Del Sr. Obama, las cruzadas y la conquista del Oeste
por En cuerpo y alma
Como conoce bien el lector habitual de Religión en Libertad (pinche aquí para ir a la noticia), durante el discurso que pronunció con ocasión del famoso National Prayer Breakfast al que en su día invitó a Zapatero, el Sr. Obama ha hecho una confusa referencia a “cruzadas e inquisición” para ilustrar la intolerancia y la agresividad con la que, en nombre de Dios, se conducen algunas personas y grupos aún hoy día, en pleno s. XXI.
Insiste el Sr. Obama en las peligrosas comparaciones históricas a la hora de elaborar sus discursos. En los inicios de su presidencia ya intentó adornar uno de ellos con una supuesta convivencia interreligiosa que él imaginaba idílica (¿?), la que, según aseguró, se producía en “Cordóuba”, vale decir en el Califato de Córdoba. Una convivencia (pinche aquí para conocer algunos detalles sobre la misma) que, les aseguro a Vds., haría buena la que se da hoy en Nigeria, con eso se dice todo.
Adornar el discurso político con la historia es arriesgado. Ahora bien, si el Sr. Obama sentía la irrefrenable necesidad de hacerlo, no necesitaba irse tan lejos ni en el tiempo (a la Edad Media) ni en el espacio (a Europa), y tenía muy cerquita un ejemplo muy apropiado de intolerancia y represión que los componentes de la selecta audiencia a la que se dirigía habrían entendido mucho mejor, cual es la propia conquista del territorio de lo que constituye hoy día los Estados Unidos de Norteamérica. Una conquista que empieza con el desembarco en el año 1620 de unos puritanos que venían de ser expulsados de su país de origen por la intolerancia religiosa que imperaba en él, y que termina en el s. XIX con una guerra de exterminio de todo lo que se movía entre el meridiano 80 y el meridiano 125 y entre los paralelos 30 y 50, que la Historia registra con el coquetísimo nombre de la “Conquista del oeste”, como si en ese supuesto “oeste” no hubiera personas que tenían otra cultura, profesaban otra religión y hablaban otra lengua, a las que se exterminó sin dar la menor oportunidad ni de convivir con los nuevos pobladores del territorio. Buena prueba de todo lo cual el dato bien elocuente según el cual, tres siglos después de la llegada de los nuevos pobladores de Norteamérica procedentes de Inglaterra, quedan en el país un 1% de indios originarios y el mestizaje es inexistente (pinche aquí si desea conocer mejor las diferencias entre la colonización norteamericana y la sudamericana).
Somos muchos los que pedimos al Sr. Obama, quien, por cierto, hace sólo unos meses estaba bombardeando al Régimen de Bachar el Assad para facilitar la llegada a Damasco de los “grandes demócratas” del Califato islámico (¡qué pronto lo hemos olvidado!), que deje de apelar a la “historia de parvulines” para construir sus discursos, y que si lo hace, lea algo más que el famoso manual neoprogre de 25 páginas “Aprenda historia mientras Zapatero aprende economía”. Aunque sólo sea para dejar de poner en evidencia la enorme laguna que en su formación dejó su carísimo paso por Harvard.
Sin más por hoy, que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Nos vemos mañana.
©L.A.
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