Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Volviendo a la ONU de mi pueblo (1)

por Un obispo opina

VOLVIENDO A LA O.N.U. DE MI PUEBLO (1)
 
Hace un par de años, en marzo, publiqué una docena de artículos en los que trataba de distintas cuestiones que estaban en el ambiente, con subtítulos sobre  LA O.N.U. DE MI PUEBLO. En ellos, un grupo de paisanos se reunían en un bar y trataban de cuestiones políticas que estaban en el ambiente.

Con el paso de estos dos años nos encontramos en España ante unas elecciones que pueden resultar un tanto difíciles; y se me ocurrió hacer un paréntesis en los temas catequéticos que estaba tratando, y volver sobre temas políticos en el ambiente de LA O.N.U. DE MI PUEBLO. Aparecerán más o menos, los mismos personajes rurales que aparecían en aquellos tiempos.

Empezamos, pues, con el reencuentro de Andrés, Juan y José en el bar en el que decían que se encontraba la O.N.U. popular y después de saludarse los tres y contarse sus peripecias durante estos dos años, uno, de vacaciones, otro restableciéndose de una enfermedad senil y el otro, muy ocupado con sus negocios, como políticos populares que eran, aunque no los tres del partido popular, empiezan a comentar a su manera, cómo ven la situación en España.
Anda pues, que en estas elecciones va a haber mucho tomate, dice Andrés, pues no sé si habrá algún partido que consiga la mayoría suficiente para gobernar y, a lo mejor, otra vez elecciones, las terceras.

A mí me da por pensar que si vamos como vamos, tenemos elecciones hasta el día del Juicio Final, dice Juan. Le contesta José diciéndole no seas exagerado, ya irán encontrando soluciones. Imposible, dice Juan; mira, si cada grupo va exponiendo las cuarenta cosas que se les ocurren para que España vaya mejor, aparecerá una lista de un millar de acciones y a ver quién es el guapo que escoge las cuarenta o cincuenta en las que todos estén de acuerdo. ¿Es posible?

Uno de estos días leí un artículo que decía que los partidos no deben insistir en sus propias ideologías, sino en el bien común, y que no se trata de que triunfe mi ideología sino el mayor bien común.

Andrés apoya a Juan. Es verdad. Ahora ya van apareciendo algunos programas. Por ejemplo, el descarte de la escuela concertada, el derecho al aborto, el descarte de la Iglesia y otras cuestiones. ¿Esto favorece el bien común? Ya tenemos el primer lío.  Hay políticos que no saben distinguir la mano izquierda de la derecha; pero es que ni idea. Para muestra, un botón. El cardenal de Valencia acaba de escribir un artículo precioso sobre la familia; desde luego, con toda fidelidad a la enseñanza de la Iglesia. Reacción en contra de los altos políticos de Valencia, totalmente en contra. Inimaginable.

Añade José: sí, sí, inimaginable. Yo he leído algunas de estas reacciones y nada, a volver a la ley de la selva; pero qué digo a la ley de la selva sino a la vida sin ley antes de la selva. Libertad plena para unirse hombres con hombres, y mujeres con mujeres; para separarse con hijos o sin hijos; para vivir la sexualidad  con quien se quiera, para abortar libremente. En resumen, para hacer lo que a uno le dé la gana. Y que el cardenal es un anticuado.

Y a mí me ha llamado la atención la valentía del cardenal y la humildad con que ha respondido, desde luego siempre con la verdad por delante. También me ha llamado la atención la réplica del Presidente de la Generalidad, acusando al cardenal de que fomentar el odio no es nada cristiano y anunciando una nueva ley de igualdad y un plan contra la xenofobia.

Pues a mí, lo que más me ha llamado la atención, añade Andrés, es la apatía de los cristianos, sobre todo, periodistas y políticos ante este ataque absurdo al cardenal que está defendiendo la verdad de la familia según la enseñanza de la Iglesia.

Y por último, ¿sabéis qué? Que si el presidente ha sido bautizado, es cristiano y no puede dejar de serlo, como no puede dejar de serlo cualquiera que haya sido bautizado por muy anticristianas que puedan ser sus obras. Y recuerdo que en el catecismo se nos decía que al final de nuestras vidas oiremos del Señor aquellas palabras: “venid, benditos de mi Padre a poseer el Reino…. O id, malditos al fuego eterno…” según hayamos obrado haciendo el bien o el mal. Unas palabras u otras las oiremos todos: El cardenal, yo obispo, el presidente y todos. Y el juez de todos, Jesús el  Señor.

José Gea
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