pesebre”. ¿Cómo se dice en pidgin? “Bokis kaikai bilong bulmakau”, que, traducido literalmente, significa “caja de comida de los toros y las vacas”.
Tal vez en otros lugares del mundo la palabra “pesebre” represente escenas más tiernas, más dulces y conmovedoras. Y al escuchar la palabra “pesebre” enseguida pensemos en una pequeña casita de madera con techo de paja en la que un buey y una vaca están prolijamente acomodados a los costados, los pastores a cierta distancia y los reyes arrodillados alrededor de la hermosa cuna donde duerme el Niño mientras que san José y la Virgen contemplan la escena, y una hermosa estrella brilla en el cielo alumbrando la noche. En pidgin, sucede lo contrario: al decir o escuchar la palabra “pesebre” la imaginación vuela inmediatamente a una escena no menos tierna ni dulce, pero sí mucho más real: una caja de comidas de animales. Y es que el pesebre era realmente eso. Y fue ahí donde quiso nacer el Hijo de Dios.
Se cuenta en la vida de san Jerónimo (que tuvo la dicha de vivir durante muchos años en la gruta de Belén), que un día le dijo al Niño: “Amado Niño, ¿cómo puedo yo recompensarte el favor de haber bajado para hacerme felíz a una gruta tan áspera y padecido tanto por mí?”. Y la respuesta no se hizo esperar: “Dame tus pecados, para borrarlos”. Eso es Belén: una caja de comidas de toros y vacas donde duerme un Niño que siendo Dios se hizo hombre para borrarnos los pecados.
P. Tomás Ravaioli, IVE
Misionero en Papúa Nueva Guinea
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