Falta en casa, "estalla" en la escuela

 La casa, el entorno familiar, influye de manera indiscutible en el desarrollo humano de las personas. No hace falta ser un antropólogo para entenderlo y valorarlo. Por esta razón, lo que hagan o dejen de hacer los papás, impactará, surtirá efectos en la personalidad de los niños, adolescentes y jóvenes para bien o para mal. Todo dependerá del cuidado y, por supuesto, del ejemplo que les vayan a dar.

 La escuela, es un medio clave para fortalecer lo que empieza desde casa. Se trata de una institución que pretende dar continuidad y enriquecer la asimilación de aprendizajes teóricos y prácticos en un marco de valores; sin embargo, de ninguna manera, puede sustituir a los papás o tutores, porque tiene un alcance mucho más limitado que aquel que posee la familia, como célula básica de la sociedad. Lo que no se atiende oportunamente dentro de casa, “estalla” en la escuela de muchas maneras. Por ejemplo, mala conducta, bajo rendimiento académico y, en casos todavía más serios, muestras de intolerancia, de acoso escolar (“bullying”). Los docentes hacen lo que pueden, pero es un hecho que hay que recuperar el binomio hogar- colegio. Que la familia encuentre eco en la escuela y la escuela encuentre eco en la familia. Es la única salida ante la emergencia educativa que estamos viviendo y que merece una respuesta inteligente, coordinada.

 El problema de la disciplina es que se ha ido de un extremo a otro. Es decir, de la intimidación al todo vale. ¿Cómo encontrar el punto medio? Poniendo límites y, al mismo tiempo, impulsando la atención, el acompañamiento. Los papás tienen todo el derecho de defender a su hijo(a) cuando objetivamente el profesor cometa un acto de injusticia; sin embargo, de la misma manera están obligados a respaldarlo si ha tenido motivos de peso para aplicarle una calificación o nota reprobatoria. El portafolio de evidencias, es un buen termómetro del desempeño académico para poder dirimir controversias y así crear conciencia, formar en la libertad responsable.

  Escucharse y acompañarse en casa, constituye la mejor “vacuna” contra los problemas afectivos y/o académicos. Lo mismo que corregir a tiempo, combinando la cercanía con el ímpetu. El punto es comprender que la urgencia radica en el hecho de acortar las distancias entre la escuela y los papás o los papás y la escuela. De esta manera, habrá un esfuerzo coordinado, realista, que contribuya a la humanización de la sociedad a partir de egresados bien educados y formados.