El Cardenal Segura en Sept-Fons
OTRA CARTA DEL CARDENAL SEGURA AL SECRETARIO DE ESTADO, CARDENAL PACELLI
Eminentísimo Señor:
Acabo de recibir la venerada carta de Vuestra Eminencia[1] del 14 del mes actual y me apresuro a dar, por medio de Vuestra Eminencia, al Santo Padre las gracias más sentidas por su paternal Bendición Apostólica, que tanto me conforta en estos momentos, y por el interés que se toma por mi salud y por mi tranquilidad.
Asimismo quedo muy obligado a la fraternal bondad de Vuestra Eminencia que tiene para mí frases tan afectuosas y llenas de consuelo.
Quedo completamente tranquilo con la indicación que me hace Vuestra Eminencia y me atendré a ella fielmente.
Del mismo modo espero las órdenes que tenga a bien comunicarme, cuando sea oportuno. Respecto de mi viaje proyectado a Roma.
Como esta casa de la Compañía de Jesús en que me hospedo se ha ocupado al comenzar hoy el curso de los Padres que han de hacer su tercera probación, parto esta misma tarde para Lisieux, donde estaré hospedado en la casa de los Capellanes del Carmelo. Espero llegar a Lisieux el día 25 por la tarde, pues he de hacer el viaje por etapas para no exacerbar mi dolencia. En Lisieux permaneceré todo el tiempo que me sea posible.
Son muchas, Eminentísimo Señor, las insinuaciones que vengo recibiendo de personas de toda confianza y de alta significación excitándome a que recurra al Santo Padre, por serles conocidas las gestiones que respecto a mí se están llevando a cabo. Mas he respondido que desde un principio he dejado totalmente mi causa en manos de nuestro Señor Jesucristo y de su augusto Vicario en la tierra y que consiguientemente estaba tranquilo. Quiero, a este propósito, que renueve al Santo Padre mi adhesión incondicional y fidelidad absoluta.
Al expresar a Vuestra Eminencia mi profundo reconocimiento por sus delicadas atenciones para conmigo me encomiendo en sus oraciones y me suscribo con respetuoso afecto de Vuestra Eminencia devotísimo, servidor verdadero, que le besa la mano.
AL DÍA SIGUIENTE, DESDE LA TRAPA DE SEPT-FONS
Esta breve carta la escribe desde la Abadía Trapense de Sept-Fons, mientras hacía escala en su viaje hacia Lisieux, adjuntándole al Cardenal Pacelli otra carta dirigida al Papa.
Eminentísimo y Reverendísimo Señor:
Ruego a Vuestra Eminencia tenga bondad de poner en las Augustas manos de Su Santidad la adjunta carta.
Escribo a Vuestra Eminencia desde mi primera etapa de mi viaje a Lisieux.
Mañana, Dios mediante, dormiré en Orleans y pasado mañana pienso, con la gracia de Dios, llegar a Lisieux, donde esperaré las órdenes que tenga a bien comunicarme.
Confirmo mi carta de ayer escrita en Paray-le-Monial.
Agradecido a sus deferencias me complazco en suscribirme de Vuestra Eminencia Reverendísima, devotísimo servidor
CARTA DEL CARDENAL SEGURA AL PAPA PÍO XI
Beatísimo Padre:
Había determinado no escribir a Vuestra Santidad hasta que tomase la determinación que estimase conveniente sobre mí. Más después del consuelo tan grande que ayer experimenté con la carta última del Emmo. Sr. Cardenal Secretario de Estado al leer y releer las frases tan bondadosas que me dirige de parte de Vuestra Santidad, he tenido hoy un disgusto muy grave y una pena muy intensa. He creído que un Padre tan bueno como Vuestra Santidad lo es conmigo, no se molesta con una confidencia de un hijo tan cruelmente perseguido. El motivo de mi pena es el siguiente. Voy de camino para Lisieux, como ayer comunicaba al Emmo. Cardenal Pacelli, y aquí en el Monasterio de Sept-Fons acabo de recibir la visita del P. Gabriel Huarte, s.j., Rector del Colegio Pío-Latino-Americano, venido de Italia para traer la comisión del Rvdmo. P. General de la Compañía de Jesús. La comisión era la de indicarme que en vista de la situación actual debía yo renunciar en absoluto al Arzobispado de Toledo; y se me agregaba que este era el criterio del Vaticano.
Santísimo Padre, no le he de ocultar a Vuestra Santidad mi pena. Me hacía esta sencilla reflexión: si el Santo Padre lo quiere no necesitaba andar con rodeos. Yo he dicho siempre de todo corazón a Vuestra Santidad que de mí dispone como quiera sin tener que contar conmigo, pues estoy puesto por entero en las manos de nuestro Señor y en las de Vuestra Santidad. Y si el Santo Padre no ha intervenido en esta asunto, ¿cómo se mezcla su nombre en una determinación tan grave? Yo me he limitado a responder en este asunto, y que me extraña la intervención de terceras personas, cuando el Santo Padre se digna comunicarme sus órdenes y deseos directamente, y tiene autoridad sobrada para disponer de mí y de mis cosas con la más completa libertad.
Envío a Vuestra Santidad unos recortes de prensa que me llegan de Madrid y que pueden dar alguna luz en este asunto.
Perdóneme una vez más, Santísimo Padre y bendígame a mi y a mi archidiócesis con efusión paternal.
De Vuestra Santidad admo. fidmo. devtmo. Hijo.
Eminentísimo Señor:
Acabo de recibir la venerada carta de Vuestra Eminencia[1] del 14 del mes actual y me apresuro a dar, por medio de Vuestra Eminencia, al Santo Padre las gracias más sentidas por su paternal Bendición Apostólica, que tanto me conforta en estos momentos, y por el interés que se toma por mi salud y por mi tranquilidad.
Asimismo quedo muy obligado a la fraternal bondad de Vuestra Eminencia que tiene para mí frases tan afectuosas y llenas de consuelo.
Quedo completamente tranquilo con la indicación que me hace Vuestra Eminencia y me atendré a ella fielmente.
Del mismo modo espero las órdenes que tenga a bien comunicarme, cuando sea oportuno. Respecto de mi viaje proyectado a Roma.
Como esta casa de la Compañía de Jesús en que me hospedo se ha ocupado al comenzar hoy el curso de los Padres que han de hacer su tercera probación, parto esta misma tarde para Lisieux, donde estaré hospedado en la casa de los Capellanes del Carmelo. Espero llegar a Lisieux el día 25 por la tarde, pues he de hacer el viaje por etapas para no exacerbar mi dolencia. En Lisieux permaneceré todo el tiempo que me sea posible.
Son muchas, Eminentísimo Señor, las insinuaciones que vengo recibiendo de personas de toda confianza y de alta significación excitándome a que recurra al Santo Padre, por serles conocidas las gestiones que respecto a mí se están llevando a cabo. Mas he respondido que desde un principio he dejado totalmente mi causa en manos de nuestro Señor Jesucristo y de su augusto Vicario en la tierra y que consiguientemente estaba tranquilo. Quiero, a este propósito, que renueve al Santo Padre mi adhesión incondicional y fidelidad absoluta.
Al expresar a Vuestra Eminencia mi profundo reconocimiento por sus delicadas atenciones para conmigo me encomiendo en sus oraciones y me suscribo con respetuoso afecto de Vuestra Eminencia devotísimo, servidor verdadero, que le besa la mano.
PEDRO CARDENAL SEGURA Y SÁENZ,
Arzobispo de Toledo.
Arzobispo de Toledo.
AL DÍA SIGUIENTE, DESDE LA TRAPA DE SEPT-FONS
Esta breve carta la escribe desde la Abadía Trapense de Sept-Fons, mientras hacía escala en su viaje hacia Lisieux, adjuntándole al Cardenal Pacelli otra carta dirigida al Papa.
Eminentísimo y Reverendísimo Señor:
Ruego a Vuestra Eminencia tenga bondad de poner en las Augustas manos de Su Santidad la adjunta carta.
Escribo a Vuestra Eminencia desde mi primera etapa de mi viaje a Lisieux.
Mañana, Dios mediante, dormiré en Orleans y pasado mañana pienso, con la gracia de Dios, llegar a Lisieux, donde esperaré las órdenes que tenga a bien comunicarme.
Confirmo mi carta de ayer escrita en Paray-le-Monial.
Agradecido a sus deferencias me complazco en suscribirme de Vuestra Eminencia Reverendísima, devotísimo servidor
PEDRO CARDENAL SEGURA Y SÁENZ,
Arzobispo de Toledo.
Arzobispo de Toledo.
CARTA DEL CARDENAL SEGURA AL PAPA PÍO XI
Beatísimo Padre:
Había determinado no escribir a Vuestra Santidad hasta que tomase la determinación que estimase conveniente sobre mí. Más después del consuelo tan grande que ayer experimenté con la carta última del Emmo. Sr. Cardenal Secretario de Estado al leer y releer las frases tan bondadosas que me dirige de parte de Vuestra Santidad, he tenido hoy un disgusto muy grave y una pena muy intensa. He creído que un Padre tan bueno como Vuestra Santidad lo es conmigo, no se molesta con una confidencia de un hijo tan cruelmente perseguido. El motivo de mi pena es el siguiente. Voy de camino para Lisieux, como ayer comunicaba al Emmo. Cardenal Pacelli, y aquí en el Monasterio de Sept-Fons acabo de recibir la visita del P. Gabriel Huarte, s.j., Rector del Colegio Pío-Latino-Americano, venido de Italia para traer la comisión del Rvdmo. P. General de la Compañía de Jesús. La comisión era la de indicarme que en vista de la situación actual debía yo renunciar en absoluto al Arzobispado de Toledo; y se me agregaba que este era el criterio del Vaticano.
Santísimo Padre, no le he de ocultar a Vuestra Santidad mi pena. Me hacía esta sencilla reflexión: si el Santo Padre lo quiere no necesitaba andar con rodeos. Yo he dicho siempre de todo corazón a Vuestra Santidad que de mí dispone como quiera sin tener que contar conmigo, pues estoy puesto por entero en las manos de nuestro Señor y en las de Vuestra Santidad. Y si el Santo Padre no ha intervenido en esta asunto, ¿cómo se mezcla su nombre en una determinación tan grave? Yo me he limitado a responder en este asunto, y que me extraña la intervención de terceras personas, cuando el Santo Padre se digna comunicarme sus órdenes y deseos directamente, y tiene autoridad sobrada para disponer de mí y de mis cosas con la más completa libertad.
Envío a Vuestra Santidad unos recortes de prensa que me llegan de Madrid y que pueden dar alguna luz en este asunto.
Perdóneme una vez más, Santísimo Padre y bendígame a mi y a mi archidiócesis con efusión paternal.
De Vuestra Santidad admo. fidmo. devtmo. Hijo.
PEDRO CARDENAL SEGURA Y SÁENZ,
Arzobispo de Toledo
Arzobispo de Toledo
[1] Vicente CÁRCEL ORTÍ, La II República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano [I-2] Documentos del año 1931 (agosto-diciembre), páginas 286-287 (Madrid, 2011). La carta la escribe desde Paray-le-Monial y lleva fecha de 22 de septiembre de 1931. Las siguientes, del 23 de septiembre de 1931, aparecen en la páginas 291-292.
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