Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Homosexualidad. Las cosas claras.

por Estamos en Sus Manos

Bien, amigos. Ha llegado el momento 🌈. La pastoral con personas que sienten una atracción o identidad sexual diferente al orden natural debe ir orientada a que se sientan amadas y acogidas tal y como son, sin discriminación injusta y con delicadeza.

Muchos de ellos son personas con heridas emocionales profundas agravadas por su atracción o identidad, que necesitan cariño, comprensión y un hogar, que deben encontrar en la comunidad cristiana y en sus pastores. Todo el cariño que podamos prodigar hacia ellos es poco.

 

 

La orientación de la pastoral debe llevarles a la participación fructuosa en los sacramentos y en la vida cristiana, para que puedan ser sal de la tierra y luz del mundo, y llegar a ser santos, cómo está llamado a serlo todo cristiano de cualquier condición.

Para poder participar en la vida de la Iglesia deben tratar de vivir en coherencia con la moral evangélica. Esto nos cuesta a todos, por lo cual tenemos el sacramento de la penitencia, en el que, si nos arrepentimos y hacemos propósito de enmienda, se nos perdonan los pecados.

Así pues, las personas con esta atracción o identidad deben ser coherentes con la moral evangélica para acceder a los sacramentos. El cuidado pastoral debe ir orientado a ayudarles a vivir la castidad, como cualquier cristiano, y a amar con el mismo amor de Cristo a todos.

En tal sentido, la Iglesia distingue entre las tendencias y los actos sexuales. La tendencia no se debe juzgar bajo ningún concepto, y no hay en ella nada culpable o pecaminoso, aunque no siga el orden natural. Sus causas psíquicas permanecen aún inexplicadas.

Los actos sexuales fuera del orden matrimonial son desordenados, y en particular los actos homosexuales son contrarios al orden natural, están cerrados al don de la vida, no proceden de una complementariedad y por tanto no pueden obtener justificación moral.

Algunos sacerdotes han pretendido hacer pasar como católica una actitud que va más allá de la acogida, la comprensión y el acompañamiento de las personas que sienten esta atracción o identidad, llegando a proponer su estilo de vida como algo congruente con la moral cristiana.

Esto ha generado una grave confusión en el pueblo de Dios, ante declaraciones de varios de sus pastores. En efecto, algunos sacerdotes se han situado del lado de la llamada "cultura LGBTQ+" presentándola con una luz distinta a la evangélica y a la eclesial.

 

 

A la luz de las enseñanzas de Cristo, debemos amar a todos, hagan lo que hagan, pero no callarnos ante su estilo de vida, si es anti evangélico. Porque creemos que la verdad nos hace libres y que la verdadera felicidad consiste en la adhesión a la voluntad inmutable de Dios.

Por eso mismo, por amor a estas personas, debo corregir a mis hermanos sacerdotes y obispos que están confundiendo el amor y la acogida con la justificación de actos moralmente malos en atención a las tendencias y los afectos, como si estos justificaran actos anti evangélicos.

Las tendencias y los afectos no justifican moralmente ningún acto. Pueden disminuir la responsabilidad moral, y en esto es fundamental comprender con compasión a los que sienten esa tendencia o identidad. Pero hay que animarle a que luche por vivir el ideal evangélico.

Decirles que Dios quiere que sigan sus tendencias o impulsos es mentirles y cerrarles las puertas de la misericordia de Dios, que quiere que sean felices viviendo conforme a su voluntad. Defender los actos homosexuales como expresión natural de amor es una confusión total.

Una persona homosexual debe vivir la castidad. Un sacerdote homosexual debe vivir el celibato. Una pastoral homosexual debe orientarse según el evangelio y no justificar el pecado. Porque está en juego la felicidad de aquellos a los que amamos.

Yo AMO a las personas que sienten esa atracción o identidad, y precisamente por eso les anuncio con cariño y delicadeza el plan de Dios para sus vidas y les acompaño en las dificultades que experimentan al intentar vivirlo desde la Misericordia y el consuelo.

Decir que los que no justificamos los actos homosexuales no amamos ni respetamos a estas personas o que somos anti evangélicos es MENTIRA. Decir que no hacemos caso al papa Francisco es MENTIRA. Decir que somos rígidos o poco misericordiosos es MENTIRA.

 

 

Los sacerdotes y obispos que se jactan de tender puentes y lo hacen aplastando con ellos la verdad del evangelio, están fallando a su misión de bautizados y pastores, están mintiendo a las personas que acompañan y están confundiendo al mundo y a los cristianos. Eso es grave.

Quien quiera leer estos mensajes con una mirada torticera, así lo hará. Pero quien los lea en todos sus matices, verá que son congruentes con la voluntad de Dios y la doctrina de la Iglesia, no como los que presentan otros pastores como si la voluntad de Dios hubiera cambiado.

Sólo he expuesto lo que dice la Iglesia. Exhorto a mis hermanos sacerdotes y obispos a entrar en esta vía de amor, acogida, comprensión y acompañamiento que es la única congruente con el evangelio y la doctrina de la Iglesia.

Si acompanas a una persona con esta tendencia o identidad, ámala, comprende su debilidad y la dificultad que experimenta para vivir en medio de este mundo con esa condición, pero no le mientas. No le digas que Dios quiere que siga esa tendencia o que todo lo que haga es bueno.

Dios nos ama tal y como somos, pero su amor nos lleva a ser la mejor versión de nosotros mismos: a ser santos. Y ser santo es luchar por cumplir su voluntad. Dios te ama como eres, pero no te dice que da igual lo que hagas, porque eso es mentira.

Amor en la verdad, amor a todos, acogida a los que se acercan, misericordia para los que se arrepienten, buen consejo para el que quiere ser feliz, comunión con el Evangelio y la Iglesia. Esa es, y será siempre, la sinodalidad, el camino juntos hacia Dios. No hay otro.

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