El clero de Toledo defiende a su Primado, el cardenal Segura (2)
Las conferencias cuaresmales para caballeros son ya célebres en toda España. Las naves del templo Primado se llenan de hombres de todas las clases sociales que, por espacio de ocho días, escuchan con avidez las conferencias y pláticas de su prelado, las cuales, tomadas taquigráficamente, se editan cada año en un volumen, que después se reparte gratis, y multiplica el fruto alcanzado. De este pueden testificar cuantos hayan presenciado la comunión general del último día.
Aun fuera de la diócesis de Toledo ha ejercido Su Eminencia el misterio de la predicación, con motivo de fiestas, coronaciones, congresos, asambleas: Carrión de Calatrava, Vitoria, Salamanca, Comillas, Zaragoza, Jaén, Mallorca, León, Albacete, Cuenca, Madrid y otras poblaciones son testimonio de ello.
El pasado verano el clero de Gerona mostró deseos, por medio de su prelado, de que el señor cardenal le diese los Ejercicios Espirituales y allá fue, movido como siempre del deseo de sembrar el bien en torno suyo.
ESCRITOS PASTORALES
Para que su palabra alcance mayor radio de acción, el señor cardenal publica con frecuencia documentos pastorales.
Los gruesos volúmenes de la colección del “Boletín Eclesiástico” del arzobispado están redactados casi únicamente por él. Raro es el número del “Boletín” en que no se insertan dos tres de estos documentos, en los cuales resplandecen las mismas cualidades que en sus sermones: abundantísima erudición sagrada, lenguaje diáfano y transparente, orden y método en el discurso.
Un periódico callejero de Madrid, cuyo director tiene fama de andar reñido con la gramática y con muchas otras cosas, dijo hace pocos días, sin duda por falta de talento para discurrir algo peor, que las pastorales del Sr. Cardenal son “amazacotadas”. ¿Habrá leído alguna? Cabalmente los escrito del Sr. Cardenal suelen distinguirse por su brevedad, por la perfecta división de la materia, por la facilidad del estilo y aun nos atrevemos a decir que por su amenidad.
Bien puede afirmarse que no hay necesidad espiritual a que Su Eminencia no atienda en estos documentos, ni acto importante de la Santa Sede que no comente y explique, ni fiesta que no ilustre con oportunas observaciones. Muchos de estos documentos, en especial los que se refieren a la Acción Católica, se han publicado en la prensa católica de toda España.
En resumen, el Sr. Cardenal, en poco más de tres años de pontificado, ha publicado más de 130 documentos pastorales. Añadamos que aún muchos de ellos, han sido redactados en la visita pastoral, en el tren o robando al sueño horas bien necesarias para el descanso.
OBRAS DE CARIDAD
¿Cómo no decir algo de la caridad del Cardenal Primado? Apenas llegó a Toledo, comenzó a preocuparse de las necesidades de las clases menesterosas.
Exhortó a los fieles a ayudar a resolver el problema del paro forzoso, y dando ejemplo a los demás, emprendió en el palacio arzobispal obras que se han prolongado hasta hoy, y en las cuales han hallado ocupación buen número de trabajadores.
Para dar de comer a los hijos de los obreros, abrió en el palacio arzobispal un comedor donde reciben alimento, desde octubre a mayo, unos cuatrocientos niños cada día. ¿Cómo es posible -se preguntaban algunos al principio- que es obra pueda subsistir?
Y corrió la leyenda de que el Sr. Cardenal contaba con bienhechores espléndidos, o que tenía una varita mágica para convertir en oro los clásicos adoquines de las calles de Toledo.
Más fácilmente resolvió la dificultad el periódico antes aludido, en el cual un escritor improvisado, cuyo nombre callamos por respeto a la clase sacerdotal, ha dicho que el Sr. Cardenal sufragaba los gastos del comedor con los ¡fondos de reserva!
Mayor fuera aún la admiración de ciertas gentes si supieran que todo el año, cuarenta familias necesitadas de obreros sin trabajo, reciben cada día una abundante ración de diversos alimentos. ¿Quién se la lleva? Unas señoras abnegadas que hacen esta hermosa obra de apostolado de visitar al pobre. ¿De dónde sale el dinero para esta obra? Eso es lo que pocos saben; pero es hora de que se sepa: lo da el señor cardenal de su propio peculio.
Cuando se estableció esta obra, en 1928, al llegar el verano, las señoras escribieron al señor cardenal, que a la sazón estaba ausente de Toledo:
-¿Suspendemos los socorros por ser ahora menos necesarios?
-El hambre no veranea -respondió el señor cardenal, con sublime sencillez.
Y los socorros continuaron y continúan sin interrupción.
¿Cómo se realizan estos milagros? Los que conocen la modestia, muy cercana de la pobreza, con que vive Su Eminencia reverendísima, no hallarán dificultad en explicar lo que para el egoísmo o la malicia no tiene explicación.
ACCIÓN CATÓLICA
Quedarían incompletas estas ligeras noticias si no dijésemos algo del cardenal primado como director pontificio de la Acción Católica en España.
Durante los tres años de su pontificado apenas habrá habido manifestación de la Acción Católica que por él no haya sido iniciada, sostenida o impulsada.
Una semana nacional de consiliarios, un congreso nacional, una asamblea nacional de los elementos más calificados de la Acción Católica, una semana social, ¿no son actos bastantes para llenar un pontificado?
En todos estos actos Su Eminencia dirigió meditaciones, presidió sesiones, pronunció discursos e intervino de continuo en su preparación y organización.
Y omitimos otros varios congresos en los cuales, aunque no intervino tan directamente, tampoco faltó su cooperación y ayuda.
Mensualmente preside las reuniones de la junta central de Acción Católica en Madrid. En el año jubilar del Papa promovió una colecta nacional y organizó y presidió peregrinaciones a Roma.
En Toledo, par ano mencionar otros actos, celebró una semana de Acción Católica y recientemente, una “Semana del Papa”, en que se estudió la encíclica Casti connubii en una serie de conferencias, que se han editado en un lindo volumen, e hizo Su Eminencia cada día un estudio apologético del papado.
Al señor Cardenal Primado se debe la institución del “Día del Papa”, que se celebra ya en toda España, y en Toledo con particular solemnidad.
Si a todo esto se añade una intervención constante en las obras nacionales de Acción Católica, que se ejerce mediante visitas, presidencia de juntas, consultas y millares de cartas, se comprenderá que la dirección de la Acción Católica no es para el Primado un mero título honorífico.
Sin pertenecer propiamente a la Acción Católica, pueden mencionarse en este lugar las conferencias episcopales de la provincia eclesiástica y las reuniones de metropolitanos, que todos los años se celebran bajo la presidencia del señor cardenal.
Y, por último, bien merece un recuerdo una obra no tan conocida, ni tan estimada como debiera: la obra de las Misiones a los emigrados españoles en el mediodía de Francia, donde cada año se dan más de cuarenta misiones. Dos años ha visitado el señor cardenal los principales centros, y con su presencia y con su palabra ha cooperado al mayor fruto de este obra importantísima, que él fundó y que por él vive, a costa de sacrificios que no es hora de revelar.
Tal es, a grandes rasgos, la obra apostólica del Cardenal Primado. Aunque incompleta la enumeración de hechos, nos parece suficiente para nuestro propósito.
Obra la suya verdaderamente extraordinaria, si se tiene en cuenta el breve tiempo en que se ha ejecutado.
1925-1930. Fotograma de una procesión del Corpus. Los años 1928-1930 el cardenal Pedro Segura, como Arzobispo-Primado presidiría tan solemne fiesta. En la imagen el canónigo que aparece en el centro es el siervo de Dios José García y Rodríguez-Moreno, Magistral de la Catedral Primada, sufrió el martirio el dos de agosto de 1936.
Aun fuera de la diócesis de Toledo ha ejercido Su Eminencia el misterio de la predicación, con motivo de fiestas, coronaciones, congresos, asambleas: Carrión de Calatrava, Vitoria, Salamanca, Comillas, Zaragoza, Jaén, Mallorca, León, Albacete, Cuenca, Madrid y otras poblaciones son testimonio de ello.
El pasado verano el clero de Gerona mostró deseos, por medio de su prelado, de que el señor cardenal le diese los Ejercicios Espirituales y allá fue, movido como siempre del deseo de sembrar el bien en torno suyo.
ESCRITOS PASTORALES
Para que su palabra alcance mayor radio de acción, el señor cardenal publica con frecuencia documentos pastorales.
Los gruesos volúmenes de la colección del “Boletín Eclesiástico” del arzobispado están redactados casi únicamente por él. Raro es el número del “Boletín” en que no se insertan dos tres de estos documentos, en los cuales resplandecen las mismas cualidades que en sus sermones: abundantísima erudición sagrada, lenguaje diáfano y transparente, orden y método en el discurso.
Un periódico callejero de Madrid, cuyo director tiene fama de andar reñido con la gramática y con muchas otras cosas, dijo hace pocos días, sin duda por falta de talento para discurrir algo peor, que las pastorales del Sr. Cardenal son “amazacotadas”. ¿Habrá leído alguna? Cabalmente los escrito del Sr. Cardenal suelen distinguirse por su brevedad, por la perfecta división de la materia, por la facilidad del estilo y aun nos atrevemos a decir que por su amenidad.
Bien puede afirmarse que no hay necesidad espiritual a que Su Eminencia no atienda en estos documentos, ni acto importante de la Santa Sede que no comente y explique, ni fiesta que no ilustre con oportunas observaciones. Muchos de estos documentos, en especial los que se refieren a la Acción Católica, se han publicado en la prensa católica de toda España.
En resumen, el Sr. Cardenal, en poco más de tres años de pontificado, ha publicado más de 130 documentos pastorales. Añadamos que aún muchos de ellos, han sido redactados en la visita pastoral, en el tren o robando al sueño horas bien necesarias para el descanso.
OBRAS DE CARIDAD
¿Cómo no decir algo de la caridad del Cardenal Primado? Apenas llegó a Toledo, comenzó a preocuparse de las necesidades de las clases menesterosas.
Exhortó a los fieles a ayudar a resolver el problema del paro forzoso, y dando ejemplo a los demás, emprendió en el palacio arzobispal obras que se han prolongado hasta hoy, y en las cuales han hallado ocupación buen número de trabajadores.
Para dar de comer a los hijos de los obreros, abrió en el palacio arzobispal un comedor donde reciben alimento, desde octubre a mayo, unos cuatrocientos niños cada día. ¿Cómo es posible -se preguntaban algunos al principio- que es obra pueda subsistir?
Y corrió la leyenda de que el Sr. Cardenal contaba con bienhechores espléndidos, o que tenía una varita mágica para convertir en oro los clásicos adoquines de las calles de Toledo.
Más fácilmente resolvió la dificultad el periódico antes aludido, en el cual un escritor improvisado, cuyo nombre callamos por respeto a la clase sacerdotal, ha dicho que el Sr. Cardenal sufragaba los gastos del comedor con los ¡fondos de reserva!
Mayor fuera aún la admiración de ciertas gentes si supieran que todo el año, cuarenta familias necesitadas de obreros sin trabajo, reciben cada día una abundante ración de diversos alimentos. ¿Quién se la lleva? Unas señoras abnegadas que hacen esta hermosa obra de apostolado de visitar al pobre. ¿De dónde sale el dinero para esta obra? Eso es lo que pocos saben; pero es hora de que se sepa: lo da el señor cardenal de su propio peculio.
Cuando se estableció esta obra, en 1928, al llegar el verano, las señoras escribieron al señor cardenal, que a la sazón estaba ausente de Toledo:
-¿Suspendemos los socorros por ser ahora menos necesarios?
-El hambre no veranea -respondió el señor cardenal, con sublime sencillez.
Y los socorros continuaron y continúan sin interrupción.
¿Cómo se realizan estos milagros? Los que conocen la modestia, muy cercana de la pobreza, con que vive Su Eminencia reverendísima, no hallarán dificultad en explicar lo que para el egoísmo o la malicia no tiene explicación.
ACCIÓN CATÓLICA
Quedarían incompletas estas ligeras noticias si no dijésemos algo del cardenal primado como director pontificio de la Acción Católica en España.
Durante los tres años de su pontificado apenas habrá habido manifestación de la Acción Católica que por él no haya sido iniciada, sostenida o impulsada.
Una semana nacional de consiliarios, un congreso nacional, una asamblea nacional de los elementos más calificados de la Acción Católica, una semana social, ¿no son actos bastantes para llenar un pontificado?
En todos estos actos Su Eminencia dirigió meditaciones, presidió sesiones, pronunció discursos e intervino de continuo en su preparación y organización.
Y omitimos otros varios congresos en los cuales, aunque no intervino tan directamente, tampoco faltó su cooperación y ayuda.
Mensualmente preside las reuniones de la junta central de Acción Católica en Madrid. En el año jubilar del Papa promovió una colecta nacional y organizó y presidió peregrinaciones a Roma.
En Toledo, par ano mencionar otros actos, celebró una semana de Acción Católica y recientemente, una “Semana del Papa”, en que se estudió la encíclica Casti connubii en una serie de conferencias, que se han editado en un lindo volumen, e hizo Su Eminencia cada día un estudio apologético del papado.
Al señor Cardenal Primado se debe la institución del “Día del Papa”, que se celebra ya en toda España, y en Toledo con particular solemnidad.
Si a todo esto se añade una intervención constante en las obras nacionales de Acción Católica, que se ejerce mediante visitas, presidencia de juntas, consultas y millares de cartas, se comprenderá que la dirección de la Acción Católica no es para el Primado un mero título honorífico.
Sin pertenecer propiamente a la Acción Católica, pueden mencionarse en este lugar las conferencias episcopales de la provincia eclesiástica y las reuniones de metropolitanos, que todos los años se celebran bajo la presidencia del señor cardenal.
Y, por último, bien merece un recuerdo una obra no tan conocida, ni tan estimada como debiera: la obra de las Misiones a los emigrados españoles en el mediodía de Francia, donde cada año se dan más de cuarenta misiones. Dos años ha visitado el señor cardenal los principales centros, y con su presencia y con su palabra ha cooperado al mayor fruto de este obra importantísima, que él fundó y que por él vive, a costa de sacrificios que no es hora de revelar.
Tal es, a grandes rasgos, la obra apostólica del Cardenal Primado. Aunque incompleta la enumeración de hechos, nos parece suficiente para nuestro propósito.
Obra la suya verdaderamente extraordinaria, si se tiene en cuenta el breve tiempo en que se ha ejecutado.
1925-1930. Fotograma de una procesión del Corpus. Los años 1928-1930 el cardenal Pedro Segura, como Arzobispo-Primado presidiría tan solemne fiesta. En la imagen el canónigo que aparece en el centro es el siervo de Dios José García y Rodríguez-Moreno, Magistral de la Catedral Primada, sufrió el martirio el dos de agosto de 1936.
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