Del político sin principios atrapado en una cuestión de principios

 
 
            Me lo han contado ayer. Les puedo decir que, verdad o mentira, la tesis proviene de una fuente muy solvente, circula por algunos corrillos pepeítas y hasta podría servir de explicación a lo ocurrido con ese esperpento de Ley Gallardón de Aborto que fue la abortada Ley Gallardón del Esperpento.
 
            Todo habría empezado con un encargo de Rajoy a su flamante ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, de hacer algo para aunque sólo sea maquillar la promesa del Partido Popular formulada en su programa electoral en el sentido de derogar la Ley Aído que consagraba –y sigue consagrando- el más aberrante de los derechos humanos concebidos hasta la fecha: el de toda mujer a exterminar la vida de su propio hijo con la única condición de que lo haga dentro del propio seno materno (pinche aquí para conocer las promesas pepeítas sobre la Ley de aborto en su programa electoral).
 
            El ministro Gallardón, prototipo -siempre según la versión que me han contado- del pepeíta sin principios, y con la única finalidad de cumplir con el encargo realizado y de agradar al Gran Jefe Mariano, se pone manos a la obra y presenta el proyecto que puede Vd. conocer mejor pinchando aquí.


  
            Dentro de la abulia que caracteriza el proceder del presidente, éste no se pronuncia sobre el proyecto, silencio que es interpretado por algunos prebostes pepeítas como desaprobación del mismo, lo que lleva a muchos de ellos, en la creencia de que tal es lo que desea el Gran Jefe Mariano, a criticar la reforma gallardonita, no tanto por preferir la Ley Aído a la Ley Gallardón, –la actual carencia de principios en el pepeísmo es tan enorme que ni siquiera en lo relativo al aborto existen preferencias capaces de ir un centímetro más allá de las prospecciones electorales- cuanto por creer que era una manera de ganar cuotas de poder y de cercanía al Gran Mariano (pinche aquí para conocer mejor a uno de esos políticos).
 
            Todo esto acontecido, y muy probablemente sin ni siquiera haberlo planeado de antemano, -el Gran Jefe Mariano casi nunca planea nada de antemano, su estrategia siempre consiste justamente en no hacer nada-, Rajoy se percata de que el proyecto estrella del ministro de Justicia se está convirtiendo en un puñal cada vez más afilado que amenaza con hincarse en las carnes de su propio usuario, el otrora alcalde de Madrid, uno de los hombres más pesados y molestos que se ha acercado nunca al Gran Jefe, que tan malos ratos le ha hecho pasar, y que en algún momento, incluso ha llegado a ser visto como un posible sucesor, si no incluso como un inmediato sustituto.

 
            Total, que fiel a su conocido proceder, el Gran Mariano deja pasar el tiempo fumándose un puro hasta que tal como se veía venir, el puñal acaba hincándose certeramente en las carnes de su mismísimo propietario, con lo que sin mover un dedo, como de costumbre, se había desembarazado de un tirón y casi sin quererlo, de una de sus grandes pesadillas: Alberto Ruiz Gallardón.
 
            Y bien amigo, esta es la crónica de cómo un hombre tenido en el ámbito de su partido político por un hombre oportunista y de escasos o nulos principios, acaba cayendo, sin embargo, víctima de una cuestión de principios -algo con lo que no quiero, ni muchísimo menos, prejuzgar que la Ley Gallardón de aborto sea (o hubiera sido) una ley ni deseable ni justa-, y convertido, sin comerlo ni beberlo, en un paladín de la causa pro-vida del panorama político español.

            ¿Les parece verosímil? Tienen la casilla de comentarios para dejar su opinión: hagan de sagaces reporteros. En cualquier caso, una versión más que añadir a las interesantes revelaciones que realizaba el otro día el valiente obispo de Alcalá, Mons. Reig Pla (pinche aquí para conocerlas), hombre admirable por su franqueza, por su valentía, por su claridad y por su compromiso. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Mañana más, se lo prometo.
 
 
            ^©L.A.
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