Padres, ¿os habéis rendido?
¿Por qué creísteis a vuestros hijos cuando se escudaron tras la manida excusa de que «todo el mundo lo hace»? ¿Por qué procurasteis que no les faltara de nada –de nada de idiomas, carreras y títulos– mientras su espíritu quedaba escuálido y hambriento?
¿Por qué permitisteis que vuestros hijos acabaran adorando ídolos y no les mostrasteis al Dios vivo? ¿Por qué les inculcasteis aquello de que «va primero la obligación y después la devoción»? El primer mandamiento nos manda amar a Dios sobre todas las cosas. ¿Es que servir al Señor va reñido con cumplir el deber?
Padres; ¿en qué momento permitisteis que vuestros hijos fueran presa fácil de los vicios y la corrupción? ¿Por qué os costó tanto decir «no» en tantas ocasiones, aun sabiendo que era para su bien?
¿Cuándo mirasteis para otro lado mientras el egoísmo atrincheraba en sus corazones adolescentes y el capricho tiranizaba su voluntad? ¿No visteis que la fascinación del mundo cegaba sus ojos? ¿Por qué os dejasteis convencer por los que buscan amaestrar y destruir a vuestros hijos? ¿Por qué os engañaron aquellos que os hablaban de abandonar toda autoridad tras disfrazarla de autoritarismo rancio y antipático? ¿Acaso no veis adónde han llevado a los jóvenes?
¿Por qué habéis tratado de borrar toda aspereza del camino para «que no sufra su autoestima? ¿Es que no eran oportunidades que les presentaba la vida para crecer? ¿Por qué no les dejasteis que vieran las malas consecuencias de sus malos actos, en vez de maquillarlas?
Padres... ¿cuándo desjasteis de ser padres?
Álex NAVAJAS