Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»

Reflexión Domingo III del Tiempo Ordinario

por La alegría de la Buena Noticia

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor»

Queridos hermanos:

Estamos ante el Domingo III del Tiempo Ordinario. La primera lectura del profeta Nehemías es muy importante, porque con él, el pueblo de Israel empieza a tener Celebraciones de la Palabra. Ojalá los cristianos tengamos entre semana Celebraciones de la Palabra donde escuchar la voz del Señor ¿esta palabra que produce? Paz, fruto del encuentro vivo con Jesús; por eso termina diciendo: hoy es un día consagrado a nuestro Dios, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene; porque cuándo se proclama la Palabra es una fiesta para el hombre, porque cambia su vida, la transforma. Termina diciendo: “No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza”.

Por eso respondemos con el Salmo 18: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. La voluntad del Señor es pura, sus mandamientos, verdaderos”, es decir, su voluntad es auténtica y reanima nuestro corazón, a veces dañado o doble por el pecado.

Por eso la segunda Palabra que es del Apóstol San Pablo a los Corintios nos invita a ser un solo cuerpo. Los cristianos estamos invitados a ser un solo cuerpo y un solo espíritu; por eso termina diciendo: cuando un miembro sufre, sufre todo el cuerpo. Es importante hermanos tener un cuerpo, una comunidad donde escuchar, celebrar y ser corregidos por los hermanos; una comunidad que sea un solo cuerpo. El hombre, hermanos, no es un ser individual, sino un cuerpo que da vida. Por eso la palabra dice: el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, tiene diversidad de carismas, profetas, apóstoles; hablan lenguas nuevas, es decir las lenguas del discernimiento.

Por eso hermanos, podemos todos proclamar el aleluya: “El Señor me ha enviado a dar una Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos”. En el Evangelio este Aleluya es el centro de la predicación de Jesús, es enviado a nosotros a liberarnos de nuestra prisión, del encarcelamiento que tenemos de no poder hablar con sinceridad.

En el Evangelio, San Lucas se dirige a Teófilo y le dice: “Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos”. Lo que trasmite Lucas es una certeza, una experiencia. Y dice San Lucas que “en aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu, fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor»; y termina diciendo Jesús: «Hoy se cumple esta Palabra». Hermanos, esta es la misión de Jesús, la misión de la iglesia y la misión de los profetas. El Señor nos ha ungido para llevar una Buena Noticia a los que están esclavos en su pobreza de no poder amar, a los que están esclavos porque no tienen libertad o ciegos porque no ven, oprimidos porque les tiraniza un faraón dentro: la no libertad; por eso Jesús se presenta con esta Palabra y dice: “Hoy se ha cumplido”, porque Él es enviado a la tierra para anunciar el Año de Gracia del Señor y ¿en qué consiste este Año de Gracia? consiste en poder oír, ver que la Palabra de Dios se cumple. Por eso, hermanos, ánimo, que este Espíritu del Señor quiere envolverte, sanar tu corazón y hacerte libre, es decir, quitar la tiranía del faraón de tu corazón que no te deja ver al otro como un bien para ti. Por eso, hermanos, ánimo, que Dios nos ama y nos invita a escucharle. Pidámosle poder escrutar, leer su Palabra y vivir de ella, dejarnos guiar.

+ Que el Señor os bendiga con su gracia a todos vosotros.

 

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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