Cervantes: dos misas, cientos de misas (1)
Ayer, 10 de junio, se celebró de nuevo una misa por el alma de Miguel de Cervantes. Tuvo lugar, como no, en la iglesia de San Ildefonso de las Madres Trinitarias Descalzas de la calle Lope de Vega de Madrid.
Ya saben: “mandose enterrar en las monjas trinitarias. Mandó dos misas del alma y lo demás a voluntad de su mujer…”.
Tras aquellas dos misas, la decisión de la Real Academia de la Lengua Española, un 18 de febrero de 1861, fijó “el 23 de abril de cada año para la celebración del funeral por el alma de Cervantes y de cuantos han cultivado las letras españolas, funeral que se celebra en el monasterio de las Trinitarias Descalzas, lugar donde Cervantes fue enterrado”.
A ese funeral, cuya responsabilidad se impone la R.A.E., se deben sumar muchos más. Por poner un ejemplo, en la hemeroteca de los periódicos nacionales de los años 50, además del funeral de la Trinitarias se celebra otro, también el 23 de abril, en Alcalá de Henares.
El pasado 23 de abril de 2015 celebró dicho funeral el obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino…
Por eso el título del post.
Ayer, para la misa funeral, se proclamó en el Evangelio la perícopa de las Bienaventuranzas, pasaje que ofrece el Ritual de Exequias. Sin embargo, como primera lectura se conservó la del día propio. Queríamos que san Pablo nos recordase cuando se dirige a los Corintios:
Hermanos:
Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios...
…En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es más en comparación con esta gloria extraordinaria. Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente! (2 Co 3, 411).
Porque en un funeral de lo que se habla es de vida: ¡Vida con mayúsculas! ¡Cuántas misas ofrecidas por el alma de don Miguel de Cervantes! Si lo que es transitorio, en algunos, se manifiesta con tanta gloria (a don Miguel se le conoce con el sobre nombre de El Príncipe de los ingenios)… Y, sin embargo, afirma san Pablo: ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente! (la vida eterna).
Ya conocen la hermosa poesía de José Luis Martín Descalzo:
Las Madres Trinitarias habían colocado, tras las rejas de la clausura, en su coro, las tres cajas de reducción con los restos de todos los enterrados en la primitiva iglesia. Los llamamos por sus nombres en memento de difuntos:
Francisco de Villafaña, que fue el primero en ser enterrado
Juana López
Miguel de Cervantes, el 23 de abril de 1616
Francisco Martínez
Francisco de Santiago, clérigo
María Gaitán
Gabriel Martínez
María Gutiérrez
Francisco Martín
Catalina de Salazar, esposa de Cervantes
María de Padilla
Cinco niños y una niña, cuyos nombres desconocemos…
Mientras citaba cada uno de estos nombres, saltaba en el registro de los pensamientos, el nombre del bueno de Miguel de Hortigosa que se encargó del traslado del cajón de restos más famoso del mundo.
Ya saben: “mandose enterrar en las monjas trinitarias. Mandó dos misas del alma y lo demás a voluntad de su mujer…”.
Tras aquellas dos misas, la decisión de la Real Academia de la Lengua Española, un 18 de febrero de 1861, fijó “el 23 de abril de cada año para la celebración del funeral por el alma de Cervantes y de cuantos han cultivado las letras españolas, funeral que se celebra en el monasterio de las Trinitarias Descalzas, lugar donde Cervantes fue enterrado”.
A ese funeral, cuya responsabilidad se impone la R.A.E., se deben sumar muchos más. Por poner un ejemplo, en la hemeroteca de los periódicos nacionales de los años 50, además del funeral de la Trinitarias se celebra otro, también el 23 de abril, en Alcalá de Henares.
El pasado 23 de abril de 2015 celebró dicho funeral el obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino…
Por eso el título del post.
Ayer, para la misa funeral, se proclamó en el Evangelio la perícopa de las Bienaventuranzas, pasaje que ofrece el Ritual de Exequias. Sin embargo, como primera lectura se conservó la del día propio. Queríamos que san Pablo nos recordase cuando se dirige a los Corintios:
Hermanos:
Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios...
…En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es más en comparación con esta gloria extraordinaria. Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente! (2 Co 3, 411).
Porque en un funeral de lo que se habla es de vida: ¡Vida con mayúsculas! ¡Cuántas misas ofrecidas por el alma de don Miguel de Cervantes! Si lo que es transitorio, en algunos, se manifiesta con tanta gloria (a don Miguel se le conoce con el sobre nombre de El Príncipe de los ingenios)… Y, sin embargo, afirma san Pablo: ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente! (la vida eterna).
Ya conocen la hermosa poesía de José Luis Martín Descalzo:
“Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas”.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas”.
Las Madres Trinitarias habían colocado, tras las rejas de la clausura, en su coro, las tres cajas de reducción con los restos de todos los enterrados en la primitiva iglesia. Los llamamos por sus nombres en memento de difuntos:
Francisco de Villafaña, que fue el primero en ser enterrado
Juana López
Miguel de Cervantes, el 23 de abril de 1616
Francisco Martínez
Francisco de Santiago, clérigo
María Gaitán
Gabriel Martínez
María Gutiérrez
Francisco Martín
Catalina de Salazar, esposa de Cervantes
María de Padilla
Cinco niños y una niña, cuyos nombres desconocemos…
Mientras citaba cada uno de estos nombres, saltaba en el registro de los pensamientos, el nombre del bueno de Miguel de Hortigosa que se encargó del traslado del cajón de restos más famoso del mundo.
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