Charlie Hebdo: Paremos la cadena del pecado
Charlie Hebdo: Paremos la cadena del pecado
De forma paralela a las condenas de estos crueles atentados, se habla mucho de la libertad de expresión, entendida como que cada cual pueda decir lo que crea conveniente. Pero esta libertad de expresión normalmente es matizada según el poder político de cada lugar. Por ejemplo, mientras los presidentes que se unieron a manifestación del pasado domingo en París defendieron la libertad de expresión, en muchos de sus países no se puede defender pública y civilizadamente, posiciones contrarias a la ideología de género.
La libertad sólo puede ser consecuencia de la Verdad. Sin verdad, toda libertad es simple apariencia, sustentada por una ideología. La Verdad nos lleva a comprender al prójimo y a aceptarlo con caridad. Nunca rechaza, denigra o se mofa de la condición humana de nadie. La verdadera libertad reconoce que toda mofa al prójimo es una mofa a nosotros mismos, ya que los seres humanos compartimos la misma naturaleza. La Verdad señala los errores, pero lo hace con caridad. No busca la risa soberbia de quien cree tener derecho a vasallaje sobre los demás. La libertad, por lo tanto, se mostraría cuando trabajásemos para curar las heridas y los errores de quienes actúan de forma inadecuada con sí mismos y con los demás. Nunca se es libre cuando se satiriza y se humilla a nadie. Todo lo contrario, se es más esclavo que nunca de la prepotencia y la soberbia.
Uno de los dibujantes de Charlie Hebdo, que afortunadamente no estaba en ese momento en la redacción, nos muestra la tremenda herida que lleva en su interior. Es el caricaturista holandés Bernard Willem Holtrop, de 73 años, no de los fundadores de la revista. Willem indica en unas declaraciones: "Tenemos muchos nuevos amigos: el Papa, la reina Isabel II, Putin... Tengo que reírme. Marine Le Pen seguro que estaba encantada cuando supo que había islamistas disparando". "Vomitamos sobre toda esta gente que ahora dice que son nuestros amigos”
Willen demuestra dolor y repulsa por las personas que se ha solidarizado con ellos y han evidenciado que les duele el mal causado. No dudo que este dibujante pueda dudar de las intenciones reales de tantas fotos de políticos diversos, pero una cosa es ver en ello los mismos egoísmos que todos llevamos dentro y otra es despreciar un gesto de bondad. Cada uno de nosotros reconoce en los demás aquello que llevamos dentro. El hecho de hacer un medio de vida la crítica despiadada y satírica, evidencia uno serio problema interior.
¿Qué lleva a los terroristas a producir una masacre tan ilógica? El dolor de sentirse denigrados por estos dibujantes. Dolor. ¿Qué lleva a los dibujantes a realizar caricaturas hirientes? El odio social que les desborda y que evidencia el dolor que llevan dentro. Al final, todo este dolor nos muestra las consecuencias de la cadena del pecado. El pecado que recibe una persona y tras el que se siente legitimada a herir a otros. La cadena del pecado sólo se cura con santidad. Cristo se encontró con una situación similar, la narra San Lucas en su Evangelio.
En su tiempo, a Cristo le plantearon una injusticia social que hirió en el interior a muchos judíos. Pilatos mando matar a un grupo de insurgentes galileos junto con otras personas, condenadas por otras circunstancias. La mezcla de sangres, el castigo recibido, les resultaba insufrible. Las personas que hablan a Cristo señalan el mal que les ha hecho este acto y esperaban que Cristo les dijera que era lícito actuar contra la violencia de Pilatos con más violencia, pero no fue así.
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera". (Lc 13. 1-5)
Si perdemos de vista la cadena de pecado, no comprenderemos este pasaje. Si la tenemos en cuenta, nos daremos cuenta que Cristo les ofrece la santidad, la conversión, como única salida al pecado y el dolor de las injusticias. Si no nos convertimos y transformamos el mal en bien, seremos esclavos de la cadena del pecado. Cadena que nos arrastrará al mal a nosotros y a quienes carguemos con los efectos de la venganza.
En la masacre de la revista Chalie Hebdo vemos claramente como ha actuado la cadena del pecado y como sigue produciendo más dolor y odio entre nosotros. Dios es capaz de sacar bien hasta de las mayores atrocidades. Intentemos ser vehículos de ese bien que transforma y no nos dejemos llevar por las cómodas posturas de venganzas justicieras. Venganzas que nos llevarán al vacío y la esclavitud del pecado.