Jueves, 21 de noviembre de 2024

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La ley del Talión: ¿crueldad o justicia?

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 ‘Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal’   (Éxodo 21:24-25)

LA LEY DEL TALION

‘La Ley del Talión’, en latín ‘lex talionis’, es la denominación tradicional de un principio jurídico de justicia retributiva, en el que la norma era la de imponer un castigo exactamente igual al del crimen cometido.

El término ‘Talión’ deriva de la palabra latina ‘talis’ o ‘tale’, que significa ‘idéntico’ o ‘semejante’, de modo que no se refiere a una pena equivalente, sino a una pena idéntica. Del término ‘tale’ deriva la palabra castellana ‘tal’, con igual significado.

Históricamente constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en el castigo. La mayor parte de los ordenamientos jurídicos en la ‘Lay del Talión;, especialmente en la Edad Antigua y en la Edad Media. En la actualidad existen ordenamientos jurídicos que parcialmente incluyen esta ley, especialmente la ‘sharia’, en vigor en ciertos países islámicos.

Un ejemplo de dicha ley está incluido en el ‘Código de Hammurabi’, en la Babilonia del siglo XVIII a.C., en donde el principio de reciprocidad exacta se utiliza con gran claridad. Más concretamente, la Ley 195 establecía que si un hijo había golpeado a su padre, se le debían cortar las manos; la Ley 196 decía que si un hombre libre vaciaba el ojo de un hijo de otro hombre libre, la pena sería vaciar también su ojo; la Ley 197 mantenía que si el agresor quebraba un hueso a un hombre, se le quebraría el mismo hueso al atacante; las leyes 229 a la 233 establecían castigos equivalentes al daño causado por un arquitecto  cuya construcción se derrumbara.

Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo materias primas, tales como plata, trigo, vino, etc. En los casos graves aún cuando no existiera daño físico, se buscaba una forma de compensación física, de tal modo que al autor de un robo generalmente se le cortaba una mano.

En la ley mosaica recogida en el Antiguo Testamento del Israel antiguo, entre el segundo y el primer milenio a.C., la Ley del Talión estaba vigente para el judaísmo hasta la época talmúdica, cuando los rabinos determinaron que la pena se transformaría en un resarcimiento de tipo económico.

La Ley de las Doce Tablas, vigente en el siglo V a.C. en la antigua Roma, en la tabla VIII muestra una curiosa combinación entre normas inspiradas en la Ley del Talión y normas correspondientes a sistemas menos primitivistas. Esa mezcla suele ser atribuida al momento de transición jurídica en la que surgió el primer cuerpo legal de Roma.

¿POR QUÉ LA LEY DEL TALION ES TAN DURA?

‘Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad’ (Éxodo 34:6).

Si en el versículo anterior nos dice que Yahvé es un Dios de amor y ternura, ¿por qué en el Antiguo Testamento aparecen textos tan alejados de la misericordia? Es claro que Dios, a pesar de su amor por el ser humano y de su perdón por la iniquidad del hombre, la rebeldía y el pecado, dice también que no le dejará impune: ‘… pero no los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación’ (Éxodo 34:7).  Pero la pregunta es: ¿por qué un castigo tan duro y severo?

Debemos enfatizar que cuando deseamos comprender un texto bíblico debemos situarlo en el ambiente histórico donde se escribió. Mesopotamia era la región del Próximo Oriente donde mejor se compilaron las leyes. Han llegado hasta nuestros días algunos de sus códigos legales, siendo el más famoso de ellos el ‘Código de Hammurabi’ escrito entre el 1728 y el 1626 a.C.

Las leyes asirias eran duras y hasta crueles. Como señala una dura sentencia, un juez ordenó que a un ladrón le cortaron cinco manos. El verdugo empezó por cortarle ambas manos y, para completar las tres que aún faltaban, amputó las dos manos a su esposa y una a su hijo.

Aunque las leyes del Antiguo Testamento se inspiraron en la legislación mesopotámica, presentan una diferencia importante. Israel, conociendo ya a Yahvé, confía en el amor de Dios y por eso, al aplicar las leyes lo hace desde el horizonte de la misericordia. Por ejemplo, cuando alguien ha amputado la mano de otra persona, el Antiguo Testamento sentencia que al agresor también le amputen una mano, pero no cinco como estipulaban las leyes asirias, Sin duda alguna el texto del Antiguo Testamento seguía siendo duro, pero situado en su contexto y, comparado con la fiereza de las leyes antiguas, aparece como una norma dotada de comprensión y equidad.

Con el paso del tiempo, el pueblo hebreo fue adoptando una interpretación más humana de las leyes. La sentencia del ‘ojo por ojo, diente por diente’ dejó de entenderse desde el aspecto físico. Cuando alguien arrancaba el ojo a otra persona, la sentencia no estipulaba ya que le sacaran un ojo al acusado, sino que el agresor compensara con su patrimonio a la persona herida.

CONCLUSION

Fue Jesús quien, con sus palabras y sus actos transformó de raíz la idea de las leyes antiguas. Sólo debemos preguntarnos: ¿qué tipo de sentencia debieran haber aplicado a los que injustamente torturaron a Jesús durante su Pasión, basándonos en las leyes antiguas? En cambio Jesús, ya en la Cruz, dijo: ‘Padre, perdónales porque no saben lo que hacen’ (Lucas 23:24).

Jesús invalidó definitivamente la Ley del Talión en el transcurso del Sermón de la Montaña, por lo cual el Nuevo Testamento está escrito con la letra del amor y de la gracia, invitando a vencer el mal practicando intensamente el bien; la única actitud que tiene futuro: ‘No te dejes vencer por el mal; antes bien. Vence al mal con el bien’ (Romanos 12:21).

‘Habéis oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; ante bien, al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo, no le vuelvas la espalda’   (Mateo 5:38-42).

BIBLIOGRAFIA

.- Ángel Luis Alfaro: La Ley del Talión.

.- F. Lara: Código de Hammurabi.

.-J. Sanmartín: Códigos legales de tradición babilónica.

.- Nora Castelli: La Ley del Talión.

 

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