Sábado, 21 de diciembre de 2024

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Nueva Evangelización. Un desafío lleno de dones

Nueva Evangelización (II) Estructura

Nueva Evangelización (II) Estructura

por La divina proporción

La semana pasada escribí sobre ¿Qué es la Nueva Evangelización? Conociendo qué es la nueva evangelización, podemos concretar la misión que el evangelizador debe desarrollar en nuestra sociedad. Una sociedad postmoderna, secularizada y virtualizada, en la que no existe sentido pleno y profundo de la vida. Esta misión la podemos resumir, siguiendo lo que señala Benedicto XVI (28 de junio 2010): la evangelización es siempre “«nueva» no en los contenidos, sino en el impulso interior, abierto a la Gracia del Espíritu Santo, que constituye la fuerza de la ley nueva del Evangelio y que renueva siempre a la Iglesia; «nueva» en la búsqueda de modalidades que correspondan a la fuerza del Espíritu Santo y sean adecuadas a los tiempos y a las situaciones; «nueva» porque es necesaria incluso en países que ya han recibido el anuncio del Evangelio”.

Una vez tenemos clara la misión del evangelizador, el siguiente paso es concretar la "dimensión" de la evangelización. Entiéndase la dimensión como un dato fundamental para determinar la estructura necesaria para enfocar y desarrollar, cualquier acción encaminada a transmitir a Cristo al mundo del siglo XXI. Para ello nada mejor que seguir lo que el entonces Card. Ratzinger, indicaba en una conferencia pronunciada en el año 2000, sobre la Nueva Evangelización. En la introducción de la conferencia tenemos dos pistas que enlazan la misión y la visión de la nueva evangelización:

  1. Evangelizar quiere decir mostrar ese camino, enseñar el arte de vivir. Jesús dice al inicio de su vida pública: he venido para evangelizar a los pobres (Cf. Lc 4,18). Esto significa: yo tengo la respuesta a vuestra pregunta fundamental; Yo os muestro el camino de la vida, el camino que lleva a la felicidad; más aún: yo soy ese Camino.
  2. La pobreza más profunda es la incapacidad de alegría, el tedio de la vida considerada absurda y contradictoria. [...]  Por eso, tenemos necesidad de una Nueva Evangelización: si se desconoce el arte de vivir, todo lo demás ya no funciona.

En el punto en que trata sobre la estructura de la Nueva Evangelización hay una serie de indicaciones relativas a la dimensión. La Nueva Evangelización:

  1. ... debe someterse al Misterio de la semilla de mostaza y no pretender producir rápidamente el gran árbol. 
  2. Dios no cuenta con grandes números; el poder exterior no es el signo de su presencia.
  3. Las grandes cosas comienzan siempre de una pequeña semilla y los movimientos de masas son siempre efímeros.
  4. ... no puede querer decir: atraer inmediatamente, con nuevos métodos, más refinados, a las grandes masas que se han alejado de la Iglesia.
  5. ... quiere decir: no contentarse con el hecho de que de la semilla de mostaza haya crecido el gran árbol de la Iglesia universal; no pensar que baste el hecho de que en sus ramas pueden anidar muy diversas aves; sino atreverse de nuevo, con la humildad de la pequeña semilla, dejando que Dios decida cuándo y cómo crecerá (Cf. Mc 4,26-29).

¿Qué dimensión tenemos que considerar? La que emana de la humildad y la sencillez de quienes llevan a cabo la misión. La acción evangelizadora necesita generar grandes estructuras, ya que parte de la pequeñez de cada uno de los bautizados. Son fundamentales cada una de las acciones pequeñas y constantes acciones que podemos realizar en nuestro día a día. No cuentan los grandes números, miles de seguidores o la influencia mediática que seamos capaces de generar.  Con gran clarividencia, el card. Ratzinger nos dice:

Gran parte de los parábolas de Jesús indican esta estructura de la acción divina y de esta forma sale al paso de las preocupaciones de los discípulos, los cuales esperaban del Mesías éxitos y señales muy diferentes: éxitos del tipo que ofrece Satanás al Señor: "Todo esto —todos los reinos del mundo— te daré..." (Mt 4,9).

El diablo, el gran separador, nos tienta con el éxito, la vanagloria, la adoración de la muchedumbre. Cuando Pilatos ofrece dejar libre al Señor, la muchedumbre grita con más fuerza: crucifícale (Jn 19:4-14). Por contra, las parábolas del Reino (Sembrador, Grano de Mostaza, la Perla y el Tesoro escondidos, la red de pesca, etc) hablan de sencillez, docilidad a la Voluntad de Dios y anonimato. ¿Quiera es el Sembrador? No importa quien sea. Lo importante es que lance la Semilla por donde transite. Sólo de esa forma la Semilla germinará cuando repose en la tierra adecuada.

Las parábolas nos ayudan a determinar más aspectos de la estructura de la Nueva Evangelización. Quien evangeliza, necesita llevar el Evangelio y saber lanzarlo. Como sucede cuando se lanza la red de pesca, recogeremos peces adecuados e inadecuados. Tomaremos las adecuados y dejaremos los demás. Como se puede leer en la parábola del Fariseo y el Publicano, de nada sirve la vanagloria y el éxito. Dios valora el arrepentimiento y que asumamos que nada podemos sin Él. En la parábola de los Trabajadores de la Hora Undécima, vemos que lo importante no es el cuando, sino la disponibilidad a servir a Dios, juntos, unidos, colaborando. En la parábola de los Talentos, nos damos cuenta que aquellos dones que Dios nos ha dado son importante, siempre que los pongamos a trabajar. De nada vale guardar los dones para que no se pierdan. En la parábola del Banquete de Bodas, nos hacemos conscientes de que muchos son los llamados y pocos los que aceptan ser elegidos por el Señor. Los sencillos y humildes, son los que son capaces de aceptar la Voluntad de Dios con facilidad. Los ricos y poderosos, nunca tienen tiempo para asistir al Banquete. También nos enseña que siempre puede haber quien llegue al Banquete buscando sus intereses personales.

¿Qué más podemos decir la estructura de la Nueva Evangelización? Básicamente, que una gota de agua que cae constantemente, es capaz de horadar la roca más dura. La constancia necesita dos ingredientes: esperanza y docilidad. Lo que hoy no da resultados, aunque se haga con humildad y profunda esperanza, necesita tiempo. Con el tiempo, ala gota irá penetrando en los corazones petrificados de algunas personas. Tampoco hace falta que sean muchas. Mejor poco excelente que mucho dudoso. Si lo que hacemos genera el efecto contrario al buscado, hay algo que no funciona y necesitamos orar, meditar y repensar lo que hemos construido o puesto en marcha.

En el pontificado de Benedicto XVI se pusieron en marcha iniciativas muy interesantes, como los Patios de los Gentiles, las propuestas de llegar a Dios por medio de la Belleza, las iniciativas de comunicación que el extinto P.C.C.S generó. Por desgracia, estas iniciativas se fueron olvidando. Parecía que no daban resultado, pero no se le dio tiempo y apoyo suficiente. Quizás algunas de estas iniciativas puedan volver a ser estudiadas y utilizadas como base para la Nueva Evangelización. Benedicto XVI, en el breve Discurso a la Curia romana, 21 diciembre 2009, dice algo muy interesante:

Como primer paso de la evangelización debemos tratar de mantener viva esta búsqueda (de Dios); debemos preocuparnos de que el hombre no descarte la cuestión sobre Dios como cuestión esencial de su existencia; preocuparnos de que acepte esa cuestión y la nostalgia que en ella se esconde. 

Hoy en día, la Nueva Evangelización no sólo tiene como objetivo quienes no creen en Dios, sino toda persona que deja a Dios a un lado o lo guarda en una vitrina. Una vitrina donde se almacenan cosas valiosas, bellas y antiguas. Cosas que son importantes pero ya no forman parte de nuestra vida. Entonces, olvidando el Camino, vivimos únicamente con las referencias que el mundo nos ofrece. El Camino es Cristo. Sin Él, la vida queda vacía, deja de tener sentido.

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