Jueves, 21 de noviembre de 2024

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¡Los niños aprenden rápido a rezar el Rosario!

por Un obispo opina

PRUEBEN Y VERÁN
 
Recordamos en el mes de Mayo, mes de María, las apariciones de la Virgen a los tres niños en Fátima, a los que tanto les recomendó rezar el rosario y hacer penitencia por la conversión de los pecadores. Encargo que Francisco, Jacinta y Lucía tomaron muy en serio.
Haciendo memoria de otras apariciones de la Virgen, enseguida nos damos cuenta de su predilección por escoger a humildes niños para hacer llegar sus mensajes. La Virgen quiere contar con los niños. Algo especial tendrán para que Ella les haga encargos que nos asustan a los mayores.  Está claro: la Virgen María necesita niños.
Esto me lleva a reconocer que tal vez nosotros no usemos todo el poder de la oración de los niños, que no sólo agrada a la Virgen sino también al mismo Dios.
Por ello, pienso que valdría la pena invitar a nuestros niños a rezar el rosario por la conversión de los pecadores, cristianos y no cristianos, que somos muchos.
Los oyentes de Radio María se complacen, con cierta frecuencia, uniéndose al rosario dirigido por los niños. Y bien que nos gusta a todos oír esas voces alabando a la Virgen y suplicando por nosotros pecadores.
Pues al igual que esos niños, otros muchos lo pueden hacer. Todo está en que nos lo propongamos. Y lo podríamos conseguir. Y no sólo que lo rezasen los niños, sino que éstos moviesen a los mayores a rezarlo, porque cuando los niños se empeñan, lo consiguen.
Digo que se puede conseguir porque, además del ejemplo citado de Radio María, hace unos años, estando en Perú, lo conseguí fácilmente en la parroquia en la que estaba ayudando. ¿Cómo? Ahí va la experiencia.
Hablando en general, los niños son incapaces de estar quietecitos en casa o en la catequesis, rezando el rosario. Entonces ¿qué? Pues hacerlo más corto; en vez de diez avemarías en cada misterio, tres.  Encargué a catequistas que hiciesen un centenar de rosarios pero de tres avemarías en vez de las diez normales. Los hicieron y, además, bonitos, por lo que al enseñarlos a los niños de la catequesis, también les gustaron. Les expliqué de qué se trataba y les pregunté si querían que les regalase uno. Me respondieron a una que sí, claro.

El motivo para rezarlo podía ser el señalado por la Virgen en Fátima, pero como todos tenemos muchas necesidades, siempre el rezo del Rosario nos iba a ayudar. De modo que, para tener un rosario, y darle el uso debido había que saber los veinte misterios: gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos. Acordamos en dar un tiempo para aprenderse los misterios. El que los supiera tendría el Rosario.

 Efectivamente, después de la catequesis: que levanten el brazo quienes sepan los misterios. Levantaron el brazo un buen grupo, iban saliendo uno a uno. A ver, misterios gloriosos. Si los decían bien y de carrerilla sin dudar, bendecía un rosario y se lo regalaba; si quedaba pensando cuál era uno de los misterios… para el próximo domingo. Y así, en pocos domingos recibieron todos su rosario y se lo miraban con unos ojazos… porque eran bonitos de verdad. Que no lo rezaban todos los días… pero algunos sí. Y si no, habían aprendido a rezarlo. Da pena que personas mayores que quieren rezarlo, no lo hagan porque dicen que no saben. ¡Nunca nos cansemos de alabar a nuestra Madre María!

José Gea
 
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