El
Del linchamiento al obispo de Cádiz
por No tengáis miedo
Me van a disculpar, pero a veces tengo la sensación de que en este país nuestro, una buena polémica obispal nos gusta más que a un “marranico” un charco de lodo. Madre mía, la que tenemos ahora liada con D. Rafael Zornoza en Cádiz…
Y de verdad que yo no me quiero convertir en el bloguero defensor de las causas imposibles. Pero uno se da cuenta de que tenemos una lengua, una pluma o un teclado más rápidos que la espada del mismísimo Capitán Alatriste. Y parece también que tiempo ha se abrió la veda para que los cristianos podamos destripar, en la plaza del pueblo, a nuestros obispos.
Del espinoso tema del padrinazgo en el bautizo gaditano, sabemos lo que sabemos, que no es sino lo aparecido en los medios (dele cada uno la fiabilidad que le merezcan). Sin conocer los entresijos del asunto, ni los motivos últimos que hayan llevado a D. Rafael a actuar en uno u otro sentido, y aun cuando nos parezca más o menos acertada la decisión, estemos de acuerdo o no con ella, ¿alguien se siente de verdad con la suficiente autoridad, moralidad y conocimiento de causa como para atizarle públicamente de la forma en la que se está haciendo?
Del gobierno de su diócesis, del ejercicio de su autoridad como obispo, rendirá cuentas a Dios llegado el momento. De cada palabra que cada uno de nosotros diga y escriba sobre él, daremos cuenta nosotros mismos. Y sí, sabemos sobradamente que ya pasó, y de largo, el tiempo de andar asustado por expresar públicamente una opinión. También en la Iglesia. Más pena da ver que también haya pasado el tiempo de ser prudentes, cautos, y si me apuran, misericordiosos. Y hasta educados. Porque válgame el cielo las cosas que hay que leer en estos días. Y es que las peores puñaladas son las que, como siempre, salen de la propia casa.
Dicho esto (que podría ser de aplicación para cualquier sucesor de los Apóstoles), se añade la circunstancia de que, lejos de la cobardía que se le achaca en estos días, estamos ante un obispo valiente. En la hemeroteca de Religión en Libertad encontrarán sobradas muestras de su decidida apuesta por la nueva evangelización, buscando denodadamente lo mejor para su diócesis. Es un pionero. Dialogante, cercano… es digno verle moverse entre los chavales en un encuentro de jóvenes. Ni quietud ni conformismo asoman en él. Está removiendo su diócesis, con fuerza y con pasión. Y esto, como siempre, les gustará a unos, y a otros no. Pero nadie puede negar, a poquito que se interese una pizca en el tema, que lo está haciendo. Mas hace falta eso, interesarse en estas cosas, que sí que merecerían escribir unas cuantas líneas…
En fin, cada uno sabrá dónde pone el acento, cuán de rápido es en el uso del látigo fustigador, a qué asuntos dedica su tiempo, y qué batallas ha de librar. Por mi parte, no puedo sino alzar la voz, desde este rinconcito de Internet, para decir que D. Rafael es un magnífico obispo. Y no lo hago porque él precise de mis ánimos, sino porque, ya que tanto se ha hablado de hombría en su caso, poco hombre sería yo si callase ante este escarnio. Y es que de la omisión también habremos de rendir cuentas…