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[11.11] 02.El padre Queralt de Barcelona

por Victor in vínculis

11 de noviembre de 2017, 11h. Palacio de Vistalegre de Madrid · beatificación de 60 mártires de la familia vicenciana · 1875 santos y beatos mártires de la persecución religiosa en España

Agradecemos nuevamente a Hispania Martyr la elaboración de estos artículos como preparación espiritual para la beatificación de mañana. En este caso los tres padres Paúles de la Archidiócesis de Barcelona (padres Vicente Queralt, Manuel Binimelis y Luis Berenguer) y uno de la diócesis de Gerona (el padre Juan Puig).
 
BEATO VICENTE QUERALT LLORET
Nació en Barcelona en 1894, hijo de Miguel y Dolores. Su madre murió al nacer su cuarto hijo, y su padre tuvo que internar a los hermanos en el colegio de San Vicente de Paúl de las Hijas de la Caridad de Hostafranchs. Allí sintió desde pequeño la vocación vicenciana, y a los 10 años la superiora del internado lo llevó al colegio apostólico de los Padres Paúles en Dax en las Landas francesa, donde cursó los primeros años de humanidades, y en 1911 ingresaba en el noviciado de la Congregación de Espluga de Francolí en Tarragona. Cursó en Dax los estudios de filosofía, y los de teología en el seminario diocesano de Barcelona.
 

Dice un compañero que Vicente era de agradable presencia, de corazón muy grande aunque de pequeña estatura, por lo que a veces para poder predicar tenían que ponerle en el púlpito un cajón o tarima para que pudiera asomar el cuerpo.
En Palma de Mallorca lo llamaban popularmente “el Pare menut” (el padre menudo). Era de temperamento comunicativo, optimista y alegre, de talento despejado y memoria asombrosa. Sabía de todo: ciencia, poesía, pintura y desbordaba actividad. Artista, intervenía en todas las funciones teatrales y tocaba el violín y el piano. Muchos cánticos a la Milagrosa y a San Vicente son letra suya.

Ordenado sacerdote de la Congregación de la Misión por el Obispo de Lérida Dr. Miralles en 1919, celebró su primera misa solemne en la casa central de Barcelona. Destinado al colegio apostólico y estudiantado de Bellpuig, pasó en 1922 a Palma de Mallorca, y en 1933 vino a Barcelona como predicador de misiones parroquiales. Alquiló un piso próximo a la iglesia de su convento en el que fundó la Asociación de Hijos de la Medalla Milagrosa en que reunía a un centenar de jóvenes del barrio, y un centro del Apostolado de la Oración, inculcándoles la devoción a la Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen.

El 19 de julio de 1936, fiesta entonces de San Vicente de Paul, buena parte de los miembros de la Congregación de la Misión de la provincia de Barcelona se encontraban en Palma de Mallorca celebrando allí el segundo centenario de la fundación de aquella casa, por lo que pudieron salvar la vida, pero la comunidad restante era expulsada de su convento, incautado por el sindicato de la madera de la F.A.I, cuyos milicianos al día siguiente incendiaban su adjunta iglesia de La Medalla Milagrosa.

El padre Queralt se hallaba predicando en Figueras y decidió volver a Barcelona vestido de paisano.  Estando su comunidad dispersa, se fue al local del negocio familiar de comercio de tejidos en la calle Bailén nº 4, a cargo de sus hermanos Jaime y Miguel. De allí pasó a casa de unos amigos en Montjuich del Carmen, a donde iban a verle chicos de su antiguo centro, visitas que alarmaban a la familia, pero al padre Vicente le pesaba más su celo por atender a las almas que su propia seguridad. Se refugió luego en casa de su hermano Miguel en Ronda Universidad nº 22, pero viendo que sus hermanos, como católicos destacados, estaban fichados por el Comité, a mediados de agosto de 1936 fue a vivir en casa de Dª Ángeles Martínez Roy, piadosa viuda que vivía con su hija Conchita, maestra nacional, en la calle Valencia nº 188, donde estuvo oculto tres meses y medio. Celebraba misa cada día, en la que comulgaban los de la casa y clandestinamente personas conocidas. No disponía de ornamentos, y de altar le servía la mesa del despacho. Por la tarde dirigía el rosario con toda la familia.

Pidió a José Antonio Pérez Moyano, vocal de caridad de la Asociación de jóvenes, cuñado de su hermano, un carné de la UGT. Dos dependientes de don Ramón Laplana le avalaron con sus firmas, arriesgándose al ocultar su condición de sacerdote. En noviembre el provincial padre Eugenio Comellas desde Mallorca encomendó a Eusebio Carbonell, cajero del club de fútbol del Barcelona, que gestionara el paso Francia del padre Queralt, pero como el 17 de agosto, al intentar atravesar la frontera, había sido detenido y martirizado el padre Antonio Carmaniú, compañero de comunidad, desistió de marchar. 

Denuncia prendimiento y martirio
Vicentito, monaguillo de la iglesia de los Paúles al que el padre Queralt había regalado el traje de primera comunión, hijo de una familia de izquierdas, llamó una tarde al piso de la calle Valencia pidiendo limosna para el entierro de una miliciana. Le abrió el padre y el niño le reconoció, lo contó en casa, y su madre propagó por el barrio que había un cura en aquella casa, y lo denunció al Comité.

Se presentaron en el domicilio de Dª Ángeles Martínez unos patrulleros de la FAI de la calle Pedro IV y se llevaron a ella y al padre Queralt al Ateneo Colon, su cuartel de la calle Pedro IV. Pedro Serrano, hijo de D. ª Ángeles, era guardia de Asalto, y fue a la jefatura superior de policía, siendo recibido por Eroles, jefe de los pistoleros de Barcelona, y tras violenta discusión, sacando las armas, logró que le otorgara la libertad de su madre, prometiéndole para el día siguiente la del padre Queralt, pero aquella misma noche del 30 de noviembre, fiesta de San Andrés apóstol y mártir de Jesucristo, le asesinaban.
 


Ateneo Colón, sede de la patrulla de Control nº 11 de la calle Pedro IV de Barcelona.

Al día siguiente, 1 de diciembre, Pedro Serrano se presentó en la sede de las patrullas de Control, y al preguntar a su jefe Alfonso López, qué habían hecho del padre, éste le respondió: No te preocupes por él. Ya está en el cielo, ayer hacia las cinco de la tarde, yo mismo le di el paseo.
Aquella tarde era llevado al mismo centro el siervo de Dios Dr. Manuel Irurita, obispo de Barcelona, que sería asesinado dos días después en el cementerio de Montcada.
 
BEATO MANUEL BINIMELIS CABRÉ
El P. Manuel Binimelis Cabré nació en 1892 en la calle Casa de Campo nº 77, de Reus (Tarragona), hijo único de los fervorosos menestrales cristianos el tonelero Manuel y la costurera Agustina. Su padre murió joven, y el niño con su madre se trasladaron a vivir a Barcelona, ingresando éste a sus 10 años en su seminario en que comenzó sus estudió, pasando en 1909 al noviciado de la Congregación de la Misión en Palma de Mallorca. Cuando en 1914 los Vicencianos trasladaron el estudiantado a Barcelona, siguió los últimos cursos de teología en el seminario conciliar, en cuya capilla fue ordenado sacerdote el 2 de junio de 1917.

Enviado a la residencia de Palma de Mallorca como profesor y secretario de la recién fundada Academia de la Misión, pasó a Barcelona en 1921 dedicado a la predicación en misiones populares en que la gente le llamaba: el enamorado de la Virgen. Su paciencia sin límites, la claridad y profundidad de sus conocimientos, su don de consejo y discernimiento le convirtieron en ejemplar director espiritual en cuyo confesionario en el que pasaba largas horas había siempre cola.
 


Al comenzar la persecución, el P. Manuel Binimelis residía en la casa central de la provincia canónica de Barcelona de la calle Provenza nº 212. La comunidad era muy numerosa pero un buen número de padres y hermanos habían marchado a primeros de julio a Mallorca para celebrar el segundo centenario de la casa de Palma, quedando en Barcelona un grupo reducido de misioneros del que cuatro sufrirían martirio, los tres ahora beatificados y el P. Antonio Carmaniú Mercader en la diócesis de Seo de Urgel, asesinado al tratar de cruzar la frontera.

Hacia las cinco de la mañana del domingo 19 de julio, como hemos dicho fiesta principal de san Vicente de Paúl en aquel tiempo, comenzó a oírse fuerte tiroteo. En la misa de ocho, los fieles llenaron la iglesia y hubo comunión general, pero la anunciada misa solemne de las diez con panegírico del santo fue suprimida. Por la tarde comenzó a airearse la noticia de que las masas revolucionarias habían arrollado al ejército y se habían hecho dueñas de la situación.

Ardían los templos de San Francisco de Asís, San Martín del Clot, San Ramón de Collblanc, el Sagrado Corazón de Jesús de Pueblo Nuevo, Santa Mónica, San Miguel del Port, La Bonanova, las Escuelas Pías de la Ronda San Pedro, y a las 6 de la tarde el superior padre Ramis, tras poner a salvo el Santísimo Sacramento, reunió a la comunidad vestida ya de seglar, y les asignó las casas de familias que se habían ofrecido a ocultarles. El padre Binimelis con su pobre madre se fue a refugiar la de la Srta. Ángeles González en la calle Mallorca nº 198. El lunes 20 de julio las turbas prendían fuego al convento de los Paúles, que estuvo ardiendo hasta el miércoles 22. El diario anarquista Solidaridad Obrera publicaba el día 26: No queda ninguna iglesia ni convento en pie, pero apenas han sido suprimidos de la circulación un dos por ciento de los curas y monjas. La hidra religiosa no ha muerto. Conviene no perder esto de vista para ulteriores objetivos.

Prendimiento y martirio
Convencido de que le matarían, no por ello dejó de administrar los sacramentos y socorrer a los enfermos, manifestando su voluntad de conformarse con lo que el Señor dispusiera. Una criada de la escalera donde se había refugiado dijo: en el tercero hay un cura escondido, y otra lo confirmó: -Sí, es verdad, yo misma me confesé con él. Tuvo que salir de inmediato, pasando a casa de la familia Alfonso, calle Muntaner, nº 184. No hacía más que rezar, y su discípulo José Antonio Pérez Moyano testifica que salía cada día a ejercer su ministerio: Llevaba la comunión, confesaba a la gente en sus casas y siempre usaba del carné que yo le proporcioné para defenderse de las pesquisas comunistas y se interesaba mucho por sus hermanos escondidos, de los que yo le daba informes.
 


Lugar del martirio: Avenida de Roma de Barcelona, a la altura de la calle Entenza, con las barracas delante y la Cárcel Modelo al fondo. Foto de 1928.

Fue pasando por distintos domicilios del barrio, el último de ellos el 28 de agosto en casa de los señores Borrás, calle Córcega, nº 254. Al atardecer del sábado 12 de septiembre seis individuos de las Patrullas de Control se presentaban en la casa. Venían a hacer un registro a la familia Borrás como católicos destacados, que figuraban en las listas de la Asociación del Sagrado Corazón, y el padre como portador del Santísimo Cristo de Ntra. Sra. de Pompeya en las procesiones.

Presentaron al padre Binimelis como pariente. José Antonio Pérez Moyano le había proporcionado una cédula en la que figuraba como de profesión relojero, pero esta palabra estaba corregida sobre la original raspada de religioso, por lo que lo encerraron en su cuarto para interrogarle, y declaró abiertamente su condición sacerdotal. Era su sentencia de muerte. Se lo llevaron y lo fusilaban aquella noche del 12 de septiembre, fiesta del Dulce Nombre de María, en la avenida de Roma, cerca de la cárcel Modelo.

Emilia y Mª. Teresa, hijas de la familia Borrás, testifican que al día siguiente supimos que lo habían matado el mismo día 12 por la noche, pues su cadáver llegó al hospital Clínico a las tres de la mañana del día 13, donde le reconoció una enfermera que se confesaba con él quien avisó a José Pérez, y éste nos lo dijo a nosotras el domingo13 por la mañana. Cristino Pérez Moyano pudo ver su cadáver en el hospital, y le dijo a su hermano José Antonio: Lo encontré con el rostro muy sereno, empuñando en la mano una estampa de la Milagrosa.

Dª. Providencia Albareda corrobora: Fui al depósito de cadáveres del hospital Clínico, y allí vi el cadáver del P. Binimelis recién asesinado. Tenía un ojo sacado de la órbita. Llevaba las manos cruzadas en el pecho y en ellas tenía apretada una estampa de la Milagrosa, manchada con sangre. Se veía que lo habían arrastrado, tenía la ropa y la cara sucias por el barro”. Del cadáver hicieron una fotografía con una chapa y con el núm. 4744 fue anotado en el libro registro de cadáveres del archivo del depósito judicial del hospital Clínico. Una de las feligresas que lo tuvo refugiado en su casa, declara que oyó decir a su madre Agustina, viuda, que con la muerte de su único hijo quedaba completamente abandonada: “Quisiera saber quién ha matado a mi hijo para perdonarle”.
 
BEATO JUAN PUIG SERRA
Nacido en 1879 en San Martín de Centellas, estudiando en el seminario de Vich sintió que Dios le llamaba a la Congregación de la Misión, haciendo el noviciado en Madrid hasta que, constituida la provincia de Barcelona, quedo incardinado en ella. En circunstancias prósperas o adversas le venía siempre a flor de labios un ¡Alabado sea Dios! Profesor muy querido y celoso misionero. Formaba con el padre Queralt equipo misional complementan de sus funciones misioneras. En abril de 1932 fue destinado a la residencia de Figueras en Gerona, predicando por todo el Ampurdán. En Figueras, los jueves de mercado, la cola para confesarse con él era interminable.
 


A mediados de julio toda su comunidad había marchado a Palma de Mallorca a celebrar el centenario de aquella casa, y ello les salvó la vida, pero él se quedó guardando el convento de Figueras. Fue asaltado el 19 de julio y se refugió en el Asilo Vilallonga que regían las Hijas de la Caridad como un acogido más tratando de pasar desapercibido. El 5 de agosto lo detuvo un miliciano que lo conocía, y fue llevado al castillo de San Fernando de Figueras convertido en cárcel de la que cada día sacaban a sacerdotes y católicos para el martirio.

A primeros de octubre trasladaron a todos los presos civiles a la cárcel de la ciudad, quedando solo en el castillo ocho sacerdotes y cuatro seglares destacados católicos. Los encerraron juntos en una celda oscura del sótano y al atardecer del 13 de octubre un grupo de milicianos abrieron las puertas de la celda y procedieron a ametrallarlos. El padre Puig fue enterrado en la fosa común del cementerio.

BEATO LUIS BERENGUER MORATONAS
Nació en el pueblo de Santa María de Horta en 1869, décimo hijo del matrimonio de Francisco de Asís, labrador, y de María de los Ángeles, ama de casa. A sus 15 años ingresaba en el seminario menor de la Congregación de la Misión entonces en Madrid, donde cursó toda la carrera sacerdotal y fue ordenado a los 24 años, en 1899.

Enviado como profesor a seminarios diocesanos confiados a la Congregación de la Misión en Méjico, en 1918 era nombrado párroco en Matanzas en la isla de Cuba. En 1921 regresó a España como profesor en Bellpuig y Espluga de Francolí, y en 1923 nombrado rector de la iglesia de la casa-central de Barcelona.
 


Su compañero padre Ricardo Lacorte dice de él que era de carácter sencillo y bondadoso. Parecí un niño queriendo ayudar a todos en lo que podía, y su alegría y buen humor en el recreo hacer reír a sus compañeros. Estudioso de la liturgia, daba clases de Sagrada Escritura e Historia Eclesiástica.

Al iniciarse la persecución el padre Luis Berenguer era el encargado del templo de la casa de la calle Provenza de Barcelona. El 19 de julio, ayudado por el joven congregante José Antonio Pérez Moyano, escondió los vasos sagrados y en la madrugada del día 20, los revolucionarios abrieron la puerta de la casa con bombas de mano. El padre Berenguer y el superior, padre Ramis salieron por el tejado y pasaron a una casa de la calle Aribau, poniéndose a salvo. El padre Berenguer se refugió en casa de su sobrino Ángel en la Avda. Marqués de Argentera nº 1 bis, que en la planta baja tenía un bar. Celebraba Misa en el oratorio de la familia a la que asistían cuatro cristianos comprometidos acogidos allí también. El 28 de septiembre se presentó una patrulla de milicianos. Él Padre confesó su condición de sacerdote, por lo que fue arrestado y llevado a la Cárcel Modelo. Le ingresaron en la galería de los curas en una celda con dos benedictinos de Montserrat y otros sacerdotes y religiosos, con quienes repartía la comida que le traían sus familiares. Contrajo grave enfermedad que tras largo sufrimiento le causó la muerte el 29 de mayo de 1937. Su fama de martirio en la familia se acrecentó con un favor especial. Un sobrino refugiado en la casa, le invocó en un devastador bombardeo, quedando milagrosamente ileso cuando en el mismo local fallecieron 36 personas.
 


Hacemos nuestro el mensaje de San Vicente de Paúl cuando tenía que comunicar a la comunidad el martirio de algún hermano: Consolémonos al ver que Dios quiere tratar a la Compañía como trató al principio a su iglesia. ¡Qué admirables e incomprensibles para los hombres son los designios de Dios!

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