La fe al alcance de los niños (8)
por Un obispo opina
LA FE AL ALCANCE DE LOS NIÑOS (8)
TEMA: AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS SUBIÓ AL CIELO Y ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DE DIOS PADRE TODOPODEROSO.
DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A VIVOS Y A MUERTOS
Niño: ¿Te vieron tus apóstoles cuando resucitaste?
Jesús: Nadie me vio en el momento de resucitar, pero después, me aparecí, primero, a una mujer, María Magdalena; después, me aparecí varias veces a mis discípulos durante 40 días.
Niño: Menudo susto se llevarían la primera vez ¿no?
Jesús: Algo de eso. No se lo acababan de creer.
Pensaban que era un fantasma pero, poco a poco, lo fueron creyendo.
Niño: Y a tu madre no te apareciste?
Jesús: ¿Tú qué crees? ¿Qué hubieses hecho tú? La relación de mi madre conmigo es algo muy particular y personal entre los dos. Tú también tienes tus secretitos en tus relaciones con tu madre.
Niño: ¿Cuándo subiste al cielo?
Jesús: A los 40 días de haber resucitado subí al cielo. Allí me entronizó mi Padre a su derecha y allí sigo esperando que tú y mis amigos lleguéis también para sentaros conmigo a la derecha de mi Padre.
¿Te hago yo ahora una pregunta que, supongo, no me la vas a saber contestar?
Niño: Vale.
Jesús: Si yo he estado desde toda la eternidad a la derecha de mi Padre ¿por qué se dice en el Credo, que el Padre me sentó a su derecha?
Niño: Pues...
Jesús: Ya sabía yo... Porque si bien es cierto que, desde toda la eternidad, por ser Dios como el Padre, estoy sentado a su derecha, cuando subí al cielo, el Padre me sentó a su derecha no sólo como Dios, sino como hombre también, porque “soy hombre para siempre”. Y como vosotros estáis unidos a mí como las ramas de un árbol están unidas al tronco, estáis destinados a participar conmigo de la gloria que el Padre me ha dado como hombre, y estaréis conmigo glorificados y sentados a la derecha del Padre.
Ahora ya estáis resucitados y glorificados de alguna manera, porque estáis unidos a mí por la gracia; pero lo estaréis de manera plena y perfecta si seguís siendo mis amigos durante vuestra vida. Yo estoy pidiendo constantemente al Padre por vosotros, para que nunca dejéis de ser mis amigos. Mi Reino, el que instauraré al final de los tiempos, no tendrá fin. Durará para siempre.
Niño: ¿Vendrás otra vez al mundo?
Jesús: Sí. Volveré en una segunda venida para juzgar a todos los hombres de todos los tiempos. Los que hayan sido buenos vendrán conmigo para siempre al cielo; poseerán el Reino para siempre. Los que hayan sido malos se condenarán, también para siempre, en el infierno.
ORACIÓN
Padre, ante tu Hijo Jesús, mi hermano y amigo muerto en la cruz, lo único que se me ocurre decirte es: ¡GRACIAS! No sé decirte otra cosa. Pero, ¿por qué nos has amado tanto?
Jesús, tú nos has enseñado a confiar en el Padre porque el Padre nunca falla. Confiaste en el Padre y te resucitó. No te falló.
Ayúdame a confiar en el Padre yo también, sobre todo, cuando me suceden cosas que no me gustan.
Pero ¿sabes qué te pido también? Que me ayudes a que tampoco yo te falle como amigo.
Y cuando pienso que has de venir a juzgarnos a todos, me alegro, ¿sabes? Porque me has de juzgar tú que me quieres tanto, y que has dado tu vida por mí. Y no te tengo miedo; ¿cómo voy a tenerte miedo si te quiero y sé que me quieres y eres mi mejor amigo?
José Gea
TEMA: AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS SUBIÓ AL CIELO Y ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DE DIOS PADRE TODOPODEROSO.
DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A VIVOS Y A MUERTOS
Niño: ¿Te vieron tus apóstoles cuando resucitaste?
Jesús: Nadie me vio en el momento de resucitar, pero después, me aparecí, primero, a una mujer, María Magdalena; después, me aparecí varias veces a mis discípulos durante 40 días.
Niño: Menudo susto se llevarían la primera vez ¿no?
Jesús: Algo de eso. No se lo acababan de creer.
Pensaban que era un fantasma pero, poco a poco, lo fueron creyendo.
Niño: Y a tu madre no te apareciste?
Jesús: ¿Tú qué crees? ¿Qué hubieses hecho tú? La relación de mi madre conmigo es algo muy particular y personal entre los dos. Tú también tienes tus secretitos en tus relaciones con tu madre.
Niño: ¿Cuándo subiste al cielo?
Jesús: A los 40 días de haber resucitado subí al cielo. Allí me entronizó mi Padre a su derecha y allí sigo esperando que tú y mis amigos lleguéis también para sentaros conmigo a la derecha de mi Padre.
¿Te hago yo ahora una pregunta que, supongo, no me la vas a saber contestar?
Niño: Vale.
Jesús: Si yo he estado desde toda la eternidad a la derecha de mi Padre ¿por qué se dice en el Credo, que el Padre me sentó a su derecha?
Niño: Pues...
Jesús: Ya sabía yo... Porque si bien es cierto que, desde toda la eternidad, por ser Dios como el Padre, estoy sentado a su derecha, cuando subí al cielo, el Padre me sentó a su derecha no sólo como Dios, sino como hombre también, porque “soy hombre para siempre”. Y como vosotros estáis unidos a mí como las ramas de un árbol están unidas al tronco, estáis destinados a participar conmigo de la gloria que el Padre me ha dado como hombre, y estaréis conmigo glorificados y sentados a la derecha del Padre.
Ahora ya estáis resucitados y glorificados de alguna manera, porque estáis unidos a mí por la gracia; pero lo estaréis de manera plena y perfecta si seguís siendo mis amigos durante vuestra vida. Yo estoy pidiendo constantemente al Padre por vosotros, para que nunca dejéis de ser mis amigos. Mi Reino, el que instauraré al final de los tiempos, no tendrá fin. Durará para siempre.
Niño: ¿Vendrás otra vez al mundo?
Jesús: Sí. Volveré en una segunda venida para juzgar a todos los hombres de todos los tiempos. Los que hayan sido buenos vendrán conmigo para siempre al cielo; poseerán el Reino para siempre. Los que hayan sido malos se condenarán, también para siempre, en el infierno.
ORACIÓN
Padre, ante tu Hijo Jesús, mi hermano y amigo muerto en la cruz, lo único que se me ocurre decirte es: ¡GRACIAS! No sé decirte otra cosa. Pero, ¿por qué nos has amado tanto?
Jesús, tú nos has enseñado a confiar en el Padre porque el Padre nunca falla. Confiaste en el Padre y te resucitó. No te falló.
Ayúdame a confiar en el Padre yo también, sobre todo, cuando me suceden cosas que no me gustan.
Pero ¿sabes qué te pido también? Que me ayudes a que tampoco yo te falle como amigo.
Y cuando pienso que has de venir a juzgarnos a todos, me alegro, ¿sabes? Porque me has de juzgar tú que me quieres tanto, y que has dado tu vida por mí. Y no te tengo miedo; ¿cómo voy a tenerte miedo si te quiero y sé que me quieres y eres mi mejor amigo?
José Gea
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