Domingo, 22 de diciembre de 2024

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De esa chica expulsada del cole por pelirroja

por En cuerpo y alma

 
 
 
            La noticia la recoge el Daily Mail británico y su titular reza como sigue:
 
            “Chica pelirroja natural de 17 años, expulsada de la escuela hasta que rebaje su tono de pelo demasiado intenso”.
 
            Leído así, el titular sólo puede inducir –y de hecho eso es lo que intenta y consigue- a la rabia, a la indignación: ¿y qué culpa tiene la pobre muchacha de tener un pelo demasiado rojo? –se dice uno- ¿que va a tener que teñírselo ahora para no despertar las envidias de los demás y poder asistir a clase? En la misma línea y llevado al absurdo -la experiencia demuestra que en estos días nada es demasiado absurdo como para que algún imbécil no intente, y no consiga, convertirlo en realidad- el titular podría haber sido:
 
            “Chica guapísima de 17 años expulsada del colegio hasta que no haga algo para afearse”.
 
            Luego lee uno el cuerpo de la noticia y, no sin dificultad y después desenmarañar la tela de araña que constituye su texto, descubre la realidad: lo que ocurre no es que la niña, Emily Reay, sea pelirroja y muy desgraciada; lo que ocurre es que la niña se tiñe el pelo y el colegio, el Trinity School de Carlisle, tiene prohibido a las niñas teñirse el pelo. Con lo que el titular debería haber sido más bien:
 
            “Colegio que prohíbe teñirse el pelo a sus alumnas expulsa a una que se lo tiñó”.
 
            Pero entonces no tendríamos noticia ¿o sí?
 
            Tal parece que nos hallamos aquí y una vez más ante ese célebre adagio del periodismo que, sin embargo, a fuerza de prodigado, está llevando la profesión a un callejón sin salida desde el que cada vez genera menos confianza a sus lectores y más problemas a la sociedad, el cual reza “nunca dejes que una noticia te estropee un buen titular”. Y si bien es legítimo –y yo mismo hoy soy buen ejemplo de ello- buscar el titular más atractivo para atraer la atención de nuestros saturados lectores sometidos a un bombardeo de medios como nunca se produjo en la historia, menos legítimo es –o para decir toda la verdad, nada legítimo- desvirtuar una noticia hasta que se acomode al titular que hemos presentado. Y es que una vez escrito el titular, el redactor de la noticia que hoy nos ocupa describe todo "el drama" de la pobre niña que, "llena de talentos" (según no deja de especificarse en la noticia), tiene que abandonar la clase “por ser pelirroja”. Aunque al final, lo único cierto sea lo que, relegado a la última línea de la noticia, asevera el director del colegio, el Sr. Winter:
 
            “Todas las estudiantes de sexto grado están informadas sobre lo que es aceptable y lo que no lo es al principio del año académico. La gran mayoría de los padres están muy orgullosos de nuestros altos niveles de exigencia”.
 
            Es decir, que seguramente los padres de Emily decidieron matricularla en el Trinity School de Carlisle precisamente por la buena reputación de la escuela, esperando que las estrictas reglas imperantes en él se convirtieran en la clave de la esmerada educación que desean brindar a su hija para que ésta consiga el éxito en la vida. Entonces ¿a qué ese afán de, una vez dentro, violentarlas? ¿Acaso el colegio no tiene derecho a imponer una serie de normas para que el que se matricule las acepte libremente (tema que, por cierto, ya hemos tratado alguna vez, aunque fuera a tenor de una noticia algo diferente, pinche aquí si le interesa el tema)? ¿Acaso no es precisamente por tener esas reglas que los padres, y también los de Emily, eligen el Trinity School y no otro colegio? ¿Pero es que hay derecho a que todos los alumnos que se han matriculado en el mismo tengan que cumplir unas normas, mientras uno de ellos se las salta a la torera? ¿Es que hay derecho a defraudar las expectativas de todos cuantos se han matriculado en ese colegio precisamente por sus altos estándares de exigencia –y probablemente lo están pagando muy caro-, porque una persona decide a medio curso que no se ajustan a sus deseos o inquietudes?
 
            Bueno, ahí está la noticia. Creo que en su aparente banalidad, es, sin embargo, muy jugosa y da mucho juego, una manifestación más de esta sociedad incongruente y desnortada que vivimos. Ahí la dejo por si desean Vds. aportar otros enfoques o nuevos puntos de vista, que yo, por mi parte, les dejo aquí. No sin desearles, eso sí y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Mañana más.
 
 
            ©L.A.
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