Lunes, 23 de diciembre de 2024

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¿Qué hacía M. Maravillas en 1936?

por Victor in vínculis

Vamos a conocer el episodio de la vida de algunos santos durante los trágicos días de la persecución religiosa en la España de 1936. Comenzamos esta serie con Santa Maravillas de Jesús.

María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, que al entrar en la vida religiosa, como carmelita descalza, tomó el nombre de Maravillas de Jesús, nació en Madrid el 4 de noviembre de 1891 y falleció en el convento de La Aldehuela de Getafe, el 11 de diciembre de 1974.

Hizo sus votos religiosos en el año 1921. En 1923, tomó la decisión de fundar un convento de Carmelitas en Getafe en el Cerro de los Ángeles, junto al monumento levantado en el centro geográfico de España. El obispo de Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo y Garay, acogió y se entusiasmó con la idea y en 1924 la Hermana Maravillas y otras tres monjas carmelitas de El Escorial se instalaron provisionalmente en una casa de Getafe para atender desde allí la edificación del convento. El 30 de mayo de 1924 hizo su profesión solemne, y en junio de 1926 fue nombrada priora de la comunidad del Monasterio del Sagrado Corazón y Nuestra Señora de los Ángeles, que fue inaugurado el 31 de octubre de 1926.
 

La Madre Maravillas y la Hermana Dolores de Jesús viendo los terrenos para la fundación de Duruelo.

Realizó otras varias fundaciones de conventos: como el de Mancera de Abajo (Salamanca), en 1944; el de Duruelo (Ávila), en 1947; el de Arenas de San Pedro (Ávila), en 1954; el de San Calixto, en la sierra de Córdoba, en 1956; el de Aravaca (Madrid), en 1958; y en 1961 el de La Aldehuela (Getafe, Madrid), en el que fue elegida priora y vivió hasta su muerte. El año 1960 entregó un monasterio a los Hermanos Carmelitas Descalzos de la Provincia de Castilla, monasterio que ella misma se había preocupado de construir para ellos en la ciudad de Talavera de la Reina (Toledo). También fundó el Carmelo de Montemar-Torremolinos (Málaga), en 1964. Antes de la Guerra civil española había fundado un convento en Kottayam (La India), en 1933. Es considerada una de las grandes místicas del siglo XX. Fue canonizada en Madrid, el 4 de mayo de 2003, por San Juan Pablo II.

Durante la persecución religiosa en España

A partir de 1931, la Madre Maravillas pasaba todas las noches muchas horas orando desde su Carmelo y solicitó y obtuvo permiso del papa Pío XI para salir con su comunidad.
El 1 de mayo de 1936 un grupo de mozalbetes intenta asaltar el convento del Cerro. Llegan un día y otro, noticias de sacerdotes o religiosos apresados y asesinados. La Madre ofrece a las hermanas la posibilidad de refugiarse cada una con su familia o en lugar que pueda. Todas deciden quedarse donde el Señor las ha reunido en su nombre.

El 22 de julio entran los milicianos en el Carmelo, lo registran todo, no hallan nada comprometedor ni que tenga valor, y hacen salir a todas del convento. Mientras las llevan en un autobús, discuten si darles el paseo –fusilarlas en algún lugar apartado– o llevarlas detenidas a Getafe, que es lo que finalmente hacen. Son recibidas en las Ursulinas.
 

Milicianos celebran puño en alto la voladura del Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles.

El 6 de septiembre de 1936, en plena Guerra Civil, estando refugiadas en un piso de la calle Claudio Coello, nº 33, sufren otro registro, y la Madre es interrogada por un miliciano que le apunta con una pistola. Ella acaba ganándoselo, se van los milicianos, y el 30 de octubre el interrogador amenazante vuelve, pero esta vez solo de visita... En este piso de Claudio Coello pasaron catorce meses.

1937-1939

El 13 de setiembre de 1937 salen las veintiuna de Madrid, y pasando por Valencia, Barcelona, Port-Bou, Perpignan, Lourdes... llegan a Salamanca, donde son acogidas por las carmelitas. Allí se hacen los hábitos, y el 28 de septiembre llegan al Santo Desierto de San José del Monte de las Batuecas.

En previsión de la persecución sufrida desde 1931, Madre Maravillas había comprado, en febrero de 1936, el Desierto de las Batuecas, antiguo Desierto de la Orden, con el fin de recuperarlo para el Carmelo. El lugar, muy apartado, al fondo de un valle en la Serranía de las Hurdes, es muy hermoso. Aunque convento y ermitas estaba todo en ruinas, quedaba junto al río, y tenía mucha vegetación.

El Obispo de Coria pide a la Madre que funde allí, y aunque ésta hubiera preferido volver al Cerro, en cuanto fuera posible, y desde allí fundar, accede, y el 1 de marzo de 1939 se erige el convento de Batuecas, lugar de paz y de silencio.

Vuelta al Cerro

El Obispo de Madrid les escribe, en forma inesperada, que regresen cuanto antes al Cerro, pues las tropas nacionales están a punto de tomar la capital. Trece hermanas quedan en las Batuecas. La Madre parte con otras tres, se hospedan en las Ursulinas de Getafe, y el 7 de marzo suben a ver el estado del carmelo del Cerro. El 16 de marzo llegan desde las Batuecas a las Ursulinas el resto de las hermanas profesas; las novicias vendrán más tarde. El 29 de marzo, recién terminada la Guerra Civil, suben al Cerro para iniciar los duros trabajos de limpieza y reparación del monasterio. Todo en el Cerro ha sido arrasado, el monumento, la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, el convento... Por todas partes hay ruina y desorden. Con oración y trabajo, van reconstruyendo el monasterio con gran esfuerzo. Las propias monjas han de arreglarse para reedificar el convento con pocas ayudas, pues faltan brazos y materiales. Se carece de todo. Pero no faltan las vocaciones, que en seguida comienzan a llegar. La Madre se multiplica organizando los trabajos y, sobre todo, ocupándose de la formación de las novicias y de la vida de la comunidad. Duerme unas tres horas, y lo hace sentada en el suelo, recostándose solo en la tarima, es decir, en la cama que se usa en las celdas. Esto lo venía haciendo desde 1931, aproximadamente, a los comienzos de la República. Centrada en la recuperación del carmelo del Cerro, que el Señor le había inspirado, ni se le pasa por la mente -y así lo dice- empeñarse en nuevas fundaciones. Todo hace pensar que en el Cerro es donde la quiere el Señor. Su inclinación interior es clara: seguir en el Cerro y dejar de ser priora.
 

[José María Iraburu, Maravillas de Jesús, carmelita descalza santa (Pamplona 2003)].
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