Beato Rupert Mayer & Hitler (3)
1. SACERDOTE, JESUITA, HÉROE DE GUERRA
Rupert Mayer nació en Stuttgart el 23 de enero de 1876. Sus piadosos padres, Rupert Mayer y Emilia Wehrle, comerciantes acomodados, dieron a sus hijos una óptima educación religiosa y humana. Rupert, tras realizar en su ciudad natal los estudios primarios y secundarios, prosigue su formación en el Instituto de Ravensburg. Es durante este período cuando descubre su vocación hacia la Compañía de Jesús[1]. Sus padres, sin embargo, le piden que difiera su decisión de hacerse religioso hasta un año después de la ordenación sacerdotal. Con ejemplar sumisión, inicia sus estudios de filosofía y de teología en varias universidades: Friburgo (Suiza), Múnich (Baviera) y Tubinga. Finalmente ingresa en el Seminario Mayor de Rottemburg, en donde será ordenado sacerdote el 2 de mayo de 1899. Fue destinado como Coadjutor a la Parroquia de Spaichingen. Transcurrido un año, solicitó ser admitido en la Compañía de Jesús.
El 1 de octubre de 1900 ingresa en el Noviciado de Feldkirch (Voralberg, Austria). El Noviciado le resultó duro entre gente mucho más joven que él. Sin embargo, desde el primer momento demostró una gran obediencia y generosidad al proponer a su Maestro de novicios: Yo soy un papel completamente en blanco: escriba lo que quiera.
El 2 de octubre de 1902 emite sus Primeros Votos en el Ignatiuskolleg de Valkemburg (Holanda). Después de completar su formación espiritual y científica, desde 1906 a 1912 el Padre Rupert Mayer es destinado a la predicación de Misiones Populares en Renania-Westfalia y Baden.
En enero de 1912 recibe el nombramiento como Capellán de los inmigrantes para la ciudad de Múnich. Enseguida comenzó su labor: organizó un grupo de colaboradores para atender material y espiritualmente a los recién llegados, a los cuales visitaba personalmente. Daba conferencias a las asociaciones de trabajadores. Promovió Cáritas y la asistencia a los jóvenes de Múnich. Para servirles con mayor dedicación interviene, junto con el Rvdo. Pichlmair, en la fundación del Instituto Religioso de las Hermanas de la Sagrada Familia[2], que consagrarán su vida a este apostolado. El Padre Mayer escribió la parte ascética de la Regla de las religiosas y fue su Director Espiritual desde la fundación hasta su muerte.
Además se dedicó a introducir a los jóvenes universitarios de la Congregación Mariana en la práctica de la Comunión mensual. Esta práctica, que también fue seguida por los hombres de la Congregación, en poco tiempo se extendió a todas las parroquias de la ciudad.
En 1914 cuando estalla la Primera Guerra Mundial, el padre Mayer se ofrece, con la aprobación de sus superiores, como capellán militar. Desarrolla su ministerio sacerdotal entre los soldados de primera línea; estos admiraban su valentía y generosidad. En el invierno de 1915 recibe, por cumplir de modo heroico con sus deberes, una codiciada condecoración: la Cruz de Hierro de primera clase.
El padre Rupert Mayer afirmaba: Mi vida está en las manos de Dios. En estos bombardeos hay siempre pérdidas de vidas humanas y los soldados tienen siempre necesidad de mí. Era para los soldados un fiel ángel custodio que les guiaba en el camino a la vida eterna.
El 30 de diciembre de 1916 fue herido gravemente en el frente rumano, sufriendo la amputación de la pierna izquierda. Gran admirador de su fundador, recordaría, sin duda, los días de conversión del soldado de Loyola tras el sitio de Pamplona. Después de una larga estancia en el hospital, y gracias a su constancia y empeño por volver a sus tareas apostólicas, se le puede colocar una pierna ortopédica. Su cojera ostensible le acompañará de por vida.
En 1917 regresa a Múnich. Se dedica a estudiar en profundidad las nuevas ideologías que aparecen en Europa, especialmente la comunista. Reemprende su labor dedicándose plenamente a los pobres y a todos aquellos afectados por la Gran Guerra, que había asolado a Europa.
El 28 de noviembre de 1921 fue nombrado Presidente de la rama masculina de la Congregación Mariana de Múnich, fundada en 1610, que dirigirá hasta su fallecimiento. Bajo su dirección se obtuvo un florecimiento excepcional, llegando a contarse más de 8.000 congregantes durante los diez primeros años.
En 1925 instituye las Misas matutinas[3] en la Estación de Múnich. El Padre Mayer estudia también los movimientos del Partido Obrero Nacionalsocialista[4], pues es precisamente en estos años cuando Adolf Hitler, influido por Alfred Rosenberg, se identificó con los ideales del partido y se convirtió en su jefe. El 27 de enero de 1923 se celebró el primer congreso nazi, con un enérgico discurso de Hitler contra los acuerdos de paz del Tratado de Versalles.
En este intenso año el Padre Rupert Mayer interviene en algunas discusiones públicas del nuevo partido declarando que un católico no podía nunca ser nacionalsocialista. Sucedió en Bürgerbrau y el tema era precisamente ese: “¿Puede un católico alemán ser nacionalsocialista?”. El padre Mayer pidió la palabra y, tras unos aplausos iniciales, pronunció tajantemente: Me habéis aplaudido demasiado pronto. Os diré en seguida con toda claridad que un católico alemán no podrá jamás ser nacionalsocialista. Del aplauso se pasó a un frenético rechazo. Se ha llegado a afirmar que los sermones antinazis del padre Rupert Mayer contribuyeron, en cierto modo, al fracaso del golpe de estado que en noviembre de 1923 protagonizó Hitler[5].
Diez años después, el 5 de marzo de 1933, el Partido Nacionalsocialista Alemán conseguía un triunfo casi rotundo en las elecciones al Parlamento. A partir de aquí la veloz carrera por el ansia de poder de Adolf Hitler no minimiza los esfuerzos del apóstol de Múnich por mostrar el verdadero rostro del nazismo. Del mismo modo, era evidente que al triunfar el partido, peligraría su situación. El nacionalsocialismo no podía permitir que un sacerdote tuviese tanta influencia entre los habitantes de una gran ciudad. Se iniciaba así una lenta y sorda persecución contra su predicación y sus intervenciones públicas. Se le acusó de tráfico de divisas por organizar cuestaciones de Cáritas. Se dijo que sus sermones iban contra la seguridad del Estado.
Finalmente, en junio de 1937 se le prohíbe predicar fuera del recinto de la iglesia. Dos semanas más tarde, el decreto prohibitivo se extendió a todas las iglesias, excepto la de San Miguel de Múnich. Sin embargo, el Padre Rupert Mayer prosiguió sus actividades de orador sagrado, con la aprobación de sus Superiores eclesiásticos.
[1] La Compañía de Jesús fue expulsada del II Reich en 1872 por representar un grave peligro para el Estado. El peligro, sin embargo, tenía un nombre propio: la kulturkampf (combate por la civilización). Con este nombre se denomina la lucha, que entre 1871 y 1878, llevó a cabo el canciller Bismarck contra el Partido católico alemán y el Vaticano. Por temor a las simpatías de los católicos alemanes por Francia, por Austria, por el Papa y por Polonia, Bismarck renovó mediante las “Leyes de mayo” (1873-1875) la política josefina, endureciéndola contra la Iglesia: disolución de las congregaciones, laicización de la enseñanza, supresión de los pequeños Seminarios, limitación de la jurisdicción eclesiástica y encarcelamiento del Primado de Polonia y de numerosos eclesiásticos. Pero la reprobación del emperador Guillermo I (1797-1888) y de los conservadores prusianos, junto con los éxitos electorales del Centro católico y de los socialistas, le obligaron a transigir. Aprovechando la elección de León XIII (1878), Bismarck abolió las “Leyes de mayo”.
[2] Las Hermanas de la Sagrada Familia se dedicaban a trabajar en los ambientes de la clase obrera, ocupándose del orden de sus casas, de regular las confusas situaciones matrimoniales, de cuidar a los hijos enfermos y de educar a la juventud obrera femenina, en línea de crear familias católicas.
[3] Durante diez años consecutivos celebró las dos primeras misas, a las 3´10 y a las 3´45 de la mañana, que se decían en la sala de espera de la Estación Ferroviaria, los domingos y fiestas de precepto, después de haber permanecido hasta bien entrada la noche en el confesionario. En 1937 las celebraciones eucarísticas de la Estación fueron prohibidas por el Gobierno; aunque en 1945 volvieron a restablecerse.
[4] El 24 de febrero de 1920 Adolf Hitler da a conocer el programa político del Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP), que hereda las estructuras del antiguo Partido Obrero Alemán, fundado en 1919 por Anton Drexler. Los objetivos del nuevo partido tendrán un contenido en el que el nacionalismo y el rechazo al Tratado de Versalles se mezclan con un fuerte antisemitismo.
[5] Hitler, junto al Comandante Röhm, organizó las SA (Sturm Abteilungen, Secciones de Asalto) y dio al partido su emblema (la cruz gamada del racismo), su uniforme (la camisa parda) y su saludo (el brazo en alto). Su palabra poseía un extraño atractivo, a pesar de que sus discursos no eran más que repeticiones de fórmulas simplistas. Cuando lo tuvo todo organizado, el 9 de noviembre de 1923 dio un golpe de Estado, aunque sólo contaba con el respaldo de las SA y del teniente general Erich von Ludendorff. El golpe fracasó por temor del Ejército a comprometerse con los nazis. Sin embargo, la fuerza de éstos iba en aumento: Ludendorff no fue acusado y Hitler recobró muy pronto la libertad. En la cárcel escribió el ideario para sus seguidores: Mein Kampf. El 27 de febrero de 1925 Adolf Hitler reorganizaba el Partido Nacionalsocialista Alemán para presentarse a las futuras elecciones y así acceder al poder dentro de la legalidad.