Miércoles, 06 de noviembre de 2024

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Ni Siria es Irak ni el Estado islámico es Sadam Hussein

por En cuerpo y alma

 
 
            Con oportunidad de los atentados que se suceden en París y que se temen, cuando no esperan, en todas las ciudades de Europa y de occidente (por no hablar de los que tienen lugar cada día en Africa y Asia), se oye decir por ahí que George Bush Jr. tenía razón y hasta que es preciso recuperar el discurso del junior de los Bush, algo con lo que se quiere justificar una hipotética acción armada contra los distintos yihadismos islamistas y más concretamente el del Estado Islámico sirio-iraquí(1). Un argumento que curiosamente, carece de toda lógica y exhibe un cierto desconocimiento de la cuestión.
 
            Y es que aunque no parece discutible que la cuestión siria, y más concretamente la cuestión Estado Islámico, requiere por parte del mundo occidental una respuesta rápida y contundente que no excluye, sino que más bien pasa, por la opción armada, buscar en lo que se hizo en Irak el precedente y la justificación es un gran error, pues lo ocurrido en el país en que gobernaba Sadam Hussein no sólo no es lo mismo, sino que es, exactamente, lo contrario. Qué curioso ¿verdad? Me explicaré.
 
            Sadam Hussein podía ser, -era de hecho-, un dictador implacable. Su crueldad parece al día de hoy fuera de toda duda, y nadie va a glosar ahora su persona como ejemplo del “caballero cristiano”. Pero por muchas cosas que pudiera ser, Sadam no fue un fundamentalista islámico. No sólo no lo era, sino que el gran enemigo de Sadam Hussein era, precisamente, el fundamentalismo islámico.
 
            Sadam Hussein asciende al poder en Irak desde el Partido Baaz, el mismo que todavía al día de hoy gobierna en Siria, que tuvo representación y hasta cierta importancia en otros países árabes como Jordania, y que se desenvuelve, en todo caso, en la línea de los nacionalismos islámicos como el de Nasser en Egipto o el de Mustafá Kemal Ataturk en Turquía (pinche aquí para conocer mejor al personaje). El Baaz, que etimológicamente hablando significa algo así como “renacimiento”, “regeneración”, es un partido árabe con un toque de socialismo y laico hasta donde en el ámbito islámico, partidos y gobiernos pueden ser laicos, partidario, por lo tanto, de lo que podríamos denominar separación mezquita-estado.
 
            Por todo ello, cuando Bush buscaba a Osama Ben Laden en tierras iraquíes y en los palacios de Saddam, erraba el tiro como no se puede errar más, porque por muy enemigos que fueran Bush y Sadam, y por otro lado Bush y Ben Laden, eso no convertía a Sadam y a Ben Laden en amigos, y como ya se ha dicho, lo que un partido como el Baaz teme más que a un nublado es al fundamentalismo islámico y al yihadismo. Razón por la cual, combatir hoy día al Estado islámico no sólo no es lo mismo que combatir las dictaduras baazistas como la de Sadam (y hoy la de Bachar) sino exactamente lo contrario, y, en consecuencia, los argumentos que alimentan una intervención contra el Estado Islámico no son ni pueden ser los que alimentaron en su día la intervención contra el régimen baazista de Irak.
 
            Todo esto dicho, lo más honesto sería reconocer que, visto con la perspectiva que da el tiempo, la intervención norteamericana en Irak (es decir, la de Bush hijo, no así la de Bush padre, que fue de una gran inteligencia) fue un completo fracaso (pinche aquí si le interesa el tema). Un completo fracaso para la estabilidad de la región; un completo fracaso para la tranquilidad de occidente… y un completo fracaso, desde luego, para Irak, para la que apenas representó convertirse en la primera víctima de la Primavera Arabe, incluso siete años antes de que ésta estallara.
 
            Una Primavera Arabe a la que no quiero dejar de dedicar aquí unas líneas, y que, quitémonos la venda de una vez, apenas sirvió para sustituir lo que entonces eran meras dictaduras civiles más o menos crueles (Sadam Hussein, Gadafi) o más o menos ilustradas (Bachar el Assad, Mubarak), por totalitarismos teocráticos (Irak, Siria, podría llegar a ser el caso de Túnez, Egipto por los pelos) o por estados fracasados (Libia), y que de manera tan impostadamente ingenua, tanto jalearon nuestros medios y nuestros políticos, cuando hasta un niño de dos años podía ver que no conduciría sino a lo que ha conducido, a saber, a totalitarismos teocráticos y a terrorismo internacional. ¡Ah! y a persecución de los cristianos locales, esa cara de la moneda a la que egoístamente cerramos los ojos, pero que es (por lo menos hasta el momento) mucho más cruel y dolorosa que incluso la que nos afecta en Europa, siendo ésta como es, y como tantas  veces hemos visto ya, terriblemente cruel y dolorosa.
 
            Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. También ahora, o más que nunca ahora.
 
 
            (1) A los efectos es obligado recordar que el del Estado Islámico no es el único yihadismo potente al día de hoy, y no está de más seguir la pista de otros grupos no menos peligrosos como el somalí Al Shabab o el nigeriano Boko Haram. Y todo ello, sin despreciar la capacidad operativa que aún tiene Al Qaeda.
 
 
 
            ©L.A.
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