¿Qué pasa con el Papa Francisco?
¿Qué pasa con el Papa Francisco?
Escuché atentamente el video grabado por el P. Santiago Martín para María Visión, y colgado en ReL en el que se siente alarmado por el cariz que toman algunas circunstancias eclesiales que parecen mermar popularidad al Papa Francisco.
Aporta unos datos estadísticos en lo que parece que la asistencia a las audiencias y Ángelus han disminuido de modo alarmante. Por otro lado se observan algunas actitudes un poco confusas por parte de eclesiásticos de alto rango. Todo ello nos preocupa, y nos hace plantearnos la pregunta: ¿Qué está pasando?
Yo no pretendo hacer un análisis a fondo del tema, me limito a expresar algunas consideraciones que me vienen a la cabeza, y que puede, al menos para mí, dar respuesta al interrogante que nos planteamos.
El Papa emérito Benedicto XVI afirma reiteradamente en sus escritos y alocuciones, que la Iglesia del presente y del futuro dista mucho de ser la “añorada Iglesia de la cristiandad”, donde las masas sin ningún discernimiento se ponían al lado de Papa y de toda la Jerarquía respondiendo a todo “amén”. La Iglesia del presente y del futuro es, y será, una Iglesia de minorías, de comunidades creyentes por convencimiento, de celebraciones más familiares, de compromisos más serios.
La Iglesia en nuestros días se ha visto zarandeada por toda una tormenta de escándalos que han puesto al vivo la parte humana, siempre pecadora, de miembros de la misma, en especial de alguna parte –minoritariamente- de la Jerarquía. Estos casos reales y lamentables han sido magnificados por los poderosos medios de comunicación, hábilmente manipulados por ideologías siempre contrarias, y mal intencionadas, contra todo lo que suene a religión, en particular la católica. Y todo ello ha desencadenado la “tormenta perfecta” que está batiendo la barca de la Iglesia.
Considero oportuno traer aquí la gran visión sobre la Iglesia que tuvo San Juan Bosco el 26 de mayo de 1862: La Iglesia, dice Don Bosco:"deberá pasar tiempos críticos y sufrir grandes daños pero al final el Cielo mismo intervendrá para Salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento.
Me vi sobre una pequeña isla rocosa en medio del mar, mientras la tempestad rugía furiosa. Entonces surgió una nave grande y potente, que las olas gigantescas combatían, lanzándola de derecha a izquierda.
El Papa estaba erguido sobre esa embarcación y a su Lado, divise cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y mucha gente.
Comprendí que esa visión debía significar la Santa Iglesia Católica.
Muchas naves poderosas y enemigas la circundaron y arremetieron contra ella, causándole daños, para que naufragara.
Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante. Los cardenales que estaban en la nave de la Iglesia eligieron inmediatamente, de entre ellos al nuevo Papa. Al mismo tiempo se conoció en el mundo la doble noticia de la muerte del Papa y la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse.
Difícil sobre toda ponderación, fue el deber que asumió el nuevo Pontífice, su nave con grandes averías, parecía perdida al empuje de los furiosos ataques de sus enemigos, que se creían dueños de la victoria.
Entonces vi surgir entre las tinieblas y sobre la tormenta dos magnificas columnas luminosas. Sobre una de ellas campea una estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: "Auxilium Christianorum".
Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con las palabras: "Salus credentium" (Salvación de los creyentes).Renació la esperanza y se fortalecieron los ánimos entre la gente que estaba en la nave de la Iglesia.
El nuevo Papa, venciendo y superando todos los obstáculos, dio la orden de arrumbar hacia las dos columnas y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende sobre la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Cumplido esto, hizo que la nave anclara allí fijamente.
Entonces se produce una gran confusión; observe la desbandada de barcos enemigos que se dan a la huída, se dispersan, se chocaban entre si y se aniquilaban mutuamente. Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas. Algunos pudieron escapar del desastre y desaparecieron de mis miradas. Numerosos náufragos de las embarcaciones destruidas, nadaban y remaban sobre los restos flotantes, hacia la gran nave de la Iglesia, que los acogió con misericordia y los puso a salvo.
En el mar reina una calma absoluta. (Fuente: http://wwwapostoladoeucaristico.blogspot.com.es/2009/07/el-triunfo-de-la-iglesia-segun-la.html).
Al Papa Francisco le ha correspondido tomar el timón de esta barca milenaria hoy zarandeada por el furor de los que no la aman de verdad. Benedicto XVI ya no se vio con fuerzas para ello. El Papa Francisco interpela a la Misericordia Divina para que nos ayude a amar de corazón, a desterrar las falsas apariencias, a dar la vida por nuestra Madre la Iglesia Católica, hoy necesitada del amor de sus hijos fieles.
Hay dos grandes columnas a las que tenemos que echar las amarras: La Eucaristía y la Virgen María. Esa es la solución. Seremos tal vez poco, pero muy unidos al Papa defenderemos a esta gran Familia, a este maravilloso Pueblo de Dios de sus enemigos de dentro y de fuera. Hace falta mucha fe y mucha obediencia. Y, como vio San Juan Bosco, la Iglesia que nos acoge con misericordia nos pondrá a salvo.
Juan García Inza