Domingo, 22 de diciembre de 2024

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La Iglesia se reforma continuamente. Orígenes de Alejandría

La Iglesia se reforma continuamente. Orígenes de Alejandría

por La divina proporción

 Estoy empezando a leer el libro del P. Nicola Bux: “Cómo ir a misa y no perder la fe”. Me está resultado muy interesante, no tanto por descubrir nuevos aspectos que no conociera, sino por una serie pistas espirituales que son realmente interesantes. Una de ellas nos habla de la reforma que la Iglesia siempre está llevando a cabo: 

Por aquí empieza la reforma. El propio Messori recuerda que la más potente arma cristiana es la reforma continua, aquella que cada uno empieza desde sí mismo, desde el deseo y la búsqueda de la santidad personal. Frente a la tendencia extendida de la “autodeterminación” de la cultura laicista y la “sumisión” predicada por los musulmanes, la fe católica nos muestra, con su Liturgia perenne, el camino de la participación en la obediencia. Si queremos contribuir debemos preguntarnos si estamos disponibles. (P. Nicola Bux, Cómo ir a misa y no perder la fe) 


El vienes me hablaba con un amigo laico, que está encargado de una de las pastorales del archiprestazgo al que pertenezco. Me comentaba que llevaba intentado mover y darle vida a esa pastoral hace años, pero las “estructuras” no se mueven lo más mínimo. A veces el Status Quo eclesial se muestra tan sólido como inmóvil. La libertad que Dios nos ha dado nos permite esperar a que pase algo que transforme todo. Pero lo normal es que no pase nada y nada cambie, durante años o décadas. 

Si nos encontramos con una situación de este tipo, podemos actuar de muchas formas: 

a) Encogernos de hombros y buscar un espacio con más libertad de movimiento. Esta es la razón que da lugar a que existan tantos francotiradores o Llaneros Solitarios.

b)   Desesperarnos y alejarnos de la Iglesia porque sentimos que es imposible cambiar nada. 

¿Qué podríamos hacer cuando la continua y sana reforma se estanca y bloquea la dinámica de las comunidades eclesiales? Orígenes no habla de cómo entiende el pasaje del evangelio de hoy domingo. Podemos sacar conclusiones interesantes: 

 “Destruid este templo y en tres días lo levantaré.” (...) Tanto el templo como el cuerpo de Jesús son, para mí, símbolos de la Iglesia.... El templo será levantado y el cuerpo resucitará al tercer día...Porque al tercer día surgirá en el cielo nuevo y en la tierra nueva (2Pe 3,13) cuando los huesos, es decir, toda la casa de Israel (Ez 37,11) se levantará en el gran día del Señor, y la muerte será vencida... 

Al igual que el cuerpo de Jesús, sujeto a la condición humana vulnerable, fue clavado a la cruz y sepultado, luego resucitado, así el cuerpo total de los fieles a Cristo ha sido clavado en la cruz con él y “ya no vive” (Gal 2,19) En efecto, como Pablo, cada uno de ellos no se glorificará de nada si no es en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, que hizo de Pablo un crucificado para el mundo y el mundo para él. (Gal 6,14) (Orígenes. Comentario sobre San Juan 10,20) 

La pregunta que el P Nicola Bux se hace y nos hace, marca la dirección de nuestra acción: “la fe católica nos muestra, con su Liturgia perenne, el camino de la participación en la obediencia. Si queremos contribuir debemos preguntarnos si estamos disponibles”. La participación en la obediencia, que se une a la total disponibilidad para hacer la Voluntad de Dios. Como sucede con la Liturgia, habrá personas que la vivan como algo desfasado, muerto y olvidado. Otras personas, encontrarán en Ella a Cristo que se hace presente cada vez que la vivimos. Las primeras buscarán otros cauces, otras formas, de llenar el vacío de Cristo que hay en sí mismos. Los segundos simplemente vivirán el encuentro con Cristo de forma directa y cercana. 

Hay una tercera respuesta ante las estructuras cerradas e inoperantes: la santidad de cada uno de nosotros. Las obras externas son necesarias y a veces hasta urgentes, pero lo importante no tiene razón de ser necesario ni urgente. La santidad contribuirá a que Dios se manifieste a través de nosotros de la forma que El desea. La desesperación nos lleva a alejarnos, mientras la santidad nos lleva a seguir unidos con alegría. 

La Iglesia perfecta sólo surgirá cuando llegue el final de los tiempos. Mientras tanto, la Iglesia seguirá siendo un espacio lleno de contradicciones. Nos encontraremos con maravillas rodeadas de lamentables destrozos. Así somos los humanos y así tendremos que vivir nuestra vida hasta el momento que el Señor nos llame al cielo. Lo que debemos de preguntarnos es si estaremos dispuestos a seguir adelante cuando el “Status Quo” sea propicio para aportar nuestros dones, carisma y sensibilidad.

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