Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Del leccionario, o el método para la elección de las lecturas en cada misa

por En cuerpo y alma

 
 
            Una de las preguntas que se formulan muchos de los que van a misa está relacionada con el criterio que se sigue para la elección de las diversas lecturas de la misma y si el hecho de que un año leamos una determinada lectura pero otro, en la misma fecha y festividad, leamos otra, sigue algún criterio, y en todo caso cuál. Pues bien, lo primero que se ha de decir es que, efectivamente, el tema sigue un orden, y que lo relativo a ese orden está relacionado con el llamado “leccionario”.
 
            El leccionario no fue siempre como hoy lo observamos. El actual no es sino el producto de una más de las muchas reformas acometidas por el Concilio Vaticano II y es diferente al utilizado hasta ese momento, llamado “de Trento”, con el que registra tres grandes diferencias: primero, las lecturas se repetían todos los años de idéntica manera; segundo, la lectura era la misma para todos los días de la semana; tercero, sólo habría dos lecturas, una de las Cartas de los apóstoles y otra de los Evangelios, lo que quiere decir que el Antiguo Testamento no se leía en la misa.
 
            De acuerdo con los criterios emanados del Concilio Vaticano II, el 25 de mayo de 1969 se publicaba en Roma el “Orden de lecturas de la Misa” (OLM) preparado por el Consilium de la reforma litúrgica y aprobado por el Papa Pablo VI mediante la constitución apostólica “Missale Romanum”.
 
            A partir de los citados documentos, la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española crea nueve leccionarios. Cinco de ellos que llamaríamos especiales: el Quinto con las lecturas para las fiestas de los Santos; el Sexto, con las lecturas para las misas por diversas necesidades y votivas; el Séptimo, con las lecturas para las ferias de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua; el Octavo, con las lecturas para las celebraciones de los sacramentos y sacramentales (funerales, bendiciones de iglesias, de abades, de vírgenes…); y el Noveno con las lecturas para las misas con niños.
 
            Amén de los cuales, se crean otros tres que son los que nos interesan aquí, a saber: el Primero, con las lecturas para los domingos y fiestas del Señor para los años “A”; el Segundo, con las mismas lecturas para los “años B”; y el Tercero, con las mismas lecturas para los años “C”, en el bien entendido de que el “año A” se lee Mateo, el “año B” se lee Marcos; y el “año C” se lee Lucas. En cuanto a Juan, se lo reserva para parte de la cuaresma y pascua en los tres ciclos, y para completar a Marcos en el año B.
 
            Divididos los años en tres tipos, “A”, “B” y “C”, se llama año “C” al que es múltiplo de 3, año “A” al que le sigue, y año “B” al que sigue a éste. Para que se hagan Vds. una idea, el presente año 2104 es año “A”, por lo que no les extrañe escuchar mucho Mateo. Para cada tipo de año, “A”, “B” o “C”, la lectura elegida es la misma, lo que quiere decir que al cabo de tres años, se han realizado todas las lecturas que el leccionario recoge, y al cuarto año el ciclo recomienza, de modo que el feligrés vuelve a escuchar las mismas lecturas que escuchó tres años antes.
 
            En cuanto al Antiguo Testamento, que como ya se ha dicho, no se leía en la misa antes de la actual reforma, se intenta, -y eso lo habrá observado el feligrés atento-, la lectura de pasajes que guarden alguna relación con el pasaje del Nuevo Testamento que se lee en cada ocasión.
 
            Nos queda todavía un leccionario, el Cuarto, que recoge las lecturas para las ferias o días de semana del tiempo ordinario, sobre el que cabe decir dos cosas. Para empezar que en estos días, las tres lecturas quedan reducidas a dos: la primera con un texto de las Cartas o del Antiguo Testamento indistintamente, y la segunda con un texto del Evangelio. En segundo lugar, que ambas lecturas son diferentes según el año sea par o impar, lo que quiere decir que el año no se dedica, como en el caso de las lecturas dominicales, a un único evangelista, y que cada dos años (no cada tres como en el caso de las lecturas dominicales), la lectura se repite.
 
            Y sin más y esperando que les haya resultado clarificador, me despido una vez más de Vds. no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
 
 
 
            ©L.A.
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