La evangelización no empieza por la sacramentalización
Me encanta citar a Peter Kreeft, profesor de filosofía del Boston College de los Jesuitas, y converso proveniente del protestantismo quien en es uno de los principales y más brillantes divulgadores del catolicismo en los Estados Unidos. Dice Peter Kreeft en una charla sobre ecumenismo que los católicos tenemos que sacramentalizar a los protestantes, y que los protestantes tienen que evangelizar a los católicos. La lógica, por chocante que resulte al lector, es clara. Los católicos tenemos una vivencia sacramental muy desarrollada que históricamente ha hecho de menos a ciertos aspectos también importantes, como el del encuentro personal con Dios. Ese es, sobretodo, el caso de sociedades como la nuestra, tradicionalmente católicas, en las que el asentimiento de fe se da por supuesto, sin tener que pasar por la experiencia de conversión. En una sociedad en la que el 98% de la gente era bautizada al nacer, y en la que todo el mundo iba a misa bastaba con dejarse llevar por la corriente mayoritaria y subirse al barco de la salvación “navis salutis” que es la Iglesia Católica. El problema llega cuando la sociedad se va descristianizando primero progresivamente desde la modernidad, para pegar un empujón en la postmodernidad en la que vivimos, a la que sucede un acelerón secularizador y laicista que se impone a marchas forzadas y evidentes en épocas zapateristas como la actual. Nos encontramos, por un lado, con una masa todavía grande de gente fidelizada que va a misa y recibe los sacramentos, a los que hay que atender pastoralmente. Pero, por otro lado, por detrás de ellos no crece la hierba; la brecha generacional cada vez es más grande, sin que parezca que se pueda hacer nada para abreviarla. Si no se quiere cerrar los ojos ante lo evidente, se puede apreciar que en nuestras iglesias sólo hay gente mayor o niños y preadolescentes. Entre medias no hay nada, o hay muy poco. Hasta en parroquias florecientes y con espectaculares cifras de asistencia dominical y diaria, esto una realidad que no se quiere ver. Algunos dirán que en su parroquias hay jóvenes…sí ¿pero cuantos?, ¿dónde está el resto?. Para ver esta realidad hace falta pasarse por cualquier zona de copas de una gran ciudad y darse cuenta de que el 99% de los jóvenes están fuera. Y,por cierto, a la hora de hacer estadística los treintañeros no debiéramos contar como jóvenes, por más que nos guste dar el pego. A mí esto de estar en Londres me da una perspectiva única. Frente al lugar común de decir que a los jóvenes no les interesa la religión, me encuentro en una parroquia que tiene 7.000 personas cada domingo, cuya media de edad no llega a los 30, y que todos los años gana un 20% de nuevos parroquianos y pierde casi otro tanto, por aquello de la movilidad laboral de Londres, donde todo el mundo es de fuera. No es la única, iglesias como Hillsong tienen números parecidos, y edades aún más bajas (por cierto,para los guardianes de la fe, Hillsong y Alpha fueron invitados al encuentro de Sidney por la Iglesia católica, donde tuvieron stand, y condujeron veladas de alabanza, por si luego me salen con eso de, “ya pero esos son herejes”) A lo que íbamos, para sacramentalizar a una persona, primero hay que anunciarle la buena noticia, el Kerigma. Primero viene el encuentro, luego el seguimiento, léase luego el sacramento. Esto por ejemplo lo saben muy bien mis queridos amigos de Comunión y Liberación, que hablan tanto de la fascinación por la verdad y encuentro que antecede toda práctica cristiana. Para mí es de cajón. La Eucaristía no se puede recibir sin haber sido bautizado, y uno no se bautiza sin un catecumenado, a menos que sea un infante, pero hasta a los padrinos se les tiene que preparar. Y claro, para llegar al catecumenado, en sociedades descristianizadas llenas de no bautizados, hará falta que reciban algún tipo de anuncio previo que les impulse a meterse en un itinerario de vida cristiana. El problema es que en culturas cristianas que viven del pasado no se entiende la necesidad de los que están fuera de la Iglesia, y se pretende catequizar directamente sin pasar por lo que es previo y necesario. San Pedro sabía muy bien de esto. Como se pregunta en un comentario en este blog Jose Angel:
¿O es que San Pedro el día de Pentecostés, cuando salió a la calle dijo: "Jesús ha resucitado y nuestra enseñanza es: venerad a María, venid a confesaros y luego haremos una misa"?
Sino que les dijo:
Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.[..]Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos,para cuantos llame el Señor Dios nuestro.
Eso, señores, es el kerigma y sin él, hoy en día, en nuestro contexto, sólo ponemos ir a peor…