De toros indultados y niños abortados
Ayer me propuso un amigo fundar una plataforma en defensa de la langosta del Cantábrico, a la que se cuece viva –algo que debe dolerle una barbaridad– y que, además, es un manjar de ricos, es decir, que nunca falta en la mesa de cualquier progre de la «gauche divine». Le he dicho que no, que tenemos todas las de perder, porque la izquierda de salón jamás permitirá verse privada del preciado crustáceo.
Lágrimas por los toros que, en Cataluña, parecen tener más cerca su redención final. Aspavientos por el sufrimiento de los animales. Y mutis por el foro ante los 120.000 niños abortados cada año en España. Su sufrimiento no cuenta. El de los toros, sí. Los antitaurinos merecen salir a hombros y por la puerta grande…
Álex NAVAJAS
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