Lunes, 23 de diciembre de 2024

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El Cardenal Segura en Paray-le-Monial

por Victor in vínculis



LO PORVENIR, NOS LO RESUME ASÍ REQUEJO


El siervo de Dios Jesús Requejo en su libro El Cardenal Segura (Toledo, 1932) escribe, llegados a este punto:

«Con exquisita prudencia el Sr. Cardenal, desde que fue expulsado de España, buscó un apacible lugar de retiro, que muy contadas personas conocían.

Una piadosa familia le ofreció generosa hospitalidad en Bayona, donde vivía por entero dedicado a la oración, a la lectura, al gobierno de su diócesis, en cuanto las circunstancias se lo consentían… y a meditar en los aciagos días que preveía la Iglesia española. Únicamente los sábados recibía algunas visitas en el Santuario de Nuestra Señora del Belloc, de las cuales ni aun en el destierro podía eximirse, ya que no faltaban personas que iban de España a besar su anillo pastoral y a oír palabras de consuelo de quien tantas amarguras padecía. Los que tal dicha lograron pueden testificar cuánta era su fortaleza de ánimo, acrecentada por las reiteradas pruebas, y cuánta la serenidad de su espíritu que, a través de los sucesos humanos, sabía remontarse a las altas regiones en que la amorosa Providencia de Dios saca bienes inestimables aun de los errores y extravíos de los hombres.

Pero ni aun en su alejamiento de la patria y en el retiro riguroso que se había impuesto le dejaban sosiego la maledicencia y la calumnia. Periódicos indignos de la libertad que se les concedía, convertidos en cloacas, propalaban las más abyectas calumnias, inventadas ex profeso para lectores dignos de tales periódicos, los cuales parecían haber tomado por programa lanzar cada día una paletada de cieno sobre la inmaculada figura del santo Prelado que, allá en el destierro, olvidaba y perdonaba con una generosidad que sus enemigos estaban muy lejos de sospechar.

Los rumores más absurdos hallaban fácil acogida aun en personas de recta intención, pero cegadas por prejuicios o extraviadas por la oleada de las calumnias; y no faltó quien vio al Sr. Cardenal reunido con varios generales conspirando contra la República, aunque para ello tuviese que hacer el milagro de estar a un tiempo en su apacible retiro y a varios centenares de kilómetros de distancia, donde la imaginación de los soñadores de románticas aventuras colocaban el lugar de la tremenda conspiración.

Aun en el destierro parecía peligroso el Sr. Cardenal mientras no estuviese a muchas leguas de la frontera, y preciso le fue, no obstante su precaria salud, emprender larga peregrinación hasta pasar la línea del Loira.

Paray-le-Monial y Lisieux le ofrecieron transitorio asilo a la vez que alimento a su piedad, que no podía menos de avivarse en aquella población que fue como la cuna de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y en esta otra donde las reliquias y el recuerdo de Santa Teresita del Niño Jesús son perenne lección del sacrificio callado y silencioso.

Poco tiempo después la Prensa publicaba la notica de la renuncia del Emmo. Cardenal Segura a la Sede Arzobispal de Toledo» (págs. 193194).

 
CARTA DEL CARDENAL SEGURA AL SECRETARIO DE ESTADO

Eminentísimo Señor:

Obligado a ausentarme de mi residencia de Bayonne por presión del Gobierno de Madrid[1], después de no pocas molestias he llegado a Paray-le-Monial, donde permaneceré, Dios mediante, quince días en la Maison la Colombière de los padres jesuitas[2].



Me apresuro a comunicárselo a Vuestra Eminencia, para que tenga noticia de mi residencia.

Tengo pensado ir a mediados de octubre a Roma, siempre que en ello no haya inconveniente, para lo cual suplico a Vuestra Eminencia se lo indique a Su Santidad, expresándole mi deseo.

Urgen algunos asuntos de carácter general en España, de los cuales estoy encargado en calidad de Arzobispo de Toledo; mas después de la indicación verbal que se me hizo por medio del Auditor de la Nunciatura en París, y cuyo alcance no se me indicó detalladamente, desconozco qué debo hacer en las circunstancias actuales.

[El Cardenal Segura presenta una serie de problemas que por los cargos que ostenta –Comisario General de la santa Cruzada, patrono del Colegio Español de Roma o como Director Pontificio de la Acción Católica- deben darse pronta solución].

Vuelvo a repetir una vez más que estoy por completo a la disposición de la Santa Sede, para servir a la Santa Iglesia en la forma que ella de mí quiera ser servida.

A partir del día 27, en que se me hizo la notificación última, no he recibido indicación alguna de la Santa Sede, y he suspendido totalmente mi actuación.

Como mi salud ha vuelto a resentirse últimamente[3], estoy pasando días muy dolorosos moral y físicamente.

Ruego obtenga de Su Santidad una bendición muy expresiva para mí y mi Archidiócesis.

Aprovecho la oportunidad que se me ofrece para renovar a Vuestra Eminencia los sentimientos de consideración y estima con que me suscribo de Vuestra Eminencia Reverendísima devoto servidor verdadero que besa su mano.


[Detalle de la primera foto. El Cardenal junto a su madre, a la que ya no volvería a ver en esta vida, tras el destierro a Francia y luego a Italia].
 

[1] Vicente CÁRCEL ORTÍ, La II República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano [I-2] Documentos del año 1931 (agosto-diciembre), páginas 210-211 (Madrid, 2011). La carta la escribe desde Paray-le-Monial y lleva fecha de 10 de septiembre de 1931. El Secretario de Estado era el Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII.
 
[2] Para mí, sin duda, el mejor trabajo sobre el Primado de Toledo es la tesis del doctor Santiago MARTÍNEZ SÁNCHEZ. Lleva por título El Cardenal Pedro Segura y Sáenz (18801957), y fue publicada en Pamplona en 2002.
http://dadun.unav.edu/bitstream/10171/6116/4/Tesis%20Santiago%20Mart%C3%ADnez.pdf
 
“En la página 403 afirma: “Si me olvidara de ti, Compañía de Jesús, olvidada sea mi diestra”. Con estas sentenciosas palabras el cardenal clausuró en julio de 1917 los actos del XXV aniversario de la fundación del seminario de Comillas, donde transcurrieron los años más determinantes para su formación intelectual y moral. Sentía por la Compañía y por sus miembros un afecto enraizado, compatible con la censura de conductas particulares a su juicio improcedentes. Como hombre de lealtades inquebrantables, accedió a presidir la conferencia inaugural de un Congreso Nacional de Ejercicios Espirituales, organizado en Barcelona en mayo de 1941 con motivo del IV centenario de la institución canónica de la Compañía de Jesús”.
 
[3] Santiago MARTÍNEZ, en la página 16 de su tesis doctoral, escribe: “El primero de mayo de 1901, terminado el tercer y último curso de Filosofía, Pedro Segura abandonó Comillas y marchó a casa de sus padres, obligado por una seria dolencia de hígado”, que le acompaño hasta su muerte.
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