Viernes, 22 de noviembre de 2024

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No todo es cosa de votos

No todo es cosa de votos

por Duc in altum!

  Sin lugar a dudas, la democracia -si bien debe insertarse en un proceso de mejora continua- es el sistema electoral que más se acerca a la justicia. Por instaurarlo, muchas personas y movimientos tuvieron que ir contra corriente y, desde ahí, poner fin a los regímenes totalitarios que fueron un lamentable sello distintivo del siglo XX. Hoy, bajo formatos más sutiles -aunque no menos graves-, se impone la necesidad de seguir adelante en la línea de la democratización directa e indirecta; sin embargo, ante el entramado proceso legislativo vigente en la gran mayoría de los países del mundo, sucede que se pretende desconocer al Derecho Natural, como si no fuera algo preestablecido y superior a cualquier tipo de opinión por numerosa que sea. En este sentido, muchas voces acríticas quieren que el Derecho Positivo (establecido por el hombre) sea superior a la naturaleza misma en sus disposiciones antropológicas, cuando la lógica indica que sea justo al revés. El iusnaturalismo, estemos o no de acuerdo, condiciona cualquier tipo de ley. Por ejemplo, suponiendo que un grupo de legisladores obtuviera mayoría absoluta para aprobar una iniciativa que ordenara el cambio en la dirección de los planetas, por muy Derecho Positivo que sea, no podrá alterar la realidad. Lo mismo cuando desconoce al matrimonio civil como la unión entre un solo hombre y una sola mujer. No hay que confundir las sociedades de convivencia con la institución matrimonial, porque los conceptos y, sobre todo, su campo de aplicación, tiene diferencias fundamentales. La primera, permite a las personas -homosexuales o no- que viven en común sin casarse, adquirir ciertos derechos en materia de seguridad social que de otra manera les sería imposible acreditar. Tales legislaciones logran regular a las minorías, sin tener que trastocar la naturaleza antropológica del matrimonio que no admite otro tipo de relación que la anteriormente descrita. El problema llega cuando se quiere cambiar el significado de las palabras, al punto de caer en una abstracción antropológica que se traduce en una ficción jurídica, pues todo queda desvinculado del Derecho Natural que es la base de la dignidad de la persona humana. Resulta significativa la postura de un número importante de homosexuales franceses quienes, ante la posibilidad de adoptar, dijeron que no es lo que buscan y que el matrimonio debe seguir entendiéndose en la línea del iusnaturalismo. Lejos de sentirse ofendidos o excluidos, defendieron el derecho de los niños y de las niñas a tener un padre y una madre, en vez de “progenitor A” y “progenitor B”. Esto es digno de un aplauso, porque su postura ha sido muy valiente ante las presiones nacionales e internacionales por instaurar la ideología de género.

  La responsabilidad de los juristas y, de manera especial, de los legisladores, es conseguir que el Derecho Positivo, tan necesario para regular circunstancias en torno a la realidad humana, no violente o pase por alto al Derecho Natural. Hacerlo, es una grave responsabilidad que rompe el orden, ya no digamos moral (que también), sino antropológico y social. Hay puntos discutibles, opinables, sujetos al voto, porque dependen de lo que nosotros decidamos y no de un factor ambiental, físico o biológico, pero hay otros que no están en nuestras manos, que nos rebasan. Por ejemplo, los que deciden volverse vegetarianos para evitar que más animales sean sacrificados. Aunque se trata de una postura con buenas intenciones, lo cierto es que la naturaleza estableció que para poder llevar a una dieta balanceada es necesario consumir de vez en cuando carne, pues aporta un porcentaje significativo de proteínas y minerales. Por más que votemos en contra de esto, la verdad es que está fuera de nuestro alcance.

  Tomando en cuenta uno de los Principios Generales del Derecho que dice: “nadie está obligado a lo imposible”, no podemos pedirle a los legisladores que promuevan iniciativas desvinculadas de la realidad. Lo que sí hay que buscar a través del consenso, ¡de la democracia sin los efectos de la dictadura del relativismo!, es un justo equilibrio entre el Derecho Natural y el Derecho Positivo. Aquí surge el entendimiento y la salvaguarda de la humanidad.
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