Aquí yace Miguel de Cervantes (3)
La intensa jornada del 11 de junio comenzó también con la celebración de la Santa Misa en las Trinitarias. En este día se celebra al apóstol San Bernabé. La primera lectura de la feria (Co 3, 15 - 4, 1. 3-6) daba pie al Capellán, don Isidro González, a tocar el tema de la misericordia.
“Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor que es Espíritu. Por esto, encargados de este servicio por la misericordia de Dios, no nos acobardamos”.
Y trajo a colación dos hermosos fragmentos del capítulo LXXIV del Quijote, en donde Miguel de Cervantes narra “de cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte”:
-¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres.
El otro corresponde, dice el propio Cervantes, al epitafio que Sansón Carrasco le puso en su sepultura:
Inauguración oficial del monumento funerario
Con este acto culmina el proceso de búsqueda y recuperación de los huesos de Cervantes, un proyecto ejecutado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que comenzó a desarrollarse a finales de marzo de 2014 y que se dio por terminado un año después. El cuerpo de Cervantes fue, como informábamos ayer, reinhumado en la iglesia de San Ildefonso de las Madres Trinitarias Descalzas.
En la ceremonia de hoy han participado, junto a la alcaldesa en funciones de Madrid, Ana Botella; el director de la Real Academia, Darío Villanueva; Joaquín Martín Abad, vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, y el general de brigada Antonio Nadal Pérez, en representación del Instituto de Historia y Cultura Militar. Además de miembros de la corporación municipal saliente, cronistas de la villa e investigadores de Aranzadi vinculados al proyecto.
Los restos del autor del Quijote, identificados después de un exhaustivo trabajo de investigación, reposan ya en un monumento funerario situado al inicio del muro izquierdo de la iglesia, a unos pasos de la puerta principal. En su honor, se ha descubierto una placa cuyo texto, propuesto por la Real Academia Española con el visto bueno del Arzobispado, procede de una de sus grandes obras, Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1616):
«El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir».
El epitafio está firmado por la Real Academia Española con la fecha de este año, 2015.
Después del descubrimiento de la placa, el representante del Arzobispado, monseñor Joaquín Martín Abad ha sido el primero en hablar:
«En primer lugar hemos de dar las gracias a las Monjas Trinitarias, las que son y las que fueron, por la custodia de los restos de todos ellos y de cuantos descansan en la cripta esperando la resurrección, porque los han cobijado y guardado durante cuatro siglos, tanto en tiempos de bonanza como en otros momentos convulsos…
No resulta extraño sospechar que Cervantes, al escribir la última enfermedad y muerte de don Quijote, ya como Alonso Quijano el Bueno, supusiera una muerte como la que podía tener él. Y puso en labios de Alonso Quijano:
Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y traíganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma…».
Por su parte, En su intervención, el director de la Academia, Darío Villanueva, ha recordado que «un retrato del Manco de Lepanto preside el salón de actos académico, bajo la efigie del Rey fundador; todos los años en torno al 23 de abril el pleno académico rinde culto a su recuerdo en esta misma iglesia de las Trinitarias; y la Real Academia no ha dejado nunca de contribuir al mantenimiento de su memoria viva del modo mejor en que tal cosa puede hacerse con un escritor: promoviendo la lectura de sus obras».
Cerró el acto la alcaldesa en funciones, Ana Botella, señalando que «hoy también saldamos una deuda de orgullo con el extraordinario legado de historia y cultura de la gran nación que es España. Un legado único e irrepetible que compartimos con más de 500 millones de personas en todo el mundo a través de la riqueza común que es el idioma española».
Así ha recogido la noticia la Real Academia de la Lengua en su página web.
La presencia del Ejército
Finalmente, precedida por dos soldados del ejército de Tierra y por los guiones y banderines, la Alcaldesa depositó una corona de laurel ante el monumento funerario mientras se interpretaba la popular canción La muerte no es el final. De nuevo, monseñor Joaquín Martín Abad tomó el Ritual de Exequias, para las últimas oraciones y rezar un Padrenuestro.
El acto finalizó cuando resonó emotivamente el Himno Nacional, interpretado por una veintena de profesores de la banda de Música del Cuartel Inmemorial número 1, mientras el nuevo enterramiento permanecía escoltado por soldados de dos regimientos, Viejo de Sicilia, número 67 y Córdoba, número 10, herederos de dos de los históricos Tercios en los que Cervantes combatió en su mocedad.
“Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor que es Espíritu. Por esto, encargados de este servicio por la misericordia de Dios, no nos acobardamos”.
Y trajo a colación dos hermosos fragmentos del capítulo LXXIV del Quijote, en donde Miguel de Cervantes narra “de cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte”:
-¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres.
El otro corresponde, dice el propio Cervantes, al epitafio que Sansón Carrasco le puso en su sepultura:
Yace aquí el Hidalgo fuerte
que a tanto extremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
que a tanto extremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Inauguración oficial del monumento funerario
Con este acto culmina el proceso de búsqueda y recuperación de los huesos de Cervantes, un proyecto ejecutado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que comenzó a desarrollarse a finales de marzo de 2014 y que se dio por terminado un año después. El cuerpo de Cervantes fue, como informábamos ayer, reinhumado en la iglesia de San Ildefonso de las Madres Trinitarias Descalzas.
En la ceremonia de hoy han participado, junto a la alcaldesa en funciones de Madrid, Ana Botella; el director de la Real Academia, Darío Villanueva; Joaquín Martín Abad, vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, y el general de brigada Antonio Nadal Pérez, en representación del Instituto de Historia y Cultura Militar. Además de miembros de la corporación municipal saliente, cronistas de la villa e investigadores de Aranzadi vinculados al proyecto.
Los restos del autor del Quijote, identificados después de un exhaustivo trabajo de investigación, reposan ya en un monumento funerario situado al inicio del muro izquierdo de la iglesia, a unos pasos de la puerta principal. En su honor, se ha descubierto una placa cuyo texto, propuesto por la Real Academia Española con el visto bueno del Arzobispado, procede de una de sus grandes obras, Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1616):
«El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir».
El epitafio está firmado por la Real Academia Española con la fecha de este año, 2015.
Después del descubrimiento de la placa, el representante del Arzobispado, monseñor Joaquín Martín Abad ha sido el primero en hablar:
«En primer lugar hemos de dar las gracias a las Monjas Trinitarias, las que son y las que fueron, por la custodia de los restos de todos ellos y de cuantos descansan en la cripta esperando la resurrección, porque los han cobijado y guardado durante cuatro siglos, tanto en tiempos de bonanza como en otros momentos convulsos…
No resulta extraño sospechar que Cervantes, al escribir la última enfermedad y muerte de don Quijote, ya como Alonso Quijano el Bueno, supusiera una muerte como la que podía tener él. Y puso en labios de Alonso Quijano:
Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y traíganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma…».
Por su parte, En su intervención, el director de la Academia, Darío Villanueva, ha recordado que «un retrato del Manco de Lepanto preside el salón de actos académico, bajo la efigie del Rey fundador; todos los años en torno al 23 de abril el pleno académico rinde culto a su recuerdo en esta misma iglesia de las Trinitarias; y la Real Academia no ha dejado nunca de contribuir al mantenimiento de su memoria viva del modo mejor en que tal cosa puede hacerse con un escritor: promoviendo la lectura de sus obras».
Cerró el acto la alcaldesa en funciones, Ana Botella, señalando que «hoy también saldamos una deuda de orgullo con el extraordinario legado de historia y cultura de la gran nación que es España. Un legado único e irrepetible que compartimos con más de 500 millones de personas en todo el mundo a través de la riqueza común que es el idioma española».
Así ha recogido la noticia la Real Academia de la Lengua en su página web.
La presencia del Ejército
Finalmente, precedida por dos soldados del ejército de Tierra y por los guiones y banderines, la Alcaldesa depositó una corona de laurel ante el monumento funerario mientras se interpretaba la popular canción La muerte no es el final. De nuevo, monseñor Joaquín Martín Abad tomó el Ritual de Exequias, para las últimas oraciones y rezar un Padrenuestro.
El acto finalizó cuando resonó emotivamente el Himno Nacional, interpretado por una veintena de profesores de la banda de Música del Cuartel Inmemorial número 1, mientras el nuevo enterramiento permanecía escoltado por soldados de dos regimientos, Viejo de Sicilia, número 67 y Córdoba, número 10, herederos de dos de los históricos Tercios en los que Cervantes combatió en su mocedad.
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