Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Recurramos a María, Reina de la Paz

     Recurramos a  María,  Reina de la paz

 

Cuando la paz se ve amenazada por los actos terroristas o por todo tipo de violencia, los cristianos dirigimos nuestra mirada a María, para que ella que es invocada por la Iglesia como Reina de la paz, alcance de Dios la  paz para toda la humanidad.

 Virgen María,  gran intercesora ante Dios por la paz

     La madre de Jesús, es la criatura que ha encarnado mejor las condiciones de la verdadera orante, por su fe, su confianza en Dios, su amor al prójimo. Ella ha conformado plenamente su vida a la voluntad de Dios. Por ello Dios escucha todas sus peticiones.

     Los cristianos de todos los tiempos han recibido tantos favores de Dios por medio de la intercesión de la Virgen María,  que consideran que Dios ha dispuesto que Ella sea la mediadora de todas las gracias de Jesucristo.  "Nos exhorta San Bernardo a recurrir siempre a esta divina Madre, ya que sus súplicas son siempre escuchadas por su divino Hijo.  Acudamos a María (...). Lo digo sin vacilar... el Hijo oirá a su Madre. (...) Busquemos la gracia, y busquémosla por medio de María, porque halla todo lo que busca  y jamás pueden ser frustrados sus deseos. (...) San Ildefonso, vuelto a la misma celestial Señora, le hablaba así: La majestad divina ordenó que todos sus bienes pasaran por tus manos benditas. A Ti están confiados todos los tesoros divinos y todas las riquezas de las gracias ".

        Acogiendo toda esta tradición, el Concilio Vaticano II afirma de María:  "Asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su  múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora" (LG 62).

      Han existido muchos hombres y mujeres que han luchado por la paz, pero en ocasiones  han experimentado que las palabras no surten efecto en el corazón de los que han optado por la violencia y la muerte. Uno de ellos fue Pío XII. Después de la II Guerra Mundial, los cristianos de los países del Este sufrían todo tipo de vejaciones e injusticias. Viendo que nada conseguía con las palabras, no por ello perdió la esperanza, y dirigió su corazón a la Virgen María para que ella alcanzara de Dios el fin de la violencia y de la injusticia que sufrían los cristianos de los países del Este.  En el jubileo mariano de 1953, Pío XII invitó a todo el pueblo cristiano para que le acompañara en su súplica a la Virgen, a fin de que, a través de Ella, Dios concediera la libertad a los cristianos que sufrían persecución en la Iglesia del silencio. En la encíclica sobre la realeza de María, Pío XII escribió: "Personas injustamente perseguidas por su profesión cristiana y privadas de los derechos humanos y divinos de la libertad. Para alejar estos males de nada han valido hasta ahora ni justificadas demandas ni repetidas protestas. Que la poderosa Señora de las cosas y de los tiempos, la que sabe aplacar  las violencias con su pie virginal, vuelva a estos hijos inocentes y atormentados esos ojos de misericordia"[1].

        En 1983-84, Juan Pablo II convocó un nuevo jubileo mariano; uno de los objetivos era el de pedir de forma especial por Rusia,  que celebraba el milenario de su adhesión a Cristo. El sistema opresor del comunismo, que parecía que iba a dominar el mundo. A los pocos meses de finalizar el jubileo mariano, cayó el sistema comunista  como si fuera un castillo de naipes. Juan Pablo II, mirando "no sólo la historia del  hombre, sino también la intervención divina en las vicisitudes humanas" (TMA 17), constató:  "Es difícil no advertir cómo el año mariano precedió de cerca los acontecimientos de 1989. Son sucesos que sorprenden por su envergadura y especialmente por su rápido desarrollo.  Los años ochenta se habían sucedido arrastrando un peligro creciente, en la estela de la >; el año 1989 trajo consigo una solución pacífica que ha tenido casi la forma de un desarrollo >. (...) Además se podía percibir cómo, en la trama de lo sucedido, operaba con premura materna la mano invisible de la Providencia: > (Is 49,15)" (TMA 27).

    La caída del bloque comunista es un ejemplo contemporáneo de la poderosa intercesión de María en favor de la paz. La historia nos muestra cómo por medio de María se ha alcanzado la paz en guerras crueles y prolongadas. Esta es la experiencia del pueblo cristiano que invoca a María como Reina de la paz.

   La Iglesia a través de toda su historia ha experimentado la poderosa intercesión de María ante su Hijo, ya que como dirá el beato Francsico Palau “un buen hijo no niega a su madre ninguna gracia que sea justa y necesaria, mucho menos en el cielo negará Jesucristo a su Madre lo que le pida".  Por ello san Bernardo dirá: "¡Oh bienaventurada Virgen!, yo consiento en que no se hable más de vuestra misericordia si se halla uno solo que, habiéndoos invocado en sus necesidades, le hayáis faltado Vos”.

 El Santo Rosario, una oración eficaz para alcanzar de Dios la paz

   El Concilio Vaticano II ha recomendado "encarecidamente los ejercicios piadosos del pueblo cristiano" (SC 12-13). Entre los ejercicios piadosos más recomendados por la Sede Apostólica se encuentra el rezo del rosario mariano.        

       Siguiendo la máxima evangélica: "por sus frutos los reconoceréis" (Mt 7,20),  podemos considerar que el rezo del rosario es una oración poderosa a los ojos de Dios, ya que ha obtenido de El muchas gracias para bien de la Iglesia y de la humanidad. Reflexionando sobre el motivo del gran poder intercesor de este ejercicio piadoso, podemos considerar que se debe a su misma estructura. El rosario se inicia con el rezo del Padrenuestro, la oración cristiana por excelencia, que el mismo Señor nos enseñó:  en ella se honra a Dios Padre y se suplica su ayuda. Prosigue con el rezo del Ave María, con la cual honramos a Dios en el misterio de la encarnación del Verbo, y suplicamos insistentemente la intercesión de María Santísima. Ella, que es considerada la medianera de todas las gracias, no deja de presentar nuestras necesidades a su Hijo, y El, como Dios, no deja de escuchar benignamente a su Madre. Finaliza con la glorificación de la Santísima Trinidad. Esta oración vocal está unida a la oración mental, ya que meditamos la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Se ha considerado que en el rezo del santo rosario está el compendio de todo el Evangelio.

       En las dos más importantes apariciones de la Virgen en el siglo XIX y XX, reconocidas oficialmente por la Iglesia, en Lourdes y en Fátima, aparece la Virgen María asociada al rezo del rosario y exhorta a todos para que lo recen.  Juan Pablo II no deja de rezar constantemente el rosario y de recomendarlo a todos, porque sabe por experiencia los grandes dones que alcanza de Dios, y la gran necesidad que tiene la Iglesia y la misma humanidad de estos dones.

      El rosario es el ejercicio piadoso  que se ha mostrado más poderoso para alcanzar de Dios el don de la paz. En plena I Guerra Mundial, la Virgen en Fátima, en cada una de sus apariciones  insistió a Jacinta, Francisco y Lucía que rezaran el rosario todos los días para obtener la paz del mundo. Incluso les catequizó sobre la forma como podían rezarlo mejor; veamos su insistencia:  1ª aparición: "Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra"; 2ª aparición: "que recéis el rosario todos los días"; 3ª aparición: "Quiero que  (...) continuéis rezando el rosario todos los días en honra a Nuestra Señora del Rosario, con el fin de obtener la paz del mundo y el final de la guerra porque sólo Ella puede conseguirlo"; 4ª aparición: "Deseo que sigáis rezando el rosario todos los días"; 5ª aparición: "Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra"; sexta y última aparición: "que continúen  rezando el rosario todos los días. La guerra está acabándose y los soldados volverán pronto a sus casas"

       De la insistencia de la Virgen en que los pastorcillos rezaran el rosario para alcanzar la paz del mundo y que al sexto mes la guerra estuviera acabándose, se puede deducir que el rezo del rosario alcanza de Dios el don de la paz y ésta se hace pronto realidad entre los hombres. Poco antes de morir la beata Jacinta dirá  a su prima Lucía: "Que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios la confió a Ella".

        Juan Pablo II quiso que se iniciara el  año mariano de 1987-1988 con el rezo del rosario a escala mundial. Él mismo dirigía el rezo  desde la basílica de Santa María la Mayor, acto  conectado por medios audiovisuales con 16 santuarios marianos del mundo entero, entre ellos la basílica del Pilar. Rezo retransmitido por cuarenta canales de televisión del mundo entero, con un público potencial de mil millones de personas. Fueron no pocas las personas de todo el mundo que se unieron al rezo de este rosario. A los pocos meses de finalizar el año mariano tuvo lugar la caída del bloque comunista, aquel bloque que había dejado un reguero de sangre de más de cien millones de personas, de los cuales unos 200.000 eran religiosos.

         Este testimonio histórico nos puede animar a rezar diariamente con fe y esperanza el rezo del rosario para que Dios conceda la paz a todas las naciones. Y así podamos ser benditos de Dios por trabajar por la paz (cf. Mt 5,9).



[1] Pío XII, Carta Encíclica Ad Caeli Reginam, Ecclesia 696(13-IX-1954)538-541, n. 4.               
 
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