De una ciudad suiza, un santo por canonizar y una espiritosa bebida alcohólica

 
 
            ...bebida que no es otra que la ginebra, definida por el Diccionario de la RAE como “bebida alcohólica obtenida de semillas y aromatizada con las bayas del enebro”, y que según el propio diccionario proviene del francés “genièvre”, aunque en mi opinión, no necesariamente hubiera tenido el español que adoptarla del francés, y bien pudiera haberlo hecho directamente del neerlandés, con cuyos parlantes, que ya la llamaban “jenever” y verdaderos inventores de la bebida, tantos vínculos nos unieron en los siglos XVI y XVII. Una “jenever” con la que los soldados flamencos, por cierto, se “tonificaban” cuando de verse las caras con el que entonces constituía el ejército más importante del mundo, los tercios españoles, muchos de ellos destacados precisamente en las tierras del jenever, se trataba. No es para menos.
 
            Pues bien, si los holandeses dieron en llamar así a la ginebra, esto es, “jenever”, no es sino por venir el delicado jarabe aderezado, como el propio Diccionario observa, con enebro, hierba cuyo nombre latino no es otro que “iunípero”, del que deriva el “iuniperus communis” que constituye su nombre en botánica y también el “jenever” holandés. Con lo que muchos de Vds. ya habrán adivinado que el santo por canonizar al que nos referimos en el título no es otro que nuestro buen Fray Junípero Serra (pinche aquí para conocer mejor al ínclito fraile), uno de esos generosísimos misioneros españoles que tanto contribuyeron a desasnar a las muchas tribus, algunas de las cuales ni el neolítico conocían, que pululaban por la América que se encontraron los españoles cuando se produjo ese bello encuentro que empezó con el descubrimiento propiciado por los exploradores y navegantes hispanos en 1492. Que tal, “Junípero”, es decir, enebro, es el nombre que adoptará el gran misionero español de las tierras norteamericanas que había sido bautizado como Miguel José cuando a los dieciséis años de edad toma el hábito franciscano… y no por casualidad, sino por ser, también, el de uno de los grandes protofranciscanos, el singular Fray Junípero tan allegado al gran fundador de Asís.
 
            Y muchos de Vds. me dirán: “y bien, Antequera, llegados a este punto, ¿sería Vd. tan amable de aclararnos la relación existente entre esa ginebra, ese enebro, este junípero y la bella ciudad que constituye la capital suiza y también el gran lago centroeuropeo de idéntico nombre a los pies de la misma, y así completa Vd. el título que le ha dado a su artículo?” Pues bien, querido lector que tan generosamente me regala Vd. unos minutos de su tiempo, ninguna. Porque el origen etimológico de la Ginebra suiza nada tiene que ver ni con el alcohol ni con el enebro, sino con el término “genu”, "estuario" en las lenguas celtas, del que deriva el “Genava” con el que ya la designa Julio César y que dará “Genève” en francés, y por una extraña adaptación idiomática, “Ginevra” en italiano y “Ginebra” en español.
 
            Y bien amigos, que pasen Vds. un feliz domingo en el que como siempre, hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Por aquí, ya lo saben, les estaré esperando, como siempre.
 
 
            ^©L.A.
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