Echar raíces

           En una zona tropical…, un hombre del norte, sin muchos conocimientos de la agricultura tropical, recién llegado a la zona, estaba enamorado de los bosques de bambúes que allí había visto, sobre todo por altura de más de 15 metros y la flexibilidad que tenían estos árboles, para soportar los embates del aire en las tormentas que tan frecuentes son, en el trópico.  Había adquirido una docena de hectáreas y decidió plantar en una parte del terreno los bambúes, cosa que realizó con toda ilusión

         Pasó un año y su desilusión empezó a tomar cuerpo, al ver que la semilla del bambú no había germinado pues sobre el terreno lo único que bahía, eran unos helechos que él no había plantado. Consultó que los expertos locales y le aconsejaron que no roturase el terreno, que tuviese un poco de paciencia y ya germinaría la semilla del bambú. Al año siguiente, tampoco vio signos de que la semilla hubiese germinado y los años tres y cuarto, tampoco vio que la semilla hubiese germinado, aunque le seguían recomendando que tuviese paciencia. Y él llegó a pensar que le estaban tomando el pelo, y efectivamente a los cinco años cuando ya estaba dispuesto a roturar el terreno vio entre los helechos uno, pequeños brotes verde y su asombro fue mayúsculo cuando a los seis meses vio ya elevarse los bambúes,  a una gran altura por encima de él.

       Los bambúes habían crecido a una velocidad vertiginosa, tal como si quisieran recuperar el tiempo que parecía perdido. ¿Qué es lo que había pasado?  Pues sencillamente, que el bambú sabe que nada más que aparezca en la superficie, tiene que afrontar fuertes corrientes de aire, por eso primero crece hacia abajo para estructurar unas fuertes raíces, que crecen ya hacia arriba rápidamente sin temor al viento.

           En la vida espiritual de una persona, el bambú nos da una lección muy aprovechable. Todos sabemos, que la esencia de la vida espiritual es el amor a Dios trinitario. Si no amamos más cada día de nuestra vida que Dios nos da a quien nos la da, no prosperaremos. Para triunfar en esta vida, asegurándonos el triunfo final; hemos de entregarnos al amor que día tras día el Señor nos lo está ofreciendo; hemos de prosperar en ese amor hasta abrasarnos en el fuego divino de la zarza ardiendo sin consumirse que vio Moisés en el Sinaí. Y ello es así porque si no amamos no daremos frutos nunca y el Señor está continuamente a la espera de nuestros frutos de amor.

          El amor tiene una serie de características propias muy definidas (en mi libro “La sed de amor”, escribí mucho sobre las características de amor) Aquí conviene recordar que el amor tiene siempre un extraordinario afán de conocimiento, acerca de lo que ama. En el Señor, ese afán está ya saturado porque Él es omnisciente, pero nosotros no lo somos y ahora aquí en este mundo, en el que vivimos, nosotros si amamos de verdad  tenemos que conocer bien a quien amamos

            La mejor forma  de adquirir este conocimiento, es la lectura diaria de los Evangelios, al menos una simple hoja, pero eso sí, diariamente con perseverancia y lentitud saboreando lo que se lee. Los Evangelios son la lectura esencial por excelencia, pero con el fin de no hastiarse, pues el demonio está siempre a la que salta, es conveniente simultanear la lectura de los Evangelios, con otro libro de lectura espiritual, que sea de nuestro agrado

               No es bueno darse  un atracón de lectura en un día y dos semanas más tarde continuar si es que se continua. La perseverancia es esencial en el acercamiento al Señor. Mi abuela decía de los que no eran constantes en su trabajo: “Dios nos libre del empujón de un vago”. La lectura  espiritual es como el queso, todos los días es bueno comer queso, pero al año un queso. Porque lo que se lee , si está debidamente saboreado y rumiado, ha de ser poco, porque mucho de una sola tacada, no se puede asimilar debidamente.

            Del crecimiento de los bambús, podemos sacar otra sana conclusión y es la referida a la paciencia. Si queremos avanzar en nuestra vida espiritual, hemos de ser pacientes, el Señor nos prueba muchas veces, para contrastarnos. Dichosos son aquellos que han pasado por una noche oscura, que a lo mejor les ha durado meses incluso años. Después de haber vivido goces espirituales  inenarrables, uno puede sentir  la impresión de que Dios la ha abandonado a uno, es entonces cuando las dudas de fe crecen rápidamente, incluso dudas que ya fueron dominadas hace años, vuelven a renacer en nuestras mentes.

           Aunque no lo comprendamos todo sucede para nuestro bien, es el Señor quien nos deja caer, para que luchemos y nos fortifiquemos. En el fondo las noches oscuras, son regalos de quien tanto nos ama y hay que amarrarse a Él y saber que nuestra casa espiritual está construida sobre la roca firme que es él mismo.

             En esta situación hemos de pensar en San Pablos que en su epístola a los romanos, nos decía: “29 En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.31 ¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? 32 El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores? 33 ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? 35 ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? 36 Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero. 37 Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. 38 Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

          Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

1. Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
2. Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858
3. Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
4. Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281 
5. Libro. CONVERSACIONES CON MI DEMONIO.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461650880
6. Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ROT/dagosola/aseveraciones-del-senor_9788461557097.html 

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• 939m.- Fe, esperanza y amor 22-07-14
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• 033v.-  Virtudes teologales. La Esperanza    31-07-09
• 209s.-  ¿Vivimos esperanzados?       24-07-10
• 332d.-  ¿Tenemos desesperanza?       27-03-11
• 556d.-  La menos practicada de las virtudes 17-06-12 

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