Desconfianza y Redes Sociales
La confianza es un factor imprescindible en la comunicación, y, a la inversa, la comunicación, además de presuponer confianza, la incrementa.
La oportunidad en la comunicación es vital. Hay que hablar en el momento oportuno y aprovechando que las personas estan receptivas.
De ahí que si en la vida en pareja la comunicación no se realiza oportunamente, entendiendo el sentimiento de la otra persona, lo más probable es que se generen campos de desconfianza.
La desconfienza proviene cuendo pensamos que lo que la otra persona dice o hace no es bueno para nuestra relación.
Esto ocurre cuendo el otro no es coherente con los principios que decía tener.
Si un cónyuge desconfía del otro por ejemplo en el uso del dinero, evidentemente le dará menos confianza en ese tema, le hará preguntas de doble sentido y el otro se dará cuenta. Esa desconfianza irá generando desunión, afilará aristas y los roces serán más dolorosos.
Hay que procurar aclarar las cosas para que no se generen pequeños cotos cerrados que cada vez ocuparán más espacio, reduciendo al tiempo el oxígeno que proporciona una comunicación sana: en algunos casos se puede sentir un verdadero ahogo.
Al negarnos a dar explicaciones de nuestros actos, los campos de desconfianza serán cada vez mayores.
Cuando hay una necesidad de vigilar al otro, movil, correo, redes sociales, etc algo falla en esa pareja, algo hay que restaurar.
Aunque hay veces en que se pueden producir casos de desconfianza que requiera pedir ayuda a un especialista porque realmente no hay motivo.
No aconsejo vigilar al otro, no sirve para nada.
Hay veces que convendría buscar un asesor que nos ayudara a ver las cosas con una cierta distancia, con la dimensión exacta que tienen, aprovechar los momentos positivos, los momentos receptivos del otro para sacar temas con oportunidad.
Pero lo que siempre resulta necesario, en la salud y en la
enfermedad, es intentar hablar serenamente, porque si no uno terminará «sintiendo desconfianza de hablar de desconfianzas» y las cosas seguirán como estaban o, mejor dicho, irán empeorando.
¡Nunca hay que darse por vencido! Cuando uno dice que «no hay nada que hacer», lo que quiere decir es que él no va a hacer nada, dejando al otro en la estacada.
La solución está en nosotros. ¿De acuerdo?
contreras@jmcontreras.es
Dejo enlace a algunos libros:
http://www.eunsa.es/tienda/yumelia-familia-y-educacion-eiunsa/1884-si-de-verdad-me-quieres.html
Comentarios