Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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De una sociedad infantil a la que no puede decírsele determinadas cosas para no hacerle pupita

por En cuerpo y alma

 
 
            El proceso, muy resumido ha sido, más menos, el siguiente: el ministro del Interior afirma que habrá que tener cuidado porque entre los refugiados que España (y Europa) se dispone a acoger, podría venir infiltrado algún terrorista yihadista. La izquierda, la misma izquierda que con tanta vehemencia e impostada ingenuidad acogió la Primavera Arabe y ahora hace mutis por el foro, se queja de las declaraciones, y la Vicepresidenta del mismo Gobierno al que pertenece el Ministro del Interior matiza las palabras de éste.
 
            Pero vamos a ver señores: ¿es que a alguien se le oculta que entre los 120.000 refugiados que se dispone a acoger Europa y entre los 15.000 que le tocan a España, va a venir colado de tapadillo algún que otro terrorista? Mirado desde la perspectiva contraria, no propiamente la de los refugiados sino la contraria: si uno fuera el jefe de un despiadado grupo terrorista como lo es Daesh, ¿acaso no intentaría aprovechar la ocasión pintiparada del acogimiento de 120.000 personas para intentar infiltrar no uno, sino a tantos de sus activistas como pueda? ¿Pero qué clase de sociedad infantilizada hasta el infinito es aquélla que no puede entender ni siquiera una realidad como ésta, que entendería un niño de dos años? ¿Pero a qué grado de embobamiento, inmadurez e inconsciencia están llegando las sociedades democráticas europeas, y particularmente la española?
 
            Se da la circunstancia, además, de que si un día -¡Dios no lo quiera!- se produce un atentado y llega a demostrarse que el autor era precisamente un yihadista introducido en Europa entre esos refugiados, los que de manera más furibunda van a pedir responsabilidades al Gobierno y concretamente el Ministro de Interior –si sigue siendo el mismo naturalmente, nunca si es ya “uno de los suyos”- van a ser ¡precisamente! los que hoy le critican desaforadamente por habernos recordado una realidad tan palmaria y tan evidente.
 
            En todo colectivo hay personas buenas y hay personas malas… ¡que haya que explicarle esto a personas que creen que en España el 40% de los votantes son fascistas! Y en el colectivo que hoy día se dispone a acoger los países europeos también. Una vez más los impostados adoradores de la ingenuidad de los que tuve ocasión de hablarles hace sólo unos días –pinche aquí para conocerlos mejor- realizan una propuesta deliberadamente ingenua, infantil, presentando a todo una comunidad humana que supera el centenar de miles de personas como una comunidad paradisíaca, virginal, infinitamente inocente, de concepción inmaculada e incapaz de todo mal. Nada nuevo bajo el sol, ya nos han presentado otras no menos inmaculadas: la de los filantrópicos componentes de las filas republicanas en la Guerra Civil española, la de los indígenas americanos que practicaban costumbres tan saludables y naturales como la de comerse a sus semejantes o eviscerar a sus doncellas…
 
            Y no va a ser diferente en el amplio colectivo que se dispone a acoger Europa. Para empezar, algo de lo que yo no sé si la progresía europea ha tomado suficiente conciencia, en un alto porcentaje se tratará de cristianos que han perdido todo lo que tenían en la vida por el solo hecho de profesar la fe cristiana. Los demás serán musulmanes. Y tanto entre los unos como entre los otros, los habrá altos y los habrá bajos, los habrá sanos y los habrá enfermos, los habrá cultos y los habrá incultos, los habrá trabajadores y los habrá perezosos… y los habrá buenos y los habrá malos. Es más, entre 120.000, ¡no me cabe ninguna duda!, más de uno alimentará hacia el Occidente al que hoy dirige la mayoría sus miradas la peor de las opiniones y las más aviesas intenciones… Son muchas 120.000 personas como para que no haya varios así. Y si algo espero del ministro de Interior del gobierno que representa a mi país, al que por cierto, pago para ello (y si no ¿para qué le pago?), es ¡precisamente! que tome todas las medidas para que esas personas no acaben conviviendo entre nosotros, o que por lo menos, si después de todas las medidas adoptadas llega a hacerlo, esté suficientemente controlado. De verdad… ¿es tan difícil de explicar? ¿hemos llegado en Europa, y particularmente en España, a grado tal de infantilidad como para que realidad tan palmaria y evidente haya que ocultárnosla para que no nos haga “pupita”?
 
            Y bien amigos, poco más por hoy, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Que tengan Vds. una muy feliz semana.
 
 
            ©L.A.
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