Miércoles, 27 de noviembre de 2024

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"Por no ser gravoso a la Santa Sede" (Cardenal Segura)

por Victor in vínculis

23 de agosto de 1931: el Cabildo y el Clero diocesano

Ya recordamos en su momento que, tras cumplirse los dos primeros meses de destierro, el Cabildo de la catedral primada de Toledo y la asociación diocesana del Clero de Toledo, compuesta de quinientos sesenta socios, acordaron por unanimidad ceder “de su pecunio la parte proporcional que se estime precisa para el decoroso sostenimiento del eminentísimo prelado”.
 
Dos días después

Desde Santa María de Belloc, dos días después, -el 25 de agosto-, el Cardenal Pedro Segura escribe a sus sacerdotes: “En este camino de la cruz, que el Señor en su misericordia nos ha preparado, siempre os hemos encontrado a nuestro lado en los trances más difíciles. Siempre que los intereses de la Iglesia lo demandaron, vuestra voz se levantó noble, serena, valiente; sin provocación, pero con dignidad, con firmeza, con justicia. Y cuando habéis visto a vuestro prelado despojado de derechos que por tantos títulos le corresponden, lo habéis cubierto con el manto de vuestra caridad. No nos consiente nuestro corazón ver aliviada nuestra pobreza con las privaciones heroicas de la vuestra. Precisamente por sernos conocidas las estrecheces en que la mayor parte de vosotros vivís, en repetidas ocasiones hicimos esfuerzos para remediarlas, aunque con resultado muy inferior a lo que nos deseábamos y las necesidades del clero reclamaban. Pero, aunque no podamos aceptar vuestra generosa ofrenda, en nuestro corazón quedará perdurable escrito ese ejemplar rasgo de vuestra piedad filial, el cual, a la vez que nos ha proporcionado dulcísimo consuelo en medio de nuestras amarguras, nos hace deudores ante Dios del nuevo beneficio de vuestra largueza, y os hace a vosotros acreedores a la admiración de cuantos sepan estimar debidamente el sacrificio que supone vuestro desprendimiento”.
 

 
2001-2011 Gil Delgado-Cárcel Ortí

La que parece la primera biografía seria sobre el Cardenal Segura, a mí me parece que no lo es tanto. Y eso que en su contraportada puede leerse que “ya era hora, cuarenta y cuatro años después de su muerte, de que se tejiera seriamente su biografía”.

Yo creo (y esto es una opinión) que algunos hagiógrafos-biógrafos han querido imitar al genial operario diocesano, José María Javierre (1924-2009), urdidor consumado de vidas de santos con un estilo único que a medida que presenta su vida (por ejemplo la de San Pío X, Merry del Val, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Marcelo Spínola…) te mete de forma respetuosa y única en la historia social, política y religiosa del momento.

Esta primera biografía, del canónigo Francisco Gil Delgado (1929-2007), Pedro Segura. Un Cardenal de fronteras (Madrid 2001) se publica diez años antes de que Vicente Cárcel Ortí publique los papeles del Archivo Secreto Vaticano en lo referido al tema que hoy tratamos.
 
La teoría de la sospecha

Siempre se ha dicho “difama, que algo queda”. Algunos autores, sin capacidad de demostrar lo afirmado (con generalidades como “ya se abrirán los archivos” o “se ha hecho desaparecer la documentación”) se basan en la teoría de la sospecha para difamar a los demás. Afirma Gil Delgado que el Cardenal Segura, llegado a Roma el 22 de diciembre, acudirá el 24 de diciembre con el Colegio Cardenalicio a felicitar al Papa Pío XI.

Y cito textualmente, segundo párrafo de la página 288:

“Los cardenales entregarán al Papa una suma de dinero para cubrir necesidades de gente sin trabajo y niños mal atendidos, según deplora el Pontífice en su reciente encíclica Nova Impendet. Segura estará ese día entre los cardenales. Ha enviado por delante el donativo de mil liras (unas diez mil pesetas). No se sabe de dónde las ha sacado, pues lleva meses sin percibir haberes, desde que en Madrid le suspendieron las “temporalidades”.

No voy a ser tan tonto de juzgar un libro de 774 páginas por una frase… pero, en justicia, dicho así y, en ese momento, es una frase sospechosa para que saquemos conclusiones negativas sobre de dónde estaba sacando el Cardenal Segura el dinero.

La documentación  del Archivo Secreta Vaticano nos hace saber que el Cardenal Pedro Segura en el destierro declara: primero, que no quiere ser gravoso para la Santa Sede en materia económica y, segundo, que su familia y algunos amigos le están ayudando. Veamos.
 
Mi familia y buenos católicos de España

Antes de abandonar Lisieux (recordábamos ayer que estuvo desde el 24 de septiembre al 12 de octubre) el Cardenal Segura escribe al Secretario de Estado para comunicarle que se traslada de nuevo al monasterio cisterciense de Sept-Fons y que no necesita ayuda económica de la Santa Sede. La carta lleva fecha de 9 de octubre de 1931.


 
Eminentísimo y Rvdmo. Señor:

El próximo día 12 del corriente mes, Dios mediante, me trasladaré al Monasterio Cisterciense de Sept-Fons (Departamento Alier – par Dompierre) y en esta Abadía esperaré el tiempo que haya de mediar hasta que el Santo Padre tenga a bien comunicarme las instrucciones que estime oportunas. Si por motivos graves hubiera de trasladar mi residencia lo avisaría inmediatamente a Vuestra Eminencia Reverendísima.

Me permito rogar encarecidamente a Vuestra Eminencia Reverendísima haga llegar mi reconocimiento al Santo Padre por su nueva deferencia para conmigo, a la que alude la carta cuya copia acompaño. Mi familia y buenos católicos de España se han apresurado a cubrir mis necesidades y en estas condiciones yo no debo ser gravoso para la Santa Sede.

Aprovecho gustoso esta oportunidad para renovar a Vuestra Eminencia los sentimientos de veneración y profunda estima con los que me suscribo de Vuestra Eminencia Reverendísima devtmo. admo. servidor verdadero
 
Pedro Cardenal Segura y Sáenz
 
El motivo por el cual el Cardenal Segura le da cuenta al Secretario de Estado es porque el 7 de octubre éste le ha pedido al Nuncio en París, monseñor Luigi Magliore, que le haga llegar al Cardenal español la cantidad de 10.000 francos.

El sacerdote Alberto Levame, auditor de la Nunciatura francesa, lleva el dinero al Cardenal Segura el 8 de octubre. Pero al día siguiente envía a su hermano, el sacerdote Emiliano Segura a que devuelva el dinero, por "no ser gravoso a la Santa Sede”. Junto con el dinero el Cardenal Segura se explica; la carta está fechada en Lisieux el 9 de octubre de 1931.
 
Por no ser gravoso a la Santa Sede

Monseñor D. Alberto Levame

Ya ayer en su muy grata visita pudo notar la insistente resistencia que opuse al ofrecimiento que tan generosamente me traía.

Mi delicadeza me impidió causarle a V.S. más molestia negándome obstinadamente entonces. Y por eso decidí esperar a hoy para devolverle, como lo hago, la cantidad íntegra que me entregó; pues no puedo en modo alguno en esta situación ser gravoso a la Santa Sede, a la que quedo sumamente reconocido por esta atención.

Sentí mucho que con la mejor voluntad hacia mí, tal vez el Excmo. Sr. Nuncio de París haya podido, por cuenta propia, hacer alguna indicación en ese sentido. Pues para las cosas que me son necesarias o convenientes y dependen de la Santa Sede, me he entendido con confianza filial con el Santo Padre, que me ha acogido siempre con suma bondad.
Muy reconocido a sus atenciones, me es grato subscribirme de Vuestra Señoría atto. seguro servidor verdadero
 
Pedro Cardenal Segura y Sáenz
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