Lunes, 23 de diciembre de 2024

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La cigüeña en la Catedral de los Mártires

por Victor in vínculis

Son numerosas las veces que don Francisco José Fernández de la Cigoña, nuestro querido Paco Pepe, ha tenido a bien escribir sobre la tarea que tengo encomendada. Esto no es un partido de tenis, ni de ping-pong. De biennacidos es el ser agradecidos. Así que, como yo no pude ir el domingo a Paracuellos, ya que comenzaba la novena de la Niña María, en el colegio “Compañía de María” de Talavera de la Reina, donde ejerzo de capellán, copio la mayor parte de su crónica para que no se pase por alto lo que sucede cada mes de noviembre en la Catedral de los Mártires de Paracuellos de Jarama.
 
 
 
Habla en su artículo del hermoso monumento que los padres agustinos tienen en el camposanto de Paracuellos y, sobre todo, de la cantidad de nombres que a la vuelta del monolito están escritos, gloria de la Orden y del Monasterio de El Escorial. El 21 de agosto de 2013 fue erigido este monumento, para conmemorar el lugar donde 70 agustinos fueron martirizados en la persecución religiosa. En el frontal se reproduce en mosaico el gran cuadro, obra de Pedro Martínez Tavera, colgado en la "Sala de capas" del Real Monasterio de El Escorial. El 28 de octubre de 2007, 98 agustinos fueron beatificados en la Plaza de San Pedro, entre ellos estos mártires de Paracuellos.
 
 
La crónica de La cigüeña de la torre podía leerse hoy en su blog:

El día era verdaderamente luminoso. Si los corazones de todos estaban calientes de amor a Dios, a la Iglesia, a los Mártires y a España el sol calentaba también nuestros cuerpos que iban despojándose de las prendas de abrigo. Y hacía si cabe todavía más blancas la gran cruz del cerro y las innumerables que cubren las fosas donde esperan la resurrección gloriosa algunos miles de inocentes asesinados por sus amores a Dios y a España.
 
 
Uno, que lleva ya unos cuantos años asistiendo a tan emocionante acto, constata que el número de asistente aumenta cada año que pasa. Y en este último de modo considerable. Al principio, yo no soy testigo, y pasados los fervores iniciales de tantos miles de familiares y amigos de los asesinados, aquello fue decayendo. La benemérita Hermandad de Nuestra Señora de los Mártires de Paracuellos se esforzaba por mantener viva aquella memoria, pero el paso inevitable de los años iba reduciendo el número de los perseverantes. Hoy seguramente no sobrevive ya ninguna viuda y escasísimo número de hijos de los masacrados. Han pasado 80 años del holocausto. Si hubiera algún joven asesinado de veinte años casado con alguien de esa edad, la viuda tendría ahora cien años. Y el hijo recién nacido ochenta. Aunque caben hijos de matrimonios con hijos nacidos en esas fechas o poco antes. Pero son casos extremos y que no se darán en abundancia. Algún niño al que le mataron al padre tal vez sobreviva, pero ya octogenario o nonagenario. Y no son edades para ir un domingo de noviembre a Paracuellos. Aunque algunos todavía queden y asistan. Mi mujer se encontró ayer, un año más, a dos personas muy próxima a la familia en la amistad y que son huérfanas de Paracuellos. No faltan nunca.
 

Cuando yo comencé a asistir la pequeña ermita bastaba para cobijar a todos. El reciente obispado de Alcalá de Henares pasaba del sitio. Tampoco es que lo rechazara, casi como si no existiera. Habían llegado los años duros de la que he calificado de benemérita Hermandad de los Mártires. Empeñada en mantener aquel recuerdo. Contra viento y marea que eran muchos. Hasta que llegó a Alcalá monseñor Reig. Y llegó convencido de que era un obispo que tenía dos catedrales. Hay otros obispos españoles que tenían dos, la nueva y la vieja: Salamanca, Plasencia, pero eran dos edificios comunicados que los siglos habían añadido una a la otra. A otros, las reformas del siglo pasado les dieron una nueva concatedral: Osma, Tuy, Segorbe, Coria, Mondoñedo, Orihuela, Sigüenza, Badajoz, Barbastro, Calahorra.  Salvo en el caso de Badajoz, el de Jaca puede ser algo distinto, pero poco, en demérito notable de las originarias. El obispo de Alcalá de Henares decidió personalmente, sin ninguna aprobación canónica, que él tenía dos catedrales: la magistral y la de los Mártires. La bóveda de esta última es el cielo. Y el Cielo. Porque en ella están enterrados ya 134 beatos. Y vendrán más. No hay catedral en el mundo que tenga tal relicario bajo su tierra. Y de reliquias indudables. Se podrá discutir de algunas o bastantes, con razón o sin ella, de las custodiadas en nuestros templos catedralicios. El paso de los siglos da pie a no pocos interrogantes. Sobre las de los sepultados en la catedral de los mártires, expresión gloriosa de monseñor Reig, no hay la menor duda. Acaban de ser proclamados más de un centenar de ellos oficialmente por la Iglesia. Y no fruto de una leyenda áurea, más o menos discutible, sino por una muerte áurea ocurrida hace sólo ochenta años. Hay memoria histórica, historicísima, de todo aquello. Y más que vendrán.
 
 
Pues aquel apenas rebosar de la ermita ocupó después el atrio y se ha desbordado fuera de él. El año pasado serían una docena o dos las personas que ya estaban ya desbordándolo. En este seguramente eran doscientas o más las que lo rebasaban. Había, según me dijeron, quinientas formas para la comunión. A última hora las partían hasta extremos diminutos. Y aun así unas cincuenta personas se quedaron sin comulgar. Se había agotado el Cuerpo de Cristo. Y otra cosa de la que creo que debo dar cuenta por insólita. La comunión en España es mayoritariamente en la mano. En los sitios más tradicionales, salvo contadísimas excepciones, podríamos decir que un 30-70 en la boca. Pues allí debió ser un 90-10. Y de los que comulgaban en la boca un 60% o más de rodillas. En el atrio, donde comulgué yo, sobre cantos rodados que disuadían. Yo lo hice de pie porque sin reclinatorio es un número levantar a mi edad mis más de cien kilos, pero me quedé impresionado de tanta rodilla y en ese caso rodilla dolorosa.

La homilía del obispo extraordinaria de fondo y forma. Buenísima y bellísima. Os la enlazo:


Diócesis de Alcalá de Henares | Noticias (obispadoalcala.org)

Con él concelebraron provinciales o delegados de las órdenes religiosas que tienen mártires en Paracuellos. El acto de ir fosa por fosa y al lugar entre los pinos donde les asesinaban, con el Santísimo en la custodia, rezando un responso por ellos y bendiciéndoles el Mártir por excelencia, fue una vez más imborrable.
 
 
Y dos memorias más. Los agustinos fueron los religiosos más masacrados allí. La orden quiso hacerles un recuerdo especial con un hermoso recordatorio de los mismos ante una de las fosas comunes. Yo se lo digo a todos, ayer una vez más a algunos, no os quedéis en la hermosa imagen externa del monumento conmemorativo. Dadle la vuelta. Vedlo por detrás. Y quedaréis asombrados de la inmensa lista de mártires agustinos. Sobrecoge. No es necesario decir más sobre aquella barbarie que fue. Por eso al ver que el palio sobre la custodia lo portaban tres jóvenes agustinos, con su hábito, pienso que, por la edad novicios, era a ellos a quienes correspondía esa gran dignidad.
 
 
Hermosísimo día que cada vez son más quienes quieren acudir a él. La Hermandad tiene el recinto de dulce. Limpísimo, cuidadísimo. Sé que es labor de todo un año, aunque yo sólo lo disfrute un día de noviembre. A ella se debe en buena parte que aquella memoria santa no haya sido olvidada. Tras tantos días de tinieblas, a ellos y a sus antecesores, debemos estos días de luz. Que el Señor les bendiga por su obra generosa y hoy ya gratificante.

Allí uno se encuentra, además, con muchísimos amigos en esa amistad que es la verdaderamente importante. La de comunión de fe y esperanza. No os voy a mencionar por no hacer esto todavía más largo y además seguro que con olvido inmerecido de alguno. A todos os quiero. Y a algunos porque también quiero a vuestros padres y quise a vuestros abuelos.

Día una vez más glorioso. En memoria de los mártires de Cristo. Y en la catedral de ellos. Los que no hayáis podido, o no hayáis querido, ir, hasta el año que viene. No os lo perdáis. Vale la pena. Y si cayeran chuzos de punta pues hasta el siguiente si Dios nos da vida [...].
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