Evangelio con moderación
por Patxi Bronchalo
"A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más". Este Evangelio de San Lucas es sencillamente demoledor para el cristianismo amigo de lo políticamente correcto. Desde luego Jesús no lo era.
Obispos y sacerdotes no somos políticos que han de quedar bien delante de todo. Cuando obramos así es porque nos importa más nuestra honra y fama, el "qué dirán". Con ello estamos matando al mismo Cristo, de forma bella, como Judas: "¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?". Quien no es Obispo ni sacerdote igualmente puede caer en esto, pero nosotros hemos de tener especial vigilancia pues somos los que tenemos la misión de enseñar al pueblo de Dios. Al estar más expuestos la tentación es más grande.
Si somos políticamente correctos con el mal y damos palos a quien defiende el bien porque nos parece que actúa sin moderación, mostramos que solo nos importa salvar nuestro propio cuello y no queremos problemas. También advierte Jesús: "Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía".
La moderación no es un valor evangélico, si acaso lo son la prudencia y templanza (¡también lo es la justicia!) Jesús no es moderado: "El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama". Él tampoco es tolerante con el pecado, ni es inclusivo con el mal. Cuidado, que lo que se llaman valores y se ponen por encima de bien y del mal, en el Evangelio no son tal, el bien y el mal tienen objetividad y no cambian.
Y siguiendo con sus enseñanzas, Jesús no pidió a la Iglesia que fuera política, y desde luego en ningún pasaje la dijo que fuera correcta. Su mandato es claro: "Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado". Con caridad, si, pero: TODO. No lo decimos los curas, lo dice Jesús. y si no lo decimos los curas, mal hacemos.
No somos nosotros, la Iglesia, los que tenemos que opinar a ver qué qué nos parece bien y mal de la revelación de Dios y hacer rebajas. Nos corresponde ser fieles a lo que Él ha dicho. Somos la esposa de Cristo, no su jefe. El Evangelio dice también aquello de: "El que es fiel en lo poco también en lo mucho lo es". ¡A ver si los que llaman a otros "rigoristas" para justificar su falta de fidelidad van a ser de los que menos se puede fiar uno!
El consenso no es tampoco un valor evangélico, no puede estar por encima de la verdad. Llegar a acuerdos es deseable, pero solo si esos acuerdos son conforme a la Verdad de Dios, no contrarios a ella. Jesús solo logró consenso unánime una vez: "¡Crucificalo! ¡Crucificalo!".
Algunos creen que si no somos políticamente correctos la gente se irá. A Jesús parece no importarle. Tras un discurso en el que mostró con amor al pueblo su falta de fe muchos se fueron: "Dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos?". Si lo piensas bien, los que se fueron, al marchar, le estaban dando la razón al Maestro. Lo que nos les gustaba no era que fuera duro sino que les ponía en la verdad de su vida.
También creen que por hablar claro del Evangelio, la antropología, la moral, los dogmas, el Cielo oel Infierno la gente se irá, y que hablar de todo eso no es compatible amarles y decirles la verdad. Lo cierto es que no. Quien quiere ser Santo no marcha, sufre por la falta de claridad, lo cual es también hacia ellos una falta de caridad. Y quien no quiere ser Santo tarde o temprano se va pese a todo, de igual que se pase uno la vida siendo moderadito, porque si no se le alimenta con buen pasto irá a comer a otro lugar.
Ser políticamente correcto lo que revela al final es falta de fe y de amor a Dios, que nos importamos más nosotros y lo que piensen los demás que el Señor mismo. Pero no olvidemos que el único que nos puede juzgar, y lo hará, es Dios, también lo recoge el Evangelio de San Lucas: "Temed al que, tras la muerte, tiene poder para arrojar a la gehenna".
La paz.