Lunes, 23 de diciembre de 2024

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¿Qué hacía Don Manuel en 1936?

por Victor in vínculis

Vamos a conocer el episodio de la vida de algunos santos durante los trágicos días de la persecución religiosa en la España de 1936. El segundo testimonio es el de San Manuel González García.
 

Manuel González García (Sevilla, 25 de febrero de 1877 - Madrid, 4 de enero de 1940), también conocido como el Apóstol de los Sagrarios Abandonados. Fundador de las Marías de los Sagrarios y de la congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de Nazaret, beatificado el 29 de abril de 2001, por San Juan Pablo II. El 16 de octubre de 2016 fue canonizado por el papa Francisco.

Fue ordenado sacerdote por el beato Cardenal Spínola, en 1901 en la Capilla del Palacio Episcopal de Sevilla. En 1902 fue enviado, por el arzobispo de Sevilla, a Palomares del Río (Sevilla) para predicar una misión; se dirigió a la iglesia, la cual encontró sucia y abandonada. De rodillas, ante el sagrario abandonado, ante Jesús Sacramentado, Manuel González pensó en la cantidad de sagrarios abandonados que habría en el mundo, recibiendo la gracia carismática que transformó su vida y orientó sus obras eucarísticas. Su primer cargo fue como capellán de la residencia de ancianos de las Hermanitas de los Pobres de Sevilla.

El 1 de marzo de 1902 fue nombrado párroco de parroquia de San Pedro de Huelva, de la que se hizo cargo el 9 de marzo siguiente. En esta ciudad es conocido como «el Arcipreste de Huelva» en la cual fundó las escuelas del Sagrado Corazón de Jesús junto con el abogado y maestro Manuel Siurot. Durante once años vivió allí, hasta que fue preconizado obispo auxiliar de Málaga.

El 6 de diciembre de 1915 el papa Benedicto XV, lo nombró obispo auxiliar de Málaga, y al morir el obispo residencial, fue designado administrador apostólico y después, en 1920, obispo residencial de la misma diócesis.

La noche del 11 de mayo de 1931 una masa de gente azuzada, incendió el Palacio Episcopal de Málaga reduciendo a cenizas los tesoros archivísticos, artísticos y documentales, así como los de la mayoría de los templos y conventos de Málaga. El obispo salió in extremis, junto a familiares y religiosas, por una puerta trasera del edificio en llamas, siendo descubiertos por los incendiarios. Pasada la noche en casa de un sacerdote diocesano, ante el clima de tensión y la falta de garantías por parte de las autoridades, el obispo salió de la ciudad, a la que jamás volvería, y tras permanecer refugiado en dos casas de campo de amistades, viajó hasta Gibraltar el 13 de mayo, donde lo acogió el obispo local, monseñor Richard Fitzgerald [bajo estas líneas]. Permaneció siete meses en Gibraltar, hasta que el 26 de diciembre de 1931 viajó hasta Ronda y luego a Madrid, desde donde rigió la diócesis desde 1932.
 

Sobre don Manuel hemos escrito mucho por considerarle protomártir de los obispos españoles, aunque no muriese mártir. Primero, por los sucesos de 1931 y luego por su destierro y continuada persecución. También por ser firmante de la “Carta Colectiva”. Podéis leer lo ya publicado sobre don Manuel en estos enlaces:

http://www.religionenlibertad.com/martirio-y-destierro-del-beato-manuel-gonzalez1-26667.htm
http://www.religionenlibertad.com/martirio-destierro-del-beato-manuel-gonzalez--26744.htm
http://www.religionenlibertad.com/martirio-y-destierro-del-beato-manuel-gonzalez-3-26757.htm
http://www.religionenlibertad.com/martirio-destierro-del-beato-manuel-gonzalez--26806.htm
http://www.religionenlibertad.com/martirio-y-destierro-del-beato-manuel-gonzalez-5-26842.htm
http://www.religionenlibertad.com/san-manuel-gonzalez-garcia-carta-colectiva-47662.htm

 
Mientras celebraba la Santa Misa su la capilla del obispado de Palencia, el 19 de julio de 1936, una serie de detonaciones produce consternación en el pueblo palentino. ¡Ha estallado la guerra! Unos días después escribe a madre María de Santiago: “Las guerras son el castigo de Dios. Predicad la más necesaria de todas las cruzadas ¡la del amor fraterno entre los españoles! Porque somos hijos del mismo Padre... y hermanos del mismo Jesús”.
 
Escribe monseñor Rafael Palmero Ramos[1]:
«Le duele a don Manuel en el alma lo que está sucediendo en España en estos años. Y abre su corazón para dictar a su pluma una lección que serán lecciones sucesivas y complementarias con el paso del tiempo. Tendentes todas ellas a reconstruir el amor entre hermanos.

Escribe estas cartas pastorales, 18 en total, entre los años 1936 y 1938, por lo tanto, durante la guerra civil española. Son textos y consideraciones propias del tiempo en que le ha tocado vivir.

Al recibir las noticias que las radios y la prensa aireaban: “¡Se acabó la guerra! ¡Desaparecieron los frentes de combate!”, don Manuel feliz escribe esta carta pastoral.

El final de la contienda es una gracia del Corazón de Jesús. Él ha prometido reinar en España. El ejemplo de los mártires debe llevarnos a todos a construir una España sin odio y rencores. Que en el territorio español brille la fe y la concordia cristiana entre hermanos. Es un canto de acción de gracias a Dios. Y una petición a sus diocesanos: En esta hora solemne[2]pensamientos grandes, austeridades grandes y grandes generosidades por nuestro Dios y por España».

De sus escritos[3], este botón de muestra:

El cáliz de ayer
¡Con qué ansias esperaba antes tu «Granito de Arena» las vísperas de tus Fiestas para presentarte en incensario de muy fina y repujada gratitud los favores que, durante el año, le habías hecho y las obras de las que es humilde portavoz!
Y escuelas y maestros, seminarios y seminaristas, Marías y Discípulos, biblioteca con sus montones de libros y hojas iban desfilando ante TI, AMO divino, Inspirador y Coronador de todo y de todos, ofreciéndote sus azuladas nubes de oloroso incienso de gloria y alabanza a Ti y edificación y estímulo para los que leyeran.

Hoy, en el undécimo mes del año más trágico de nuestra historia por la furia con que los demonios del infierno y de la tierra están intentando barrer de sobre la haz de nuestro suelo el nombre de Dios y de España, ¿qué obras nuevas o qué adelantos de las que había, puede poner "El Granito" en el incensario de sus felicitaciones?
 

El cáliz de hoy
Dígnate Corazón bueno, recibir un lugar del incensario grande de otros años, un cáliz, grande también, rebosando sangre de mártires, sí, de mártires tuyos y de nuestra familia..., sangre de sacerdotes y de seminaristas Discípulos de san Juan, de Marías y de directores de tus Marías... ¡Han sido tantos los que han caído de ésta tu familia reparadora! Pero ¿qué digo caídos? No; ¡han sido tantos los que desde tus Sagrarios destrozados o quemados de la tierra han subido a la contemplación y al gozo eterno de tu Sagrario del Cielo!

Hemos llorado, es verdad, la muerte de tantos hermanos y hermanas y la paralización de todas las actividades de su celo reparador; pero enjugándonos las lágrimas y sonriendo, te decimos: ¡Gracias Corazón de Jesús, porque has querido estampar en la cinta blanca y morada de nuestra Obra el rojo de la sangre del martirio!
 

[1] Rafael PALMERO RAMOS, Don Manuel González García, Obispo de Palencia (19351940)
[2] Manuel GONZÁLEZ GARCÍA, Carta Pastoral, Hora de liquidación, Boletín Eclesiástico del Obispado de Palencia, 6 de abril de 1939, pág. 128.
[3] Manuel GONZÁLEZ GARCÍA, Escrito en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús de 1937, en plena guerra de liberación contra el comunismo. Obras Completas nº 744-746 (de su libro Florecillas del Sagrario. Capítulo V. Florecillas del tiempo).
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