Fútbol, luto y solidaridad

Después de una semana del accidente del avión de Lamia en el municipio de La Unión – Colombia donde murieron 71 personas, entre ellos 26 miembros del equipo de futbol Chapecoense de Brasil vemos cómo la solidaridad ha brotado desde muchos lugares para acompañar a los brasileros en este gran luto que viven hoy.
Dice el refrán: “Una pena entre dos es menos atroz” y eso fue lo que se vivió el pasado miércoles en el estadio Atanasio Girardot de Medellín - Colombia (en sus alrededores con decenas de miles de aficionados que no pudieron entrar y en los millones de hogares que siguieron el homenaje por televisión), donde se iba a disputar la final de la Copa Sudamericana de Futbol. Allí la competencia se transformó en solidaridad, la fiesta futbolera se transformó en un conmovedor homenaje póstumo. Los gritos de los hinchas fue cambiado por un hondo llanto y por cálidos abrazos de consuelo.
A veces, en estos caminos misteriosos, es que te das cuenta de la solidaridad y unión entre las naciones. Como colombiana e hincha del Atlético Nacional puedo decir con fe y con humildad que hemos hecho nuestro el luto de nuestros hermanos brasileros y muchos dicen de corazón ¡Obrigado Colombia! Su pena también se ha hecho nuestra.
Y también fue la pena de muchos líderes que se manifestaron alrededor del mundo, entre ellos el Papa Francisco: “También quisiera recordar hoy el dolor del pueblo brasileño por la tragedia equipo de fútbol y orar por los jugadores muertos y por sus familias. En Italia sabemos bien lo que esto significa porque recordamos el accidente aéreo de Superga en 1949. Son tragedias duras. Oremos por ellos”, dijo desde el Vaticano el pasado 29 de noviembre, luego de la Audiencia General.  
Mucho se puede escribir sobre esta tragedia que dio un inesperado final a la Copa Sudamericana de futbol, que hizo a los jugadores del Chapecoense dignos del título póstumo y a los integrantes del Atlético Nacional campeones de la nobleza y solidaridad que tiene conmovidos a los brasileros, que hizo llorar - y contagiar su llanto – al ministro de relaciones exteriores José Serra tras su emotivo discurso el pasado miércoles.  Que hizo que el alcalde de Chapecó Luciano Buligon visitera el día del velorio (al que asistió la mitad de la población de Chapeco) la camiseta del Nacional.
Como siempre, en estos accidentes, no faltan las historias de quienes a última hora no pudieron viajar. En este caso algunos jugadores que por lesiones no podrían estar en la cancha. Uno más había pedido un permiso familiar, mientras que Matheus Saroli, hijo del técnico Caio Júnior, no viajó porque dejó su pasaporte en la casa. Experiencias que dejan ver que Dios se vale a veces de pequeñas decisiones o incidentes pueden cambiar nuestro destino e incluso prolongar o acortar nuestra vida.
También aquellas historias que arrugan el corazón como la de Thiago da Rocha Vieira, el delantero del Chapecoense que un día antes del trágico vuelo recibió la noticia de que iba a ser padre, o la de los seis sobrevivientes (¡seis milagros!) como el periodista Rafael Henzel: “Dios me dio una segunda oportunidad y vamos a celebrar todos nosotros”, dijo el lunes 5 de diciembre desde la unidad de cuidados intensivos del hospital San Vicente de Rionegro - Colombia.
Experiencias de extremo dolor que mostraron la semana pasada también una extrema nobleza y sellaron una unión especial entre Brasil y Colombia. Como dijo entre lágrimas el ministro de relaciones exteriores de Brasil en el homenaje póstumo a sus futbolistas, “Más allá de la tragedia, las innumerables expresiones de cariño son testigo de la importancia de los valores del deporte para construir un mundo mejor.”