[21.10] 01. San Antonio Mª Claret (1)
21 de octubre de 2017, 10h. Sagrada Familia de Barcelona · beatificación de 109 mártires claretianos · 1815 santos y beatos mártires de la persecución religiosa en España
Agradecemos a Hispania Martyr la elaboración de estos artículos como preparación espiritual para la beatificación de este sábado.
Beatificación de 109 Misioneros Hijos del Corazón de María mártires en el centenario de la manifestación de su Corazón en Fátima
La providencia de Dios ha dispuesto que al cumplirse el centenario de la última venida de Nuestra Señora a Fátima el 13 de octubre de 1917, ciento nueve miembros de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, sacrificados por odio a la fe veinte años después, sean elevados a los altares como mártires. Su último pensamiento antes de morir fue invocar al Corazón Inmaculado de la patrona de su Congregación con su jaculatoria: ¡Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía!
En las apariciones de Fátima Nuestra Señora pidió hace un siglo que junto a la devoción del Sagrado Corazón se estableciera en la Iglesia la de su Inmaculado Corazón, manifestando personalmente que por medio de su consagración Dios quería salvar al mundo. San Antonio María Claret fue su profeta, y para ello en el siglo XIX fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Doscientos setenta y tres de sus hijos, Misioneros Claretianos Mártires en la persecución religiosa en los años treinta del pasado siglo en España, abrieron con su sangre surco a este establecimiento, que debe culminar. Su beatificación tendrá lugar en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona el 21 de octubre, en el triduo de preparación de la fiesta de su fundador San Antonio María Claret.
San Antonio María Claret “viene a ser no sólo el precursor, sino más aun, un singular precursor de Fátima” (G. Roschini)
San Antonio María no pudo tener noticia de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, pues murió medio siglo antes, el 24 de octubre de 1870, pero era buen conocedor de la doctrina de San Juan Eudes de que los Corazones de Jesús y María están tan unidos que sus devociones son inseparables, y había leído al hoy beato Padre Bernardo de Hoyos donde dice que “El Corazón de Jesús comunica a los hombres la infinidad de dones que recibe del Padre por medio del Corazón de su Santísima Madre”.
El novicio Antonio Claret vive en Roma la devoción a la “Madre del Divino Amor”
El 13 de junio de 1835 era ordenado presbítero, un año después que su amigo y compañero Jaime Balmes. Los horizontes de una parroquia no colmaban su ansia apostólica y, deseoso de dedicarse a las misiones extranjeras, en octubre de 1839 decide ir a Roma a inscribirse en "Propaganda Fide", para prepararse a predicar el Evangelio en tierras de infieles. Con un hatillo y sin dinero, a pie, atravesó los Pirineos, y llegado a Marsella tomó un vapor a Roma. Al llegar el Prefecto está de vacaciones y no le puede recibir hasta el cabo de un mes, que aprovecha para realizar ejercicios espirituales con los jesuitas. Su director le animó a solicitar entrar en la Compañía.
Ingresó en su noviciado en el que se respiraba intenso ambiente cordimariano. El General Padre Roothaan en 1837 había hecho promesa de celebrar personalmente la fiesta del Corazón de María si el cólera respetaba a los jesuitas de Roma, y habiéndole otorgado Dios esta gracia por su medio, el 26 de agosto de 1838 celebraba en il Gesú la fiesta de su Inmaculado Corazón. Años más tarde el P. General escribiría hermosa circular a toda la Compañía y al Colegio y Noviciado romano recomendando la devoción al Corazón de María.
Este ambiente del noviciado romano fue clima favorable para que germinara en el alma de Mosén Claret la semilla que llevaba muy dentro desde hacía tiempo. En dos extensas oraciones a la Virgen, compuestas durante el noviciado, invoca a María bajo los títulos de “Madre del Amor Hermoso” y “Madre del Divino Amor”, equivalentes al de “Corazón de María”, cuyos cuadros con el Corazón visible en el pecho llevaban en Roma este nombre, que aparece en el libro del Eclesiástico (24, 18): “Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa”.
Al Padre Claret le sobrevino un intenso dolor en la pierna derecha que le impide caminar. Los médicos le aconsejaron que regresara a España, y el Padre Roothaan le dijo: “Dios os trajo a la Compañía no para que os quedaseis en ella, sino para que aprendieseis a ganar almas para el Cielo. Es su voluntad que Vd. vaya pronto a España”. En marzo de 1840 regresaba y era nombrado vicario de Viladrau, aldea de leñadores del Montseny. Poco después, a sus 33 años, recibía de Roma el título de Misionero Apostólico, que le destinaba al servicio de la Palabra, comenzando su incansable actividad misionera por toda Cataluña, invocando siempre a la Virgen María.
Cuando iba a predicar a un pueblo le asaltaron tres ladrones: “La bolsa o la vida”. “Tendrá que ser la vida, responde el P. Claret, pues no llevo bolsa. Pero os ruego me dejéis ir al pueblo a dar el sermón. Luego vuelvo”. Volvió y les convenció de que dejaran ellos su vida de pecado, confesándose allí mismo.
Los milagros de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Victorias de París inspiran al Padre Claret a consagrar su vida y sus obras a su Inmaculado Corazón
Cuando en el año 1846 leyó Claret en los Anales de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Victorias los relatos de las prodigiosas conversiones que por medio del Inmaculado Corazón de María se realizaban, sintió vibrar su alma de apóstol, y contactó con su propagador, el Abée Desgenettes, abrazando con entusiasmo la nueva devoción, que añadiría su aspecto apostólico a las que practicaba a la Virgen del Rosario, a la Inmaculada o a la Virgen del Carmen, concretándolas todas en el Corazón de María.
En junio de 1846 predicando una gran misión en Lérida, estableció la Archicofradía del Corazón de María. Un año más tarde en la famosa novena del Corazón de María en la catedral de Vic, distribuyó millares de opúsculos y hojas de inscripción, y unos 12.000 cofrades dieron su nombre a la Archicofradía fundada entonces en la Iglesia de Santo Domingo, que meses después llegaban a 20.000, casi toda su población.
El Padre Claret se convirtió en su mejor propagandista por toda España. Así lo explicaba en la catequesis a los niños: “María es la madre de la divina gracia, y al efecto Dios le ha dado un Corazón todo maternal, el más tierno, el más compasivo, el más misericordioso; y sobre las tablas de ese Corazón que es todo caridad, el mismo Dios hecho hombre escribió con su dedo ensangrentado estas palabras: este es tu hijo, y María Santísima, aunque siempre buena, pero en aquel momento empezó a sentir tanta inclinación a hacernos bien, tanta ternura y tanto amor hacia nosotros, que San Ligorio dice que si se reuniera todo el amor que los padres y madres han tenido a sus hijos, los esposos a sus esposas, y los santos a sus devotos, no llegaría ni con mucho al amor que María Santísima tiene a cada uno de nosotros”.
Fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María
El día de la Virgen del Carmen de 1849, en una celda del seminario de Vic, con los padres Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet, Mosén Claret fundaba la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
Arzobispo de Santiago de Cuba
El 6 de octubre de 1850 Mosén Claret, a sus 42 años, era investido arzobispo de Santiago de Cuba en la catedral de Vic y añadía a su nombre el de María. A los dos años de su llegada consagraba su diócesis al Corazón de María, y escribía al Papa Pío IX: “Se ha establecido la Archicofradía del Corazón de María en todas las parroquias”.
El 1 de febrero de 1856 derramaba su sangre por Cristo en Holguín, en atentado en que fue herido por un sicario al que había sacado poco antes de la cárcel. Isabel II le llama como confesor y se traslada a Madrid, logrando moralizar algo la Corte. Restauró El Escorial, y aconsejó a la Reina que pidiese al Papa la aprobación de la fiesta litúrgica del Corazón de María para España, que fue recibida en 1862. Escribía: “En todos los años de mi vida pasada no he padecido tanto como desde que estoy en la Corte. Siempre estoy suspirando para salir. Soy como un pájaro enjaulado que intenta escapar. Casi me habría alegrado de una revolución para que me hubiesen echado”.
Así fue: a raíz de la Revolución de Septiembre de 1868 marcha con la destronada Reina al exilio en París.
Insigne abanderado de la devoción al Corazón de María (Pío XII).
El 8 de diciembre de 1869 comenzó el Concilio Vaticano I. Uno de los temas más debatidos fue la infalibilidad pontificia en cuestiones de fe y costumbres. La voz de Claret resonó en la basílica vaticana: “Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas recibidas en Holguín- ¡ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez!”.
Al ser interrumpido por las tropas revolucionarias, con la salud ya muy quebrantada y presumiendo próxima su muerte, se recoge en la comunidad de sus Misioneros en Prades, en el pirineo francés. Hasta allí llegan sus perseguidores pretendiendo apresarle y llevarlo a España para juzgarlo y condenarlo. Debe huir y refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide, donde el 24 de octubre de 1870 fallece a sus 63 años. Fue enterrado en el cementerio monacal con la inscripción de Gregorio VII: “Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro”. Sus restos mortales se trasladaron a Vic en 1897. Fue beatificado por Pío XI en 1934, y Pío XII lo canonizará en 1950, calificándole como: El insigne abanderado de la devoción al Corazón de María.
Filiación apostólica: “Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María”
Cuando el Padre Claret iba a predicar le decía a la Virgen: “Yo soy la trompeta, la que predica eres Tú”, y al ser nombrado Arzobispo de Cuba: “María será el Obispo, y yo seré su Obispo auxiliar”, y nombró “Prelada de la Diócesis” a la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba.
San Antonio María Claret quiso que sus “Misioneros” se llamasen y fueran verdaderos “Hijos del Inmaculado Corazón de María”, y las integrantes del instituto secular femenino “Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María”, como muestra de su filiación cordimariana, núcleo central de su devoción. Esta filiación la entiende el Padre Claret como apostólica, y por eso denomina a sus hijos “Misioneros”, que han de ser instrumentos de su amor filial predicando su solicitud maternal para con los hombres, pues “el Corazón de María es el trono en donde se dispensan todas las gracias y misericordias”.
Su libro “Camino directo y seguro para llegar al Cielo”, contiene la oración mariana que fue más popular en Cataluña después del Ave María y la Salve, y que es un acto de consagración filial a la Virgen:
“Oh Virgen y Madre de Dios, yo me entrego por hijo vuestro y en honor y gloria de vuestra pureza os ofrezco mi alma y cuerpo, potencias y sentidos, y os suplico me alcancéis la gracia de no cometer jamás pecado alguno. Amén. Madre, aquí tenéis a vuestro hijo. En vos, Madre mía dulcísima, he puesto toda mi confianza; jamás quedaré confundido. Amén”.
La Virgen del Rosario tiene en el pecho pintado un Corazón con la espada
La Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María es un original anticipo del mensaje de Fátima. El teólogo G. Roschini afirmará que san Antonio María Claret “viene a ser no sólo el precursor, sino más aun, un singular precursor de Fátima” que se adelantó 68 años a la recepción del mensaje que nos manifestará Nuestra Señora: la devoción a su Inmaculado Corazón, el rezo diario del rosario, y los sacrificios para la conversión de los pecadores. Por ello en uno de los cuarteles de la cúpula de la Basílica de Fátima figura su imagen, y la atención a los peregrinos del Santuario se ha confiado a los Religiosos Hijos del Inmaculado Corazón de María.
El padre Claret recibió la inspiración de unir la devoción al Inmaculado Corazón de María con la devoción predilecta de su infancia y más popular en el pueblo: la devoción al santo Rosario. Y escribe: “La Virgen del Rosario tiene en el pecho pintado un Corazón con la espada, este es el modelo que ha trazado nuestro dignísimo Prelado para los altares de la Virgen del Rosario, a los que ha agregado y fundado la Archicofradía del Corazón de María”. Esta inspiración medio siglo después sería confirmada personalmente por Nuestra Señora en Fátima, manifestando ser la Señora del Rosario y exponiendo su deseo de consagración a su Inmaculado Corazón. Claret explicaba que si el escapulario de la Virgen del Carmen es el signo visible de su protección, y el rosario fue concedido contra los errores albigenses, María finalmente nos revela su remedio para los males de nuestro tiempo: su Corazón.
Claret explica por qué nos lo ha revelado precisamente ahora: Porque estamos viviendo los últimos tiempos, una época llena de pecados, apostasías y persecuciones, de desbordamiento de las tres concupiscencias de que habla la primera carta de S. Juan (1 Jn 2,16), y necesitamos un remedio adecuado para estos males, que Dios nos lo ha dado en el Corazón de su Madre María, coronamiento de todas las devociones marianas, y desea que los Misioneros de su Congregación sean “los brazos de María, que con su celo han de conducir a María a todos: a los justos para que perseveren en la gracia, y a los pecadores para que se conviertan”.
En la providencia de Dios no se dan casualidades, y la presente Beatificación como mártires de ciento nueve de sus hijos Misioneros del Corazón de María en el centenario de la manifestación de su Corazón en Fátima, es muestra palpable de la actualidad de su mensaje.
Agradecemos a Hispania Martyr la elaboración de estos artículos como preparación espiritual para la beatificación de este sábado.
Beatificación de 109 Misioneros Hijos del Corazón de María mártires en el centenario de la manifestación de su Corazón en Fátima
La providencia de Dios ha dispuesto que al cumplirse el centenario de la última venida de Nuestra Señora a Fátima el 13 de octubre de 1917, ciento nueve miembros de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, sacrificados por odio a la fe veinte años después, sean elevados a los altares como mártires. Su último pensamiento antes de morir fue invocar al Corazón Inmaculado de la patrona de su Congregación con su jaculatoria: ¡Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía!
En las apariciones de Fátima Nuestra Señora pidió hace un siglo que junto a la devoción del Sagrado Corazón se estableciera en la Iglesia la de su Inmaculado Corazón, manifestando personalmente que por medio de su consagración Dios quería salvar al mundo. San Antonio María Claret fue su profeta, y para ello en el siglo XIX fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Doscientos setenta y tres de sus hijos, Misioneros Claretianos Mártires en la persecución religiosa en los años treinta del pasado siglo en España, abrieron con su sangre surco a este establecimiento, que debe culminar. Su beatificación tendrá lugar en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona el 21 de octubre, en el triduo de preparación de la fiesta de su fundador San Antonio María Claret.
San Antonio María Claret “viene a ser no sólo el precursor, sino más aun, un singular precursor de Fátima” (G. Roschini)
San Antonio María no pudo tener noticia de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, pues murió medio siglo antes, el 24 de octubre de 1870, pero era buen conocedor de la doctrina de San Juan Eudes de que los Corazones de Jesús y María están tan unidos que sus devociones son inseparables, y había leído al hoy beato Padre Bernardo de Hoyos donde dice que “El Corazón de Jesús comunica a los hombres la infinidad de dones que recibe del Padre por medio del Corazón de su Santísima Madre”.
El novicio Antonio Claret vive en Roma la devoción a la “Madre del Divino Amor”
El 13 de junio de 1835 era ordenado presbítero, un año después que su amigo y compañero Jaime Balmes. Los horizontes de una parroquia no colmaban su ansia apostólica y, deseoso de dedicarse a las misiones extranjeras, en octubre de 1839 decide ir a Roma a inscribirse en "Propaganda Fide", para prepararse a predicar el Evangelio en tierras de infieles. Con un hatillo y sin dinero, a pie, atravesó los Pirineos, y llegado a Marsella tomó un vapor a Roma. Al llegar el Prefecto está de vacaciones y no le puede recibir hasta el cabo de un mes, que aprovecha para realizar ejercicios espirituales con los jesuitas. Su director le animó a solicitar entrar en la Compañía.
Ingresó en su noviciado en el que se respiraba intenso ambiente cordimariano. El General Padre Roothaan en 1837 había hecho promesa de celebrar personalmente la fiesta del Corazón de María si el cólera respetaba a los jesuitas de Roma, y habiéndole otorgado Dios esta gracia por su medio, el 26 de agosto de 1838 celebraba en il Gesú la fiesta de su Inmaculado Corazón. Años más tarde el P. General escribiría hermosa circular a toda la Compañía y al Colegio y Noviciado romano recomendando la devoción al Corazón de María.
Este ambiente del noviciado romano fue clima favorable para que germinara en el alma de Mosén Claret la semilla que llevaba muy dentro desde hacía tiempo. En dos extensas oraciones a la Virgen, compuestas durante el noviciado, invoca a María bajo los títulos de “Madre del Amor Hermoso” y “Madre del Divino Amor”, equivalentes al de “Corazón de María”, cuyos cuadros con el Corazón visible en el pecho llevaban en Roma este nombre, que aparece en el libro del Eclesiástico (24, 18): “Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa”.
Al Padre Claret le sobrevino un intenso dolor en la pierna derecha que le impide caminar. Los médicos le aconsejaron que regresara a España, y el Padre Roothaan le dijo: “Dios os trajo a la Compañía no para que os quedaseis en ella, sino para que aprendieseis a ganar almas para el Cielo. Es su voluntad que Vd. vaya pronto a España”. En marzo de 1840 regresaba y era nombrado vicario de Viladrau, aldea de leñadores del Montseny. Poco después, a sus 33 años, recibía de Roma el título de Misionero Apostólico, que le destinaba al servicio de la Palabra, comenzando su incansable actividad misionera por toda Cataluña, invocando siempre a la Virgen María.
Cuando iba a predicar a un pueblo le asaltaron tres ladrones: “La bolsa o la vida”. “Tendrá que ser la vida, responde el P. Claret, pues no llevo bolsa. Pero os ruego me dejéis ir al pueblo a dar el sermón. Luego vuelvo”. Volvió y les convenció de que dejaran ellos su vida de pecado, confesándose allí mismo.
Los milagros de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Victorias de París inspiran al Padre Claret a consagrar su vida y sus obras a su Inmaculado Corazón
Cuando en el año 1846 leyó Claret en los Anales de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Victorias los relatos de las prodigiosas conversiones que por medio del Inmaculado Corazón de María se realizaban, sintió vibrar su alma de apóstol, y contactó con su propagador, el Abée Desgenettes, abrazando con entusiasmo la nueva devoción, que añadiría su aspecto apostólico a las que practicaba a la Virgen del Rosario, a la Inmaculada o a la Virgen del Carmen, concretándolas todas en el Corazón de María.
En junio de 1846 predicando una gran misión en Lérida, estableció la Archicofradía del Corazón de María. Un año más tarde en la famosa novena del Corazón de María en la catedral de Vic, distribuyó millares de opúsculos y hojas de inscripción, y unos 12.000 cofrades dieron su nombre a la Archicofradía fundada entonces en la Iglesia de Santo Domingo, que meses después llegaban a 20.000, casi toda su población.
El Padre Claret se convirtió en su mejor propagandista por toda España. Así lo explicaba en la catequesis a los niños: “María es la madre de la divina gracia, y al efecto Dios le ha dado un Corazón todo maternal, el más tierno, el más compasivo, el más misericordioso; y sobre las tablas de ese Corazón que es todo caridad, el mismo Dios hecho hombre escribió con su dedo ensangrentado estas palabras: este es tu hijo, y María Santísima, aunque siempre buena, pero en aquel momento empezó a sentir tanta inclinación a hacernos bien, tanta ternura y tanto amor hacia nosotros, que San Ligorio dice que si se reuniera todo el amor que los padres y madres han tenido a sus hijos, los esposos a sus esposas, y los santos a sus devotos, no llegaría ni con mucho al amor que María Santísima tiene a cada uno de nosotros”.
Fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María
El día de la Virgen del Carmen de 1849, en una celda del seminario de Vic, con los padres Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet, Mosén Claret fundaba la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
Arzobispo de Santiago de Cuba
El 6 de octubre de 1850 Mosén Claret, a sus 42 años, era investido arzobispo de Santiago de Cuba en la catedral de Vic y añadía a su nombre el de María. A los dos años de su llegada consagraba su diócesis al Corazón de María, y escribía al Papa Pío IX: “Se ha establecido la Archicofradía del Corazón de María en todas las parroquias”.
El 1 de febrero de 1856 derramaba su sangre por Cristo en Holguín, en atentado en que fue herido por un sicario al que había sacado poco antes de la cárcel. Isabel II le llama como confesor y se traslada a Madrid, logrando moralizar algo la Corte. Restauró El Escorial, y aconsejó a la Reina que pidiese al Papa la aprobación de la fiesta litúrgica del Corazón de María para España, que fue recibida en 1862. Escribía: “En todos los años de mi vida pasada no he padecido tanto como desde que estoy en la Corte. Siempre estoy suspirando para salir. Soy como un pájaro enjaulado que intenta escapar. Casi me habría alegrado de una revolución para que me hubiesen echado”.
Así fue: a raíz de la Revolución de Septiembre de 1868 marcha con la destronada Reina al exilio en París.
Insigne abanderado de la devoción al Corazón de María (Pío XII).
El 8 de diciembre de 1869 comenzó el Concilio Vaticano I. Uno de los temas más debatidos fue la infalibilidad pontificia en cuestiones de fe y costumbres. La voz de Claret resonó en la basílica vaticana: “Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas recibidas en Holguín- ¡ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez!”.
Al ser interrumpido por las tropas revolucionarias, con la salud ya muy quebrantada y presumiendo próxima su muerte, se recoge en la comunidad de sus Misioneros en Prades, en el pirineo francés. Hasta allí llegan sus perseguidores pretendiendo apresarle y llevarlo a España para juzgarlo y condenarlo. Debe huir y refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide, donde el 24 de octubre de 1870 fallece a sus 63 años. Fue enterrado en el cementerio monacal con la inscripción de Gregorio VII: “Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro”. Sus restos mortales se trasladaron a Vic en 1897. Fue beatificado por Pío XI en 1934, y Pío XII lo canonizará en 1950, calificándole como: El insigne abanderado de la devoción al Corazón de María.
Filiación apostólica: “Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María”
Cuando el Padre Claret iba a predicar le decía a la Virgen: “Yo soy la trompeta, la que predica eres Tú”, y al ser nombrado Arzobispo de Cuba: “María será el Obispo, y yo seré su Obispo auxiliar”, y nombró “Prelada de la Diócesis” a la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba.
San Antonio María Claret quiso que sus “Misioneros” se llamasen y fueran verdaderos “Hijos del Inmaculado Corazón de María”, y las integrantes del instituto secular femenino “Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María”, como muestra de su filiación cordimariana, núcleo central de su devoción. Esta filiación la entiende el Padre Claret como apostólica, y por eso denomina a sus hijos “Misioneros”, que han de ser instrumentos de su amor filial predicando su solicitud maternal para con los hombres, pues “el Corazón de María es el trono en donde se dispensan todas las gracias y misericordias”.
Su libro “Camino directo y seguro para llegar al Cielo”, contiene la oración mariana que fue más popular en Cataluña después del Ave María y la Salve, y que es un acto de consagración filial a la Virgen:
“Oh Virgen y Madre de Dios, yo me entrego por hijo vuestro y en honor y gloria de vuestra pureza os ofrezco mi alma y cuerpo, potencias y sentidos, y os suplico me alcancéis la gracia de no cometer jamás pecado alguno. Amén. Madre, aquí tenéis a vuestro hijo. En vos, Madre mía dulcísima, he puesto toda mi confianza; jamás quedaré confundido. Amén”.
La Virgen del Rosario tiene en el pecho pintado un Corazón con la espada
La Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María es un original anticipo del mensaje de Fátima. El teólogo G. Roschini afirmará que san Antonio María Claret “viene a ser no sólo el precursor, sino más aun, un singular precursor de Fátima” que se adelantó 68 años a la recepción del mensaje que nos manifestará Nuestra Señora: la devoción a su Inmaculado Corazón, el rezo diario del rosario, y los sacrificios para la conversión de los pecadores. Por ello en uno de los cuarteles de la cúpula de la Basílica de Fátima figura su imagen, y la atención a los peregrinos del Santuario se ha confiado a los Religiosos Hijos del Inmaculado Corazón de María.
El padre Claret recibió la inspiración de unir la devoción al Inmaculado Corazón de María con la devoción predilecta de su infancia y más popular en el pueblo: la devoción al santo Rosario. Y escribe: “La Virgen del Rosario tiene en el pecho pintado un Corazón con la espada, este es el modelo que ha trazado nuestro dignísimo Prelado para los altares de la Virgen del Rosario, a los que ha agregado y fundado la Archicofradía del Corazón de María”. Esta inspiración medio siglo después sería confirmada personalmente por Nuestra Señora en Fátima, manifestando ser la Señora del Rosario y exponiendo su deseo de consagración a su Inmaculado Corazón. Claret explicaba que si el escapulario de la Virgen del Carmen es el signo visible de su protección, y el rosario fue concedido contra los errores albigenses, María finalmente nos revela su remedio para los males de nuestro tiempo: su Corazón.
Claret explica por qué nos lo ha revelado precisamente ahora: Porque estamos viviendo los últimos tiempos, una época llena de pecados, apostasías y persecuciones, de desbordamiento de las tres concupiscencias de que habla la primera carta de S. Juan (1 Jn 2,16), y necesitamos un remedio adecuado para estos males, que Dios nos lo ha dado en el Corazón de su Madre María, coronamiento de todas las devociones marianas, y desea que los Misioneros de su Congregación sean “los brazos de María, que con su celo han de conducir a María a todos: a los justos para que perseveren en la gracia, y a los pecadores para que se conviertan”.
En la providencia de Dios no se dan casualidades, y la presente Beatificación como mártires de ciento nueve de sus hijos Misioneros del Corazón de María en el centenario de la manifestación de su Corazón en Fátima, es muestra palpable de la actualidad de su mensaje.
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