Circos romanos en la actualidad

Esto no lo va a parecer, ya es como el circo romano. Uno/s dan una paliza a otro/s y el resto opina en Facebook, pero no hacen nada malo ¿eh? Un humorista ridiculiza a quien le da la gana, pero que nadie le diga nada porque enseguida será acusado de querer hundir una “carrera”. Unos mal llamados sindicatos organizan, con mi dinero, un festín en el que se lanzan huevos a fotos de personas, pero que quede claro que no van contra nadie…. Recuerdo un amigo venezolano que me contaba cómo alucinó al llegar a España, viendo discutir a gritos por la calle por cualquier tontería; me decía que eso allí no pasaba; si alguien discute a gritos – me comentaba – lo siguiente es sacar un arma y liarse a tiros. Es verdad que, por ahora, aquí tenemos más complicado el tema de las armas pero, como somos más machotes, nos vale con unos cuantos puños e insultos.

El otro día estaba haciendo la compra con mi hijo mayor y, al comenzar a caminar sin mirar un señor, le di con el carro. Inmediatamente le pedí disculpas. Él no dijo nada pero una vez anduvo cinco metros, profirió un insulto. Mi hijo pasaba delante de él en ese momento, y la verdad es que alucinó. Yo me quedé con las ganas de seguir pero me di cuenta de mi hijo, y le pedí paciencia al Señor. Ahí me di cuenta de que nosotros tenemos ganas de pelea, y con los medios de comunicación fomentándolo, es difícil contenerse solo con nuestras propias fuerzas. Mi hijo quedó impactado y luego se lo contó a su madre. Yo le expliqué que así es la vida, que la gente es más nerviosa y tiene menos paciencia con el paso de los tiempos; la verdad es que sin Cristo como referente no somos nadie.

¿A qué se parece este momento? Hace tiempo escribía sobre cómo el progresismo es la vuelta a las cavernas. El otro día lo recordaba al ver un partido de fútbol en televisión; cada vez que las cámaras enfocaban al público se veía cómo insultaban, gritaban,…. Seguramente, esas personas son “normales”, dependiendo de si entra alguien con una nueva definición del vocablo “normal”, pero nunca nadie me convencerá de ello.

Estamos a mitad de Adviento. Todavía tenemos tiempo para convertirnos, antes de que nazca Jesús en nosotros de nuevo. Y si alguien nos ve, seguro que se preguntará la razón por la que somos así, ¡Cristo!

Eduardo Palanca