No vale impulsar a los jóvenes y abandonarlos
No vale impulsar a los jóvenes y abandonarlos
por Duc in altum!
En el trabajo pastoral con los jóvenes, hay que actuar siempre con responsabilidad, invirtiendo tiempo y recursos en acompañarlos en un marco de libertad, pues no vale impulsarlos o animarlos en “x” o “y” proyecto, para luego dejarlos a la deriva. Por ejemplo, cuando el asesor del grupo es religioso y recibe la indicación de asumir una tarea distinta en otra ciudad. No está mal el cambio, pues es un elemento esencial de la vida religiosa (el ir de un lado a otro, la disponibilidad, el sentido universal de la misión, etc.), siempre que el que vaya de salida, garantice comunicación con aquel que viene llegando, de modo que los jóvenes no se queden desconectados o confundidos sin tener idea de lo que procede en esos casos. Todo cambio debe estar bien organizado, pues el proceso de los que están en acompañamiento (dirección espiritual) no puede interrumpirse de buenas a primeras. Hay que saber hacer cierres y canalizar las cosas.
No debemos entusiasmar si no hay compromiso de acompañar con un perfil humano, espiritual y profesional adecuado. Por eso, es importante organizarse. A veces, pensamos que las estructuras son malas, porque pueden ahogar la espiritualidad; sin embargo, depende qué entendemos por “ser estructurados”, porque si eso significa formalidad, orden, transparencia y claridad, sin duda que es del todo necesario serlo, para no defraudar a las nuevas generaciones que, en un contexto bastante complicado para la fe, deciden arriesgarse y vivirla a tope. Esto no quiere decir que haya que sustituir el protagonismo de los jóvenes, siendo omnipresentes; es decir, sin confiarles tareas específicas de liderazgo, pero si que nos toca estar al pendiente de las inquietudes que tengan. De otro modo, apostamos por ellos solamente de palabra y eso no nos lleva a ninguna parte.
Cuando iniciamos una obra o proyecto, tenemos que garantizar los medios necesarios para que realmente las personas que participen crezcan de manera integral. Es verdad que Dios siempre realiza la parte fundamental, pero también es cierto que él nos hace responsables al confiarnos roles concretos. Por eso, no podemos mirar para otro lado y desperdiciar el sano interés de los que vienen llegando y quieren aportar algo positivo. Se trata de encauzar su entusiasmo hacia proyectos realistas que les ayuden a crecer en la fe y, desde ahí, en su compromiso social. Por ejemplo, dejándoles diseñar el logotipo de la misión, dar un tema, plantear iniciativas diversas, etcétera. Todo esto encaja con la “Iglesia en salida” que nos ha recomendado el Papa Francisco.
Por lo tanto, acompañar a las nuevas generaciones en ambientes seguros, marcados por la libertad responsable, es de vital importancia para ser coherentes con la tarea que nos toca en el marco de la pastoral juvenil.