Libranos del mal

Líbranos del mal

            Cada día se abren los noticieros con alguna barbaridad cometida por humanos. Pederastia, violaciones, asesinatos, suicidios, parricidios… Los abortos y la eutanasia se silencian y se asumen como atentado normal   contra la vida humana. En los discursos políticos ni se mencionan. La vida humana hace tiempo que está en rebajas. Y nos quejamos del descenso de la natalidad. Este fenómeno hay que equilibrarlo con la eliminación de los ancianos. ¿Qué hacen ya los viejos en la sociedad consumista si ellos no producen y consumen poco? Algunas residencias sin conciencia se han convertido en el pasillo de la muerte. Muchas familias sin alma aguantan al viejo/a porque la pensión que cobran, aunque miserable, es un alivio a final de mes. Es el mal que está empapando el tejido social de individuos miserables que han perdido la conciencia. Y de esto se habla muy poco en la política en la opinión publica.

            El Papa Francisco, en los comentarios que ha hecho del Padre Nuestro, afirma: Líbranos del mal. Con esta expresión, quien reza no solo pide no ser abandonado en el tiempo de la tentación, sino que suplica también ser librado del mal. El verbo griego original es muy fuerte: evoca la presencia del maligno que tiende a aferrarnos y a mordernos (Cf. 1 Pedro 5, 89) Y del cual se pide a Dios liberación. El Apóstol Pedro dice también que el maligno, el diablo, está a nuestro alrededor como un león furioso, para devorarnos, y nosotros pedimos a Dios que nos libere (15 de mayo de 2019).

            El Padre Nuestro lo rezamos con frecuencia, pero no se si somos conscientes de la necesidad de esta oración compuesta por Jesucristo, en la que pedimos la liberación del mal y nos ayude a no caer en la tentación. Hay que rezar esta oración con fe. Si no estuvieran los últimos versículos del Padre Nuestro ¿cómo podrían rezar los pecadores, los perseguidos, los desesperados, los moribundos? La última petición es precisamente nuestra petición… (Papa Francisco).

         Al mal se le vence estando muy unidos en la oración y en la acción.  Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban constantemente.

Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.

Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.

Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:

-De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá vencerlos; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.

Efesios 4:3

Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.

         Al león rugiente del que habla San Pedro hay que vencerlo con mucha fe y oración, y no acercándonos a ese león.