Viernes, 22 de noviembre de 2024

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De la extraña celebración de la Semana Santa que hacemos los cristianos

por En cuerpo y alma

 
 
            Hallándonos como nos hallamos los cristianos en la celebración de una de las fechas cruciales de nuestro calendario de fiestas, la Semana Santa o Pascua cristiana, parece momento propicio para preguntarnos porqué esta fiesta se celebra de la manera tan particular en que lo hace, sin que ningún año caiga en la misma fecha que el anterior. Pues bien, para hallar respuesta a la cuestión en preciso zambullirse en las procelosas aguas de la historia del cristianismo, y es que una de las cuestiones fundamentales que debaten los primeros cristianos cuando inician el proceso de separación definitiva con el tronco común judío es, precisamente, la de la celebración de la pascua, una pascua que si entre los judíos celebraba la huida de Egipto, entre los cristianos estaba llamada a celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo.
 
            Lo primero que es preciso señalar es que la pascua judía se celebra el 15 del mes del calendario judío llamado nisán, y la cena pascual, a la manera en que en España celebramos la nochebuena, durante la víspera, a saber, el 14 de nisán.
 
            La cuestión dará lugar a la aparición entre los cristianos de dos partidos diferentes y enfrentados. Por un lado, las iglesias asiáticas, que a partir de las enseñanzas del apóstol Juan, conmemoran la muerte de Jesús en la misma fecha que los judíos, el 14 de nisán de cada año, -de donde el nombre de “quatordecimanos” que reciben- con lo que consiguen reproducir fielmente una de las circunstancias procedentes del relato evangélico, a saber, la fecha de la Pascua judía, sacrificando en cambio, el hecho de que Jesús resucitara un domingo como señalan al unísono los cuatro evangelistas (Mt. 28, 1; Mc. 16, 2; Lc. 24, 1; Jn. 20, 1), que llaman a tal día “el primer día de la semana”.
 
            Por otro lado, los cristianos de Roma, los cuales, desde tiempos tan tempranos como los del Papa San Pío I (140155), empiezan a pensar que, puesto que necesariamente hay que sacrificar una de las dos circunstancias enunciadas en los relatos evangélicos al relatar la muerte de Jesús, a saber, que resucitara un 16 de nisán y que fuera domingo, prefieren sacrificar la primera y no la segunda, con lo que además, se logra un efecto añadido nada desdeñable, cual es la perfecta separación de la festividad cristiana frente a festividad judía.
 
            Embarcado de pleno en propósito tal, el Papa tiene la idea de que en adelante se celebre la Pascua cristiana en fecha móvil, estableciendo que se celebre la resurrección de Jesús aquel domingo que siga a la primera luna llena subsiguiente al equinoccio de primavera, tratando de reproducir de la manera más fiel las circunstancias que se dieron durante la crucifixión de Jesús.
 
            La cuestión no va a ser baladí, y a mediados del s. II dará lugar a un duro enfrentamiento entre los partidarios de una y otra posición, los quatordecimanos representados por San Policarpo (m.155), obispo de Esmirna, y los, por así decir, “dominguistas” representados por el Papa San Aniceto (155166). Este invita a Policarpo a visitarle en Roma, y aunque la discrepancia no pasa a mayores -ambos obispos de hecho, celebran la eucaristía juntos, no hay pues excomunión-, la ansiada solución no se consigue.
 
            Para que la misma se alcance, será preciso esperar al Concilio de Nicea (325), primero de los ecuménicos, el cual decide que la Pascua cristiana, de una vez y para siempre, se celebre de acuerdo con los criterios marcados casi dos siglos antes por San Pío I, que son los que vienen rigiendo desde entonces, a saber: que la resurrección de Jesús se celebre el primer domingo después de la luna llena subsiguiente al equinoccio de primavera, cosa que este año ja ocurrido como es bien notorio, hoy 5 de abril.
 
            Y bien, amigos, poco más por hoy, a no ser desearles que, como siempre, hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. También, o precisamente, tal día como hoy, domingo de resurrección.
 
 
            ©L.A.
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