Inquisición de género
El obispo de Solsona, Xavier Novell, se ha preguntado en una carta pastoral si la falta simbólica de la figura paterna en la familia moderna propicia la homosexualidad y, por hacerlo, le ha abucheado el colectivo arco iris, del rosa al amarillo. La inquisición de género no le condena por una idea, sino por una pregunta, lo que viene a ser como si el Ayuntamiento de Málaga declarase a Zidane persona non grata si en la rueda de prensa previa a la final el míster se pregunta si no será mejor optar por la velocidad de Bale que por el talento de Isco para doblegar a la zaga de la Juventus.
A rebufo del colectivo homosexual, al obispo también le critican desde el ámbito institucional, lo que resulta lógico, ya que un político no es más que un pusilánime que cobra por secundar a un radical. En concreto, el Ayuntamiento de Cervera le ha aclarado a Novell que no es profeta en su tierra, en tanto que el alcalde de Solsona le ha llamado por teléfono para pedirle que rectifique, so pena de que, si no lo hace, empeorarán las relaciones entre el consistorio y el Obispado. Es decir, le advierte de que habrá consecuencias. No es por comparar, pero el Daesh también pide a los cristianos que renieguen de su fe si quieren conservar la vida. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero eso es lo bueno que tienen, que son odiosas.
Desconozco si mis amigos homosexuales, que son bastantes, aunque no trabajo en Tele 5, crecieron sin un referente masculino o con más de un padre, pero reivindico el derecho de la Iglesia católica a hacerse las preguntas que considere oportunas sobre ellos porque parten de una preocupación. Si tengo un hijo comunista, ¿no debería hablarle de Stalin? Si lo hago, entendería que el niño me replicase que la economía estatal es mejor que la de mercado, pero no que me denunciase al KGB, que es lo que hace la izquierda con el obispo. De hecho, la Generalitat sopesa abrirle un expediente sancionador y ERC pide que se le aplique la ley contra la homofobia. Está la cosa como para ponerte a gritar en Solsona a rebote, a rebote.
A rebufo del colectivo homosexual, al obispo también le critican desde el ámbito institucional, lo que resulta lógico, ya que un político no es más que un pusilánime que cobra por secundar a un radical. En concreto, el Ayuntamiento de Cervera le ha aclarado a Novell que no es profeta en su tierra, en tanto que el alcalde de Solsona le ha llamado por teléfono para pedirle que rectifique, so pena de que, si no lo hace, empeorarán las relaciones entre el consistorio y el Obispado. Es decir, le advierte de que habrá consecuencias. No es por comparar, pero el Daesh también pide a los cristianos que renieguen de su fe si quieren conservar la vida. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero eso es lo bueno que tienen, que son odiosas.
Desconozco si mis amigos homosexuales, que son bastantes, aunque no trabajo en Tele 5, crecieron sin un referente masculino o con más de un padre, pero reivindico el derecho de la Iglesia católica a hacerse las preguntas que considere oportunas sobre ellos porque parten de una preocupación. Si tengo un hijo comunista, ¿no debería hablarle de Stalin? Si lo hago, entendería que el niño me replicase que la economía estatal es mejor que la de mercado, pero no que me denunciase al KGB, que es lo que hace la izquierda con el obispo. De hecho, la Generalitat sopesa abrirle un expediente sancionador y ERC pide que se le aplique la ley contra la homofobia. Está la cosa como para ponerte a gritar en Solsona a rebote, a rebote.
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