Muchos bautizados pero pocos evangelizados
Le “robo” la frase a Monseñor René Sándigo Jirón obispo de la diócesis de Juigalpa, en Nicaragua, con quien también he tenido la oportunidad de pasar la Semana Internacional de Alpha en Londres.
Da igual que ya desde la Evangelii Nuntiandi y posteriormente a lo largo del pontificado de Juan Pablo II se haya insistido en la necesidad de evangelizar a los bautizados, mediante la Nueva Evangelización. Da igual que en este pontificado se siga haciendo. En general muy poca gente en la Iglesia lo ha interiorizado.
Como consecuencia directa seguimos viviendo en un modelo de pastoral de mantenimiento que se centra en alimentar a los que ya están en la Iglesia, sin preocuparse lo suficiente de los que están fuera.
Otros modelos sí que se han preocupado de lo de fuera en una loable labor de presencia social de la Iglesia, pero que las más de las veces se ha dejado en el tintero algo tan políticamente incorrecto como evangelizar a quien se da de comer.
El resultado salta a la vista: una Iglesia en claro declive en número de asistentes, cada vez más añeja, para desesperación de los curas jóvenes recién salidos del seminario y hastío de los que llevan unos cuantos años de ministerio.
No quiero ser agorero, ni dejar de resaltar la guía del Espíritu Santo en su Iglesia así como las cosas nuevas que inspira; reconozco las realidades ya existentes que también parece que se mueven para adelante.
De hecho trabajo para una de ellas, el Curso Alpha, que mueve millones de personas en el mundo entero a la fe; y al igual o mejor que Alpha, puedo dar testimonio de que hay otras mil cosas e iniciativas en la Iglesia (me remito al post anterior en el que hablaba sobre el Convenio de Primer Anuncio en el que participé en Verona).
Pero alguien tiene que decir lo que es tristemente obvio; como en el cuento de Hans Christian Andersen cuando un niño decía “¡el Rey está desnudo!” creo que es tiempo de invitar a un análisis a blogeros, curas, religiosas, obispos, fieles, rebeldes con o sin causa, quizás al grito de “¡están desnudos!".
Y no pasa nada por estar desnudos en la tierna infancia, de hecho los niños cuando se bautizan, están desnudos, y es lo normal; el problema es que veinte,treinta,cincuenta o sesenta años después la gente sigue igual de desnuda en su fe.
Necesitamos un análisis que acierte, lo primero de todo, en describir la realidad de la Iglesia en términos pastorales, y que nos cuente dónde estaremos dentro de cinco, diez o quince años si seguimos así.
Un análisis que no confunda el autobombo de la estadística fácil (bautizos, comuniones, confirmaciones, matrimonios) con la patente realidad de la falta de evangelización verdadera de todas esas personas que están recibiendo tan importantes sacramentos.
A riesgo de incomodar a algunos creo que las Jornadas Mundiales, Misiones Jóvenes, Consagraciones al Sagrado Corazón y tantas otras cosas loables que hacemos en la Iglesia, no son más que un reflejo de una mentalidad de pastoral de mantenimiento vestidas de un anhelo de evangelizar, pero que no se sabe llevar a la práctica.
A los resultados me remito…y cuanto antes nos pongamos a examinar cómo funcionan las cosas, más pronto veremos que eso de la Nueva Evangelización no se ha empezado apenas porque hemos asumido la teoría sin cambiar el modelo pastoral.