Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Gatos y roedores

Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27

 

GATOS Y ROEDORES

Tiene nuestra ciudad un sufrimiento que no sale en los medios de comunicación social, pues supone reconocer la incuria y la dejadez de la higiene ambiental y ciudadana: verdaderas plagas de ratas y cucarachas invaden las zonas urbanas situadas en el límite entre las viviendas y el campo que las circunda. De noche, sobre todo, campan a sus anchas en torno a la basura.

Es lo mismo que la presencia del pecado que nos envuelve a todos, contra el que procuramos alejarnos de las tentaciones para que no venza el mal sobre el bien, para que no vivamos avergonzados de las arrugas que salen en el rostro de quien yace en el no permanente a la voluntad de Dios. Cuando confesamos nuestros pecados parece que hemos ido al doctor de la estética facial y nos ha quitado unos cuantos años estirando la piel fofa acumulada por el paso del tiempo. Nos miramos al espejo y somos otros, somos personas nuevas. Somos Cristo.

Para erradicar la presencia de roedores en la ciudad de Jaén, el concejo municipal ha tenido la feliz idea de colocar unos cuantos gatos en un parque del norte de la ciudad. Los felinos dejaron de ser cazadores expertos cuando fueron elevados a la categoría de mascotas familiares. La comodidad los convirtió en señorones del hogar o del palacio como hicieron los cardenales Richeleu y Mazarino en la corte francesa del rey Sol.

Más bien, la municipalidad ha debido acudir a un sistema más expeditivo contra la plaga de ratas, según nos cuenta Miguel Delibes en su novela Las ratas, que es la historia de El ratero, un experto cazador de ratas que se las comía y adquiría una ciencia popular que lo elevaron, a los once años, a ser un jurisconsulto con una larga cola de clientes ante la cueva donde vivía.

Es de esperar que los gatos soltados en el parque norteño de Jaén no se pongan a caer en las artes amatorias gatunas, narradas en el poema épico burlesco de La Gatomaquia, firmado por Lope de Vega un año antes de morir. Esta obra sirve para demostrar que nunca se puede poner fronteras al amor, aunque sea felino porque puede provocar una guerra fatal.

Lo mismo que a los cristianos se nos recomienda que luchemos, no contra nuestro prójimo, sino contra el poder del maligno que es el demonio, debemos mostrar orgullosos nuestro rostro de Cristo, sin arrugas ni nada semejante, lleno de la Gracia de Dios y capaces de no escondernos ante nada ni nadie. Mostremos las obras de Cristo de día y de noche, ante los conocidos y desconocidos, ante quien sea, porque los católicos no somos una plaga maligna.

Los roedores y demás bichejos que se arrastran por los darros buscando alimento entre la inmundicia humana salen de noche, atacan en manadas y no terminan de hacer el mal, porque tienen una obsesión: imponer su dominio sobre el ser humano destructor y pendenciero, que cada vez se arrincona más ante la presencia de los poderes de las ratas y demás animalejos situados en las alcantarillas de la ciudad. Situar gatos burgueses en un parque es una medida inofensiva, porque los roedores son los que devoran a esos gatunos, tanto en tamaño como en poderes, haciendo que mal gane sobre el bien de la salud ciudadana, que requiere una campaña de salubridad de largo alcance. Pero esto requiere planificar seriamente.

Tomás de la Torre Lendínez

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