Sábado, 23 de noviembre de 2024

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"Vosotros sois mis amigos"

por Victor in vínculis

NADIE TIENE MAYOR AMOR QUE EL QUE DA LA VIDA

Del Santo Evangelio según San Juan 15, 1217

“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros”.

Y esto decía S.S. Francisco, en una homilía del 26 de mayo de 2014:

“En el Cenáculo, Jesús resucitado, enviado por el Padre, comunicó su mismo Espíritu a los Apóstoles y con su fuerza los envió a renovar la faz de la tierra. Salir, marchar, no quiere decir olvidar. La Iglesia en salida guarda la memoria de lo que sucedió aquí; el Espíritu Paráclito le recuerda cada palabra, cada gesto, y le revela su sentido.

El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies, que Jesús realizó, como ejemplo para sus discípulos. Lavarse los pies los unos a los otros significa acogerse, aceptarse, amarse, servirse mutuamente. Quiere decir servir al pobre, al enfermo, al excluido, a aquel que me resulta antipático, al que me molesta.

El Cenáculo nos recuerda, con la Eucaristía, el sacrificio. En cada celebración eucarística, Jesús se ofrece por nosotros al Padre, para que también nosotros podamos unirnos a Él, ofreciendo a Dios nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras alegrías y nuestras penas…, ofrecer todo en sacrificio espiritual.

Y el Cenáculo nos recuerda también la amistad. “Ya no les llamo siervos –dijo Jesús a los Doce–… a ustedes les llamo amigos”. El Señor nos hace sus amigos, nos confía la voluntad del Padre y se nos da Él mismo. Ésta es la experiencia más hermosa del cristiano, y especialmente del sacerdote: hacerse amigo del Señor Jesús, y descubrir en su corazón que Él es su amigo.»

MI PRIMER LIBRO DE MÁRTIRES

Todavía lo conservo. Es de 1983. Lo compré, cuando era niño, en un campamento de la Unión Seglar del padre Alba, ¡el padre José María Alba Cereceda, S.J! Fundador de la Unión Seglar de San Antonio Mª Claret, de la Asociación de la Inmaculada y San Luis Gonzaga y del Colegio del Corazón Inmaculado de María. Un santo.

FLORILEGIO DE MÁRTIRES

Y se trata de eso, de un florilegio. “Existen muchos artículos y obras escritas -refiere por aquel entonces el autor- especialmente sobre el sacrificio sangriento de millares de vidas consagradas a Dios… mas reconociendo que a medida que van pasando los años, van quedando también en el olvido altos ejemplos de virtud, me he decidido a escribir este pequeño libro con datos verdaderamente históricos”.

Aquí podéis descargar, esta versión, para leerlo cuando podáis. El original son 60 páginas tamaño octavilla.

http://www.ministridei.es/archivos/santosypopulares/8278553766554774.pdf

 

EL AUTOR, BENJAMÍN MARTÍN SÁNCHEZ

Canónigo de la Catedral de Zamora, la editorial Apostolado Mariano, que publicaba sus obras de divulgación, conserva en su página web la necrológica del benemérito sacerdote, que publicó El Norte de Castilla , el 2 de agosto de 2007:

La iglesia de San Torcuato, donde celebró misa durante 60 años, se quedó pequeña. Cientos de personas se acercaron ayer por la mañana al templo para dar su último adiós a Benjamín Martín Sánchez, conocido en la ciudad como don Benjamín, quien falleció en la tarde del martes 31 de julio en la casa sacerdotal ´San José´, donde residía. El próximo 17 de agosto habría cumplido 102 años de vida. Don Benjamín nació en Roelos de Sayago el 17 de agosto de 1905. Estudió en el Seminario Conciliar de San Atilano de Zamora y en la Universidad Pontificia de Comillas. Obtuvo el doctorado en Teología y el Bachiller en Derecho Canónico. Fue ordenado sacerdote en Comillas el 25 de julio de 1929 y desde entonces desempeñó numerosos ministerios sacerdotales. Fue coadjutor de Fuentesaúco en 1929. Prestó el servicio militar durante la Guerra Civil, en 1936, fue ecónomo de Fuentesaúco en 1939 y teniente arcipreste de Fuentesaúco en 1940. Ejerció de párroco de San Torcuato en 1944; confesor del Seminario Mayor de Zamora, 1945; profesor de Introducción General a la Sagrada Escritura, Griego Bíblico y Lengua Hebrea, en 1951; vicerrector del Seminario Mayor de Zamora, en 1951; rector del Seminario Mayor de Zamora, en 1958; canónigo de la Catedral de Zamora, en 1959; examinador prosinodal, en 1970; maestrescuela de la Catedral de Zamora, en 1980, y colaborador en la pastoral de la parroquia de San Torcuato desde su jubilación.

Ha sido un escritor prolífico durante toda su vida entre cuyas obras destacan numerosos folletos de divulgación, una gramática hebrea y una Introducción a la Sagrada Escritura. En agosto del 2005, con motivo de su cien cumpleaños, la Diócesis de Zamora le homenajeó por la dilatada vida e intensa tarea pastoral, docente y publicista. De esta manera, el 13 de agosto de 2005 se celebró en la iglesia de San Torcuato una eucaristía de acción de gracias por sus cien años de vida. La misa de funeral de ayer fue presidida por el obispo, Gregorio Martínez Sacristán.

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